Íñigo Prieto: «El garbanzo de Córdoba es agradecido en el paladar y muy tierno tras la cocción; eso gusta al consumidor»

-Esta iniciativa surge en 2019 por el gerente de Cortijo La Reina, José María Cabrera, que llevaba tiempo con la inquietud para la aprobación de una IGP o una denominación de origen protegida (DOP) del garbanzo de la campiña de Córdoba. Él me propuso este proyecto y yo me puse a trabajar y conseguimos en 2022 una línea de apoyo financiero de la Junta de Andalucía a través de la Unión Europea (UE). A partir de ahí hemos podido realizar ensayos también con la colaboración de la Universidad de Córdoba, (UCO), con Asaja, el Ifapa, la Cooperativa Virgen del Campo de Cañete de las Torres, la consultora Dolneo y la empresa Miluma.

-¿Qué antecedentes hay de este cultivo en la provincia?

-El garbanzo es un cultivo que siempre ha existido en la campiña cordobesa desde tiempos ancestrales. El principal motivo es el tipo de suelo existente en la provincia que destaca por su carácter arcilloso. Las leguminosas, como el garbanzo o el guisante, han sido tradicionalmente un producto que se alternaba en la siembra con los cereales. Actualmente la UE limita las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) a la plantación de cultivos como el girasol, lo que hace que este producto sea muy interesante.

-¿Cuáles son las características principales del garbanzo típico que se produce en Córdoba?

-Hay tres cuestiones a destacar. Por un lado, es un garbanzo muy mantecoso a la hora del consumo que destaca por su carácter agradecido en el paladar. Asimismo, un aspecto que busca mucho en el ámbito comercial es su punto de cocción, es decir, que se reblandece con facilidad y resulta muy tierno, lo que gusta mucho al consumidor. Finalmente, hay que destacar que nosotros no nos hemos limitado a una sola variedad, sino que hemos desarrollado varias en la zona, como pueden ser el blanco lechoso, el pedrosillano o el ituci.

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-¿Qué acciones se han llevado a cabo en estos cinco años?

-En este proyecto piloto se han realizado siembras y ensayos en fincas de Córdoba capital, como La Reina, en Pedro Abad, en Santaella, en el El Carpio y en algún otro municipio. Todos ellos tienen una misma dimensión y utilizamos los mismos elementos para poder comparar resultados. Ya hemos conseguido información de cierto interés para poder tomar decisiones sobre qué es lo queremos proteger.

-¿Cuáles son esas conclusiones?

-Sobre todo, estamos consiguiendo datos de rendimientos muy interesantes para el agricultor y de variedades que son más resistentes a determinados agentes que les pueden amenazar, como son la rabia o el fusarium. El calibre también es una cuestión que tenemos en cuenta. Es verdad que por causa de la sequía de estos años no hemos obtenido toda la información que queríamos, pero sí estamos satisfechos con lo que hemos logrado en estos cuatro años.

-¿Qué extensión englobaría la IGP?

-Se incluyen 35 municipios, casi todos los correspondientes a la campiña de Córdoba, entre los que se incluyen Montoro, Pedro Abad, Lucena, Montilla, Moriles, Santaella y Posadas, entre otros. No tenemos un cálculo exacto hecho, pero podemos estar hablando de varios miles de hectáreas. Teníamos el temor de que la Junta no aceptarse este proyecto al englobar a tal extensión de tierra, pero no ha sido así, ya que el Gobierno andaluz nos ha animado a seguir adelante.

-¿Qué pasos quedan para que este proyecto se convierta en una realidad y cuáles son los plazos que manejan?

-Cuando se quiere poner en marcha una nueva IGP es necesario elaborar una memoria y un pliego en el que se argumente las razones del proyecto, el producto que se defiende, cuáles son sus características principales y en qué zonas concretas se quiere desarrollar.

Para la elaboración de esta documentación llevamos más de dos años investigando, algo para lo que hemos contado con la colaboración de varios profesionales del grupo operativo que han hecho una revisión bibliográfica muy extensa acerca del garbanzo de Córdoba. También hemos tenido reuniones con expertos en este cultivo en otras zonas de España. Hemos registrado una marca en la oficina de patentes. Nos gustaría solicitar formalmente a principios de este año la petición con una primera reunión con la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural. Lo normal es que todo el proceso dure entre seis meses y un año, por lo que pretendemos que antes de acabe de años la IGP pueda ser ya una realidad con el visto bueno definitivo de la UE.

-¿Qué beneficios tendría para el campo cordobés esta nueva zona de protección?

-Creemos que son muchos. En primer lugar, ayudará a los agricultores a unirse y tener unos mismos criterios de acceso a la semilla, siembra y plantación. El consejo regulador será el encargado de facilitarles todas estas cuestiones para que finalmente se obtenga un garbando de calidad. También pensamos que tendrá beneficios a nivel comercial porque vamos a crear una marca para que se identifique al garbanzo de la campiña cordobesa. Queremos defender nuestro producto frente al hecho de que gran parte de este cultivo que se consume en España actualmente es de origen mejicano.