Luis Zueco, escritor: «Isabel la Católica fue la gran reina en el tablero de la época que le tocó vivir»

-La novela tiene dos claves: el ajedrez y el periodo de cambios e intrigas que sucedió a la muerte de Alfonso de Trastamara y en el que acabaría emergiendo la figura capital de Isabel la Católica. ¿Cuál fue el detonante que le movió a escribir la novela?

-Lo primero que yo hago siempre es trabajar un tema, no una época. Busco un tema que pueda ser atractivo y al ajedrez llevaba ya tiempo dándole vueltas. Es un juego que ahora mismo está de moda, algo curioso pues tiene 1.500 años. Me sumergí en su historia y también en su evolución, que es muy interesante. Ahí descubrí la importancia que ha tenido en diversos periodos de la historia, tanto en el medievo, como en la Edad Moderna como en la contemporánea durante la Guerra Fría. En España, el ajedrez tuvo importancia entre las elites sociales e incluso el rey Alfonso X El Sabio hizo una recopilación de las reglas de juego hasta el siglo XIII. Mi objetivo era construir una novela de intriga, no un tratado, y lo que me pareció más interesante es que el ajedrez moderno tiene su origen en España, con un cambio importante que supuso la aparición de la figura de la reina. Ahí había una novela.

-Isabel la Católica ha sido un personaje muy tratado en biografías, series y películas. ¿No le intimidaba acercarse a su figura?

-Yo creo que no es un personaje tan conocido. Es decir, la gente sabe quién es pero no lo conoce a fondo. Pero yo no quería narrar su reinado, no es lo que me interesaba. El ajedrez lo que me marcaba como periodo más interesante es la época inicial. La juventud de la reina, cuando todavía como infanta tienen que afrontar un tablero de juego muy complicado en el que lucha contra a todos. La novela se centra en parte en cómo ella se convierte en la reina del tablero. Se movía como nadie.

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-Los personajes principales de la novela son de ficción, Gadea, una brillante jugadora de ajedrez, y Rui, un amante de los libros, que verán unidos sus destinos. ¿Cómo plantea la construcción de sus personajes?

-Siempre intento que mis personajes sean de ficción, pues me da otra dimensión y me permite trabajar mis novelas con libertad y siempre teniendo en cuenta que son literatura. Gadea es una niña que nació en Toledo y que tiene un gran potencial para jugar al ajedrez, pero que tendrá que recorrer Castilla en circunstancias complicadas. Rui es un historiador y guerrero, un perfil muy de aquel momento, pero también es un ladrón de libros y manuscritos antiguos. Él es una especie de un precursor de un tema que iba a ser muy importante, el de los libros en la Corte.

-Otra clave de 'El tablero de la reina' es su ritmo de thriller. Es decir, hay historia pero ante todo es literatura de intriga. ¿Cómo trabaja sus estructuras?

-Siempre tengo claro que lo que escribo son novelas. E intento siempre que las pueda leer cualquiera, desde un chaval de trece años a una persona adulta. Voy creando diferentes capas, pero siempre con la idea de que sea muy fácil de leer. Eso puede parecer fácil cuando lo lees, pero en realidad resulta muy complicado. Es como un gran engranaje y debe estar muy compensando. Hay que encontrar un equilibrio para que el lector no se vaya y para eso tienes que hacerle sentir la aventura. La clave para conseguirlo es no excederte con la ambientación histórica, pero yo en eso lo tengo claro: si hay que borrar cien páginas porque no funcionan pues se borran y ya está. Si veo que no aportan, fuera. Lo importante es el disfrute del lector.

-¿Entonces es usted escritor de mapa, de los que lo tienen todo trazado antes de empezar, o de brújula, de los que van orientando la trama según avanza?

-Yo utilizo el mapa, pero creo que esto no funciona así. Es decir, tu puedes llevar un mapa pero a todos se nos va de vez en cuando el Norte y entonces también hay que sacar la brújula. En la escritura, una no puede ir donde quiere, sino que tiene que atender los deseos y la lógica del personaje. En definitiva, hay que utilizar todos los mecanismos a tu alcance para que el lector disfrute.

-¿Qué papel juega el boom de la novela histórica en la divulgación de la Historia de España?

-Fundamental, un papel clave. Ahora hay más escritores de novela histórica que nunca y los temas y periodos que abordan son muy variados. Ahora podemos leer novelas de temas impensables y no solo españoles, como el Japón feudal o los vikingos. Se ha abierto mucho el foco y el público en general está ansioso de conocer la historia, siempre que se le ofrezca de manera amena. La narrativa tiene un gran potencial del que a veces no somos conscientes y también las traducciones.

-Usted es director del Castillo de Grisel, en Zaragoza, y vive en uno de ellos. ¿El contexto vital marca su narrativa?

-No es tan así (risas). Es el tema el que me lleva a lo que me lleva. Pero también está claro que el siglo XVI tiene un potencial enorme y todo lo medieval es muy atractivo. A mí personalmente me encantan los castillos, pero si una historia me reclama otro periodo pues no hay problema. Ahora estoy con una historia de otro tema: los viajes. La forma en la que algunos viajes llegan a cambiar a la humanidad.