PATRIMONIO
Ruta del sótano y del jaramago por los restos de la Córdoba romana
Los hallazgos de décadas nunca han tenido un cuidado y una divulgación correctas con ejemplos como el anfiteatro de Veterinaria o Cercadilla
Ipsca (Baena) participó en la guerra entre César y Pompeyo del bando del primero y así es como se ha podido comprobar
Félix Ruiz Cardador
Córdoba
O sótano o jaramago. Esa doble vertiente, poco vistosa en ambos casos, ha sido la que han sufrido los vestigios de la Corduba romana en las últimas décadas a pesar de los magníficos hallazgos que la ciencia arqueológica ha logrado a través de varias ... generaciones de profesionales.
Las razones de esta situación las ha explicado en diversas ocasiones un especialista destacado, como es el profesor e investigador Desiderio Vaquerizo, catedrático de Arqueología de la Universidad de Córdoba. Por una parte, está el hecho de que la Córdoba musulmana y especialmente la de la época califal, por su brillo indudable, ha gozado de mayor foco y atención presupuestaria; por otro, ha influido también que al ser los restos romanos los más antiguos en buena parte de la ciudad, se han conservado en los estratos más bajos, lo que dificulta su visibilidad en una ciudad superpuesta como es Córdoba.
El resultado de estas tres cuestiones -avance arqueológico, pacata inversión y compleja localización de los yacimientos- es que la mayoría de los restos del periodo fundacional de la urbe se encuentran hoy o en una situación de prolongada dejación o bien conservados pero invisibles a los ojos del ciudadano.
Como explica el propio Vaquerizo, desde finales de los 80 y comienzos de los 90 «se ha abierto en canal casi toda la ciudad durante la época del 'boom' inmobiliario, pero las aportaciones al tejido patrimonial de Córdoba han sido prácticamente nulas». El especialista lamenta que «no hemos sido capaces de convertir nuestro legado ni en un recurso ni en un yacimiento de empleo y lo poquito que se ha conservado está disperso en sótanos, en garajes, en edificios sin acceso ni señalización». Aunque estas apreciaciones son válidas para todas las etapas históricas de la ciudad, cobran un sentido pleno en el caso del periodo romano.
El Ayuntamiento de Córdoba ultima un plan de conservación para reabrir Cercadilla a las visitas
Luis MirandaPrepara convenios con la Universidad de Córdoba y la Pablo de Olavide para investigar y difundir el conjunto
Revertir esta situación ha sido un propósito del Ayuntamiento de Córdoba durante varios mandatos, aunque los sucesivos munícipes encargados del tema urbanístico rara vez han salido del campo de la intención por diversos motivos. Todo indica, sin embargo, que eso puede cambiar, al menos en dos yacimientos de titularidad municipal y fundamentales: el Templo Romano de la esquina de Claudio Marcelo y Capitulares y el conjunto arqueológico de Cercadilla.
Según Juan Murillo, arqueólogo de la Gerencia de Urbanismo, se trata de los dos principales vestigios romanos con los que cuenta la ciudad. En el caso del Templo Romano, el Consistorio ha logrado comenzar hace un mes el anhelado plan de actuación que lo convertirá al fin en visitable, una iniciativa que se comenzó a planificar en 2014 y que desde entonces no había encontrado viabilidad.
Con casi 700.000 euros de presupuesto, procedentes de los fondos de recuperación europeos, permitirá que se supere la imagen de deterioro y jaramagos de los últimos años, que se instalen varias escaleras y pasarelas y que se organice una ruta para que los visitantes puedan acceder incluso hasta el pódium y conocer la historia de este edificio, construido en el siglo I y que presidía un imponente rincón de la ciudad junto al circo romano.
En cuanto a Cercadilla, también existe el plan de que pueda reabrirse, como ya lo estuvo a inicios de siglo y antes de que la Junta le transmitiese la titularidad y gestión del bien al Consistorio.
Según han explicado desde la Gerencia, ya hay un arquitecto trabajando en el tema y los primeros pasos que se están dando pasan por limpiar la zona pues en los últimos tiempos se había convertido en un solar abandonado con malas hierbas, basura e incluso un caso de chabolismo. La idea es que los restos de este fastuoso palacio tardorromano, que generalmente se relaciona con el emperador Maximiano y que quedó seccionado en los 90 por culpa de las obras del AVE, pueda estar abierto para visitas concertadas y con finalidad también didáctica en colaboración con los centros escolares interesados en difundir la historia.
El gran reto en este caso es que los propios cordobeses conozcan la importancia y singularidad de este yacimiento, que es quizá el menos entendido y valorado todavía hoy por la sociedad cordobesa.
La ruta del jaramago tiene parada obligada en otro resto romano para el que ni siquiera existe proyecto: el enorme anfiteatro que apareció durante las obras de conversión de la antigua Facultad de Veterinaria en el Rectorado de la Universidad de Córdoba. De aquel magnífico hallazgo, que publicaron los medios especializados internacionales y resonó con fuerza entre los miles de aficionados a la historia de Roma, se han cumplido recientemente 20 años, un largo periodo que no ha servido para que este yacimiento pueda ser ni investigado ni puesto a disposición de la ciudadanía.
Aunque los primeros años fueron esperanzadores, con un convenio en el que participaron el Ayuntamiento, la UCO y la Fundación Prasa, apenas resultaron un espejismo. La gran recesión de 2008 se llevó esto por delante y desde entonces no se ha encontrado la fórmula de retomar los estudios arqueológicos y la actuación necesaria para que los cordobeses y visitantes puedan conocer sobre el terreno la historia y características de un edificio que se cree que estuvo asociado a una escuela de gladiadores.
En muchas mejores condiciones de conservación están otros yacimientos que se mantienen en el subsuelo de la ciudad. El más conocido es el Teatro Romano de la plaza Jerónimo Páez, que se puede visitar en el sótano del edificio nuevo del Museo Arqueológico y que cuenta con pasarelas, vídeos explicativos y todo lo necesario para conocer su importancia y rasgos arquitectónicos. En una situación decorosa están los mausoleos romanos de la Puerta de Gallegos. Caso distinto son las termas de la calle Concepción, situadas en el sótano de un establecimiento comercial de esta céntrica vía, o los restos de viario público y de tiendas callejeras que se pueden ver en los bajos de un conocido gimnasio de la zona de Santa Victoria.
En el ámbito de la arquitectura privada, quizá lo más destacado sea la casa o domus que se encuentra en el sótano del Hotel Hospes del Bailío y que también se puede visitar bajo solicitud. Mucho menos accesible es la fantástica villa romana de la calle Algorrobo, en Santa Rosa, descubierta a inicios del siglo XXI y que nunca ha podido ser visitable a pesar del proceso de restauración al que fueron sometidos sus hermosos mosaicos. Hoy forma parte del sótano y aparcamiento de un moderno edificio.
El recorrido por esta Córdoba romana daría perfectamente para una ruta turística, pues los restos aparecidos permiten conocer a la perfección no sólo la magnitud que tuvo Corduba incluso en los años crepusculares del imperio como capital de la Bética sino también cómo vivían sus ciudadanos, cómo se divertían, cómo mantenían su higiene, cómo eran sus calles, cómo disfrutaban los acaudalados de sus privilegios en el campo o cómo entendían la religión, la muerte y el recuerdo de los fallecidos.
Pese a los avances que se han logrado en los últimos años con infografías magníficas y con la labor del proyecto de la UCO llamado Arqueología somos todos, Córdoba está aún muy lejos de sacar partido a todos esos regalos que en las décadas recientes ha dado la ciencia a la ciudad y que hoy nos permite conocer mejor que a cualquier otra generación anterior la historia de la urbe por la que cada día caminamos.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete