Complejo de superioridad

El pueblo andaluz lleva muy bien las ofensas de los acomplejados, y ni siquiera recurre al desprecio para compensar. El desprecio exige tener en cuenta al despreciado. Y no se desprecia a una ameba, se la ignora. Cuando seres humanos al 3% hacen esfuerzos de estreñido para agraviar a esta tierra acogedora, a la que deben tanto, lo acorde con la historia de cada pueblo es ignorarlos. Mientras ellos ladran, los andaluces miran a lo lejos y pasan, como hace el Guadalquivir.

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José Javier Amorós

Un pollo frito tiene más utilidad social, mayor dignidad política y una inteligencia más evolucionada que el diputado catalán secesionista Josep María Jové. Un político plegable, resiliente y sostenible, ya que no ingenioso. Necesita presumir de superioridad racial, quizá porque en lo más profundo de la sartén se considera inferior al pollo frito.

A uno le han dado siempre mucha risa los seres superiores, y los pocos grandes hombres que ha conocido, ni sabían que eran geniales ni se daban importancia. En cuanto un tonto se desconcierta, empieza a presumir. Con un casero de cortijo andaluz se puede tener mejor trato y recibir superiores enseñanzas que de Oriol Junqueras o de Jordi Pujol, por poner un ejemplo conocido de seres superiores.

Si ellos dos y el diputado Jové son los modelos que tiene la raza catalana para exhibir su preeminencia, no puede sorprendernos que el ministro Óscar Puente tenga aspiraciones en el resto de España. El agudo Jové es portavoz de Esquerra Republicana en el Parlamento catalán, y para pasar el rato, le dijo hace unos días al presidente Illa, ese hombre con cara de frecuentador de tanatorios, que «usted no es el candidato de una comunidad autónoma, como, por ejemplo, Andalucía; es el presidente de un país, de Cataluña».

El joven Jové está acusado de varios delitos en relación con el golpecito de Estado de 2017, y llevaba un cuaderno donde iba anotando los pasos de la rebelión; junto con la lista de la compra, probablemente. La explicación de todo esto podemos encontrarla en el gran escritor valenciano Joan Fuster, un catalanista sin fanatizar, para quien «nada une tanto como una necedad compartida».

Como tienen miedo de no poder sostener el entusiasmo de sí, se pasan la vida comparándose con los demás y diciendo tonterías. Hablan demasiado. «Y la función esencial de la sociedad debería ser el exterminio de los charlatanes». Lo escribió el 'filósofo aullador', Emile Cioran, gran admirador de Santa Teresa de Jesús, una renombrada catalana de Ávila.