Monitorizar el clima y el dióxido de carbono de los visitantes: el plan para conservar la Sinagoga de Córdoba

El informe es un paso previo a un Plan de Conservación Preventiva, que es el que tiene que ordenar, planificar y programar las tareas de inspección, vigilancia y control de las condiciones medioambientales y de mantenimiento.

Eso afectaría, insiste el IAPH, al edificio en sí, pero también a las yeserías que la decoran, y que son uno de sus grandes atractivos. Y para eso es necesario un programa de estudios previos, que tienen que ver cuáles son los riesgos y los agentes que pueden influir en el deterioro.

Para el IAPH, los riesgos más frecuentes tienen que ver con dos aspectos. Por un lado están las condiciones ambientales inadecuadas, entre las que hay factores de los que se consideran microclimáticos.

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Es decir, no del tiempo en general en la ciudad, sino del que tiene el monumento de forma particular. Ahí entrarían, según el informe, los efectos de las radiaciones de la luz y los contaminantes atmosféricos.

Por otro lado estarían los daños que causa el biodeterioro, es decir, el que tiene que ver con los agentes biológicos. Generalmente se debe a las condiciones ambientales inadecuadas y a las deficiencias en las instalaciones y en su mantenimiento.

En ambas tiene que incidir el futuro plan de la Sinagoga de Córdoba para eliminar sus efectos. «Es importante mantener unas condiciones ambientales estables, sin variaciones ni cambios bruscos», afirma el texto, que también insiste en estudiar el impacto de las visitas, que son muchas: alrededor de medio millón de personas al año.

La propuesta es un estudio completo para conocer las condiciones ambientales durante todo un ciclo anual, de forma que se medirían la temperatura, la humedad relativa y los niveles de dióxido de carbono. A partir de aquí tienen que salir lo que se llaman niveles críticos: es decir, las cifras que serán la referencia para el seguimiento y control de las condiciones.

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La palabra clave para el estudio es la monitorización, que tendrá un sistema inalámbrico, con lo que su impacto será mínimo. Así se detectarán las variaciones anómalas para las condiciones de conservación. «El análisis a largo plazo será lo que establezca cuáles son los niveles críticos para la conservación», afirma el informe del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.

El sistema de registro de condiciones ambientales tiene que constar de una red de sondas de medición o sensores inalámbricos que pidan los parámetros que se tienen que estudiar de temperatura, humedad y dióxido de carbono, pero también de un módulo central que registre la información, es decir, las mediciones, de estos sensores inalámbricos.

También será necesaria una sonda exterior, que mida lo que suceda en el entorno inmediato de la Sinagoga de Córdoba, para así obtener el contraste entre lo que pasa fuera y lo que sucede dentro del monumento, con las condiciones particulares que le dan los visitantes. Serían al menos dos sondas por cada muro, que tendrían que disponerse a diferente alturas: en la franja inferior de las yeserías y en su zona superior.

Así se podrá conocer la distribución de humedad y temperatura e identificar las variaciones introducidas por la orientación de los muros. «Es un sistema flexible, con conexiones inalámbricas, que debe incorporar más sensores si se considera necesario a lo largo del estudio», dice el IAPH, que sugiere muchas posibilidades para llevarlo a cabo sin cableado.

Así, este tipo de sistemas puede emplear para la transmisión de datos la radiofrecuencia, la tecnología de telefonía móvil o bien una red wifi, que permita que los datos que se toman lleguen al módulo central. Tendrán, eso sí que ceñirse al Reglamento de Instalaciones Comunes de Telecomunicaciones, como precisa el informe de Patrimonio.

La empresa especializada que se haga cargos de estos trabajos, una vez que la Consejería de Cultura lo contrate, tendrá que procesar y analizar los datos mediante un sistema central de recepción y de gestión, que será local o remoto.

Es decir, podrá estar en la misma Sinagoga o bien en otro lugar, que podría ser lo más probable teniendo en cuenta que el monumento de la calle Judíos tiene un espacio muy reducido y por ahora, mientras no se acometan las obras de construcción que tienen que llegar, no tiene un centro de interpretación.

La recomendación incluye no sólo un informe anual con todo lo que se haya recogido a lo largo del ciclo, sino también informes estacionales, que muestren cómo es el efecto del clima, la temperatura y la humedad a lo largo de los diferentes momentos.

El texto habla también de la necesidad de realizar un sistema para el control de la llegada de los visitantes, porque será necesario establecer la relación entre el número de personas que pasan al interior de la Sinagoga, el tiempo en que permanecen en el interior de la sala de oración hebrea y los niveles de dióxido de carbono.

La relación no puede ser más directa, porque el dióxido de carbono es lo que expulsa el cuerpo humano durante la respiración, y es consecuencia directa de quienes pasan al interior.

No son las únicas medidas que se recomiendan, porque el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico también cree que es necesario revisar si en los paramentos internos hay humedad, y determinar así su alcance antes de que aparezca y cree problemas. Los estudios de termografía infrarroja, que se realizan a partir de este tipo de rayos, pueden ser útiles para realizar un mapeado.

«Una vez conocidos estos valores de las condiciones ambientales y del impacto del público se podrán tomar las medidas correctivas necesarias para la conservación y así establecer el flujo de visitantes que aúne la conservación y el disfrute del patrimonio», según el informe, que busca encontrar un equilibrio entre la preservación y el necesario interés público para mantener abierto el monumento al medio millón de personas que pueden cruzar el umbral a lo largo de todo un año.

El examen del IAPH también constata la buena salud de la Sinagoga, donde no hay materiales disgregados, grietas ni fisuras, fruto de la restauración que de las yeserías se hizo en el año 2014, pero también de la limpieza y consolidación de los paramentos interiores que se realizo en 2018.

Sólo se aprecian depósitos superficiales debido al polvo que se ha podido acumular a lo largo del tiempo, y que puede indicar un exceso de humedad en el ambiente como origen de estas concrecciones y de otros deterioros.