Números

Desde hace décadas, la Agrupación registra en los palquillos de entrada y de salida el número de personas en los cortejos, aunque lo más normal es que dé por buenos los números que aporta la cofradía en su estadillo al pedir la venia. Y no voy a decir, Dios me libre, que hay algunas cofradías que engordan sus números; no lo voy a decir, pero nadie me impide que lo sospeche.

Lo diré a bocajarro: en la Semana Santa de Córdoba yo veo siempre pocos nazarenos, nazarenos con capirote, quiero decir, porque son los que importan: quienes no lo llevan son sólo atrezzo. A mí me gustaría que el promedio de capirotes por cofradía fuera de sólo 400, aunque en realidad estamos muy lejos de esa cifra.

Y, por supuesto, pondría un mínimo, al menos como 'desiderátum': que el número de capirotes fuera −¿es mucho pedir?− uno más que el de costaleros que igualan en el primer ensayo. Lo siento mucho, pero a mí me parece impresentable que una cofradía tenga más gente dispuesta a ir debajo con costal que a ir delante con capirote.

No es sólo cuestión de organización, horario y batallitas por el tiempo de paso. Se trata de estudiar quiénes son las personas que tienen el valor de ponerse una túnica, colocarse un capirote y caminar durante unas cuantas horas con un cirio o una insignia en las manos… sin aplausos, relevos ni cervecitas. Es imprescindible un 'Informe Cíngulo' en Córdoba, que nos revele los porcentajes por edad, por sexo y por antigüedad en la cofradía de nuestros nazarenos. Hay que trazar un perfil del nazareno cordobés, a ver qué nos encontramos.

Que yo sepa, sólo hay una cofradía que cada año, poco después de Semana Santa, publica en su web el número y distribución de quienes forman parte de su estación de penitencia. ¿Por qué no lo hace ni una sola de las demás? Y la Agrupación, ¿no podría contratar a una empresa independiente que haga un recuento real y fiable? A lo mejor nos llevábamos alguna sorpresa.