El Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral, cementerio de los humildes de Córdoba

El primero sondeo que se abrió en el Patio de los Naranjos pretendía conocer qué había antes de la Mezquita confirmando con las técnicas de hoy las excavaciones de Félix Hernández a primeros de los años treinta del siglo pasado. Dio con los restos del complejo episcopal, cristiano, sobre el que Abderramán I edificó la mezquita primitiva, posteriormente ampliada por sus sucesores. La nueva investigación, junto a la fuente del parterre occidental, ha permitido excavar terreno que no había sido investigado antes.

La arqueología trabaja de arriba a abajo siendo los estratos superiores las épocas más cercanas y las más profundas, las más antiguas en el tiempo. Los dos metros y medio de profundidad del sondeo han permitido realizar, explica Ortiz, un recorrido que arranca en el siglo VI y acaba en el XVI cuando, acabado el Crucero, se diseña lo que hoy conocemos como Patio de los Naranjos.

Y antes de llegar a la etapa tardoantigua, lo que se han encontrado son muertos. Muchos. En apenas unos metros de espacio, unos treinta individuos identificables. Eran pueblo llano. Acabaron sus días en una fosa, con responso pero sin ornamentos, apilados de forma caótica. La nobleza, las personas acaudaladas, los miembros de determinadas cofradías y el personal de la catedral se enterraba dentro del templo. Los menestrales, los pobres, acababan en un enterramiento colectivo. El Patio de los Naranjos fue un cementerio de humildes. Una vez realizados los estudios pertinentes, que incluyen los de ADN, volverán a ser enterrados donde se encontraron.

El estrato del sondeo más cercano a la superficie, explica Raimundo Ortiz, se corresponde con los enterramientos de la sede original del antiguo Hospital de San Sebastián, que hasta el siglo XV estuvo en la zona del actual Hotel Conquistador. Se reaprovecharon, explica el arqueólogo de la Mezquita-Catedral, las instalaciones del lavatorio de Almanzor, donde se realizaban los baños rituales previos al rezo musulmán. El hospital, uno de los primeros centros sanitarios modernos de España, se trasladó a su segunda ubicación, donde hoy se encuentra el Palacio de Congresos.

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Ahí podrían haber acabado los enterramientos del Patio de los Naranjos que se conocían por trabajos del fallecido Manuel Nieto Cumplido y por los restos aparecidos en la excavación de la segunda puerta. Pero a los estudiantes de la UCO no le dejaban de aparecer huesos. Cadáveres completos o por partes. Que llegaban hasta la zona de arrasamiento del complejo episcopal, el momento en el que las autoridades de la Córdoba musulmana deciden acabar con el edificio cristiano y levantar su primer templo dedicado a los creyentes en Alá.

«Se corresponden a enterramientos del periodo bajomedieval», explica Raimundo Ortiz. Es decir, en el periodo de consolidación del poder cristiano tras la caída de Al Ándalus.

Y es aquí donde a los responsables de la excavación le aparece 'el muerto' del sondeo. Uno de los cadáveres no había fallecido por gusto ni de viejo. Apareció con dos flechas de ballesta clavadas en el pecho. Obviamente, se han conservado las partes metálicas, las que estaban dentro del cadáver. Las que le dieron muerte. Qué pudo pasar con la víctima de las flechas entra dentro de la literatura más que de la arqueología. No parece una forma voluntaria o accidental de morirse en cualquier caso.

Lo que sí queda claro es el Patio de los Naranjos fue lugar de enterramiento y, según las explicaciones del experto, porque la Mezquita-Catedral fue en su tiempo una parroquia, la de Santa María, que daba servicio a los feligreses del barrio. Allí se bautizaban, se casaban y se despedía a los vecinos.

Los franceses aún no habían llegado a España con las ideas ilustradas y esas cosas de la higiene popular. Los cementerios, por tanto, no se habían trasladado aún a lugares de extramuros. La costumbre era la de enterrar cerca de la parroquia. Ortiz asegura que se enterró y mucho.

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No se han hallado restos islámicos de relevancia. Solo una madeja de cadáveres depositados sin orden ni concierto como corresponde a las clases populares. A los vecinos del antiguo Casco Histórico de Córdoba. La costumbre de enterrar bajo el Patio de los Naranjos acaba o se mitiga con Francisco de Reinoso, el obispo de Córdoba con el que se diseña lo que hoy conocemos como Patio de los Naranjos. Sucedió a finales del XVI cuando acaba la obra del Crucero y se adecenta el acceso a la Mezquita-Catedral tras unas obras que tuvieron que dejar una profunda huella en el entorno.

Las capas más profundas del sondeo abierto por los arqueólogos sí han permitido continuar el trabajo de investigación sobre el complejo episcopal tardoantiguo, expresión del primer poder cristiano, interrumpido por la invasión musulmana. Las excavaciones de Félix Hernández se documentaron con dibujos y croquis. Y no estaba muy claro, explica Ortiz, cómo funciona específicamente el edificio que se encontró.

Hernández, y luego Raimundo Ortiz y Alberto León, hallaron el pórtico de un edificio dotada de una doble exedra (una estancia semicircular generalmente dotada de asientos) que servía como acceso desde la calle. Los croquis de los años treinta no dejaban exactamente claro cómo eran los accesos. Los dibujos de Hernández no acababan de tener un sentido lógico, según la descripción de Ortiz.

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Las primeras excavaciones del Patio de los Naranjos permitieron encontrar unos accesos laterales. El nuevo sondeo realizado en la zona ha permitido comprobar la existencia de un tercero que tenía una posición centrada en el edificio del poder representativo del primer cristianismo. La idea general es que los arqueólogos pueden haber encontrado la puerta de la calle del complejo.

Una de las cosas que no se saben es si es esa era 'la puerta del edificio' con mayúsculas o si era una entrada menos relevante en el funcionamiento del complejo. Posteriores excavaciones permitirán saber si existía ornamentación y establecer un cuadro mucho más general del edificio existente antes de la Mezquita-Catedral. De hecho, es la virtud de una sucesión de excavaciones en la zona: se conocerá mejor cómo funcionaba el complejo, cuál era su extensión, cómo sus estancias. Se profundizará en el conocimiento de una parte muy desconocida de la historia de Córdoba.