La Graílla
Aunque tú no lo sepas
Los músicos callejeros cazan de vez en cuando a alguien con las mismas canciones que a ellos les emocionan
La ola digital
Sexador de poetas
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Iniciar sesiónAunque ellos no lo sepan, hay mañanas en que vale la pena trabajar en el Centro de Córdoba por escucharlos y hay tardes que necesitan un paseo para tentar a la suerte de llegar justo en el momento en que vuelven a sonar versos ... de los que sanan o de los que reabren heridas.
Dicen que sus canciones no son suyas, y aunque sean prestadas, a veces consiguen una comunión extraña entre quien canta y quien escucha, como si entre el corazón de uno y de otro se hubiera tendido un hilo de notas y palabras que se tensara en el momento preciso para que los dos se doliesen en el mismo verso.
Pasó una vez en el Puente Romano. Quien iba con prisa tuvo que detenerse cuando escuchó una de esas canciones que nunca sonó con insistencia machacona en las radios, pero que se hizo clásica para ciertos paladares cuando se había apagado la voz inolvidable que la alumbró. «Aunque tú no lo sepas, / nos decíamos tanto, / con las manos tan llenas, / cada día más flacos», decía el poema de Luis García Montero al que puso música Quique González para que lo cantara Enrique Urquijo, no con Los Secretos, sino con el grupo Los Problemas.
No tenía el menor aditamento industrial en busca del éxito fácil y sin embargo el que cantaba y el que escuchaba, cuando habían pasado más de 25 años desde que se apagó la voz oscura y tierna de aquel gigante sensible, se miraban cara a cara en cualquier calle y se reconocían: los dos tenían el alma arañada por unas mismas notas que habían sobrevivido para gente como ellos sin sombras de radiofórmulas, marketing ni más atractivo que la poesía y la música.
Los músicos callejeros que interpretan las creaciones de otros tienen la virtud de interpelar porque de vez en cuando cazan a alguien con las mismas notas que a ellos les emocionan. En el Puente Romano era 'Aunque tú no lo sepas'; en Gran Capitán, 'El hombre del piano'; en Las Tendillas, 'My Way'; en Cruz Conde, una estupeda versión para flauta de 'Entre dos aguas'.
Todos tienen los pies un estuche o una caja para recoger algunas monedas que se habrán ganado con creces, pero sin haberles preguntado es bello pensar que no lo hacen por un dinero que es siempre insuficiente, sino porque les emociona tanto interpretar ciertas canciones que tienen que compartirlo con los demás y buscar una complicidad con los que pasan al lado que apenas pueden notar: nunca sabrán si lo que les dejan con una sonrisa es cortesía o agradecimiento hondo.
Se extinguieron ya las voces con las que unos y otros conocieron aquella música, pero el paseo por Córdoba tiene todavía la emoción que no encontrará jamás la industria musical de voces deformes, seseos impostados y letras sobre redes sociales: hay tardes en que entre uno y otro lado son capaces de hacer volver de la muerte a quien les dejó a los dos la misma cicatriz.
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