Ida Vitale abre Cosmopoética en Córdoba: «La concisión es una buena actitud; evita que el lector se vaya»

Sí, desde este viernes Córdoba vive en el mundo especial de Cosmopoética y muchos andan buscando en la voz de los autores, y eso harán todos los días el chispazo, la inspiración y la pregunta que les haga recordar por qué leen la poesía.

El festival literario, consolidado como uno de los grandes del género, comenzó con la voz de alguien que más que poeta es una figura totémica de la literatura. Ida Vitale (Montevideo, 1923), está a poco más de un mes de cumplir los cien años y pisó tierra de Córdoba con espíritu de risa y soltando versos conforme hablaba.

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Sin pensar en lo que iba a leer, porque dejó que fuera el azar el que dictara qué escucharon los que abarrotaban el Teatro Góngora para abrir el libro de Cosmopoética 2023. Ida Vitale a su edad sigue comportándose como escribe: «¿Hay río aquí? ¿El Guadalquivir? ¿Qué significa?». Luego remata: «Perdón por hacer preguntas indiscretas».

Y poco después sigue riendo y dice que quienes la eligieron para inaugurar Cosmopoética «son unos inconscientes». Su río, el de la Plata, está fuera y separa a su país de Argentina, dijo. «¿Cree que cumplir cien años es para celebrar? No faltará el que diga todavía», ríe.

Su charla está llena de sorpresas: «La poesía no es lo que más me gusta. Me gustaría haber escrito una gran novela, porque siempre me gustó mucho más leer prosa que poesía». Si no quiso narrar es porque no se atrevió. Su casa estaba llena de buenos libros, y ya había leído a Tolstoi «y más valía abstenerse».

Para Ida Vitale, «quizá la poesía sea menos necesaria que la prosa, y la gente lee mucho más prosa que poesía por algo». Será el que a todo el mundo le gusta que le cuenten cosas y ella amaba las largas, como 'Guerra y Paz', porque evitaban la sensación de que «se terminaba el libro, que era una sensación espantosa».

La memoria de Ida Vitale vuelve a los años en que los poetas españoles exiliados recorrían América. Rafael Alberti «pasó allá algunos años de la Guerra» y sobre todo recuerda a José Bergamín. «No escribía poemas, era otra cosa, pero le guardo mucha gratitud, porque tenía muy buen mal humor», dijo. Es una de sus paradojas y risas, que afloran a cada paso.

Por eso responde con él cuando se le pregunta de dónde sale ese sentido del humor imprevisible y sorprendente: «Sale de las cosas malas que una ha vivido, supongo, porque es como una defensa, un anticuerpo». Más: «¿Qué dejo traspasar en mis poemas? No sé, el aburrimiento, quizá».

Estar en el Góngora le recordaba al teatro, porque en el Montevideo de su juventud era una de las grandes ventanas al mundo de la cultura. «Había mucho bueno y todo llegaba. Quise hacer un grupo, pero después me aparté más del teatro», dijo.

Llegaba entonces otra de las paradojas: «Uruguay disfrutó de la guerra europea, espantosamente, cuando se benefició de las compañías que llegaban. Venían compañías italianas, francesas y españolas, que recorrían América sin volver a Europa». Lo recuerda con cariño.

Ida Vitale confiesa que en algún momento no tuvo la paciencia suficiente para leer poesía. La adquirió con el tiempo. Su verso es corto y su poema es breve, pero concentrado. Un ejemplo: «No desfilar ya nunca / y no admitir palabras/ que pongan en la sangre / limaduras de hierro».

¿Por qué esa concisión, entonces? «En general he preferido la cosa breve, porque ocupa menos tiempo... al lector. ¿Al escritor? Bueno, hay mucho que tachar. La concisión es una buena actitud, el evitar que por la mitad el lector se vaya a otra cosa». Una receta de su poesía.

Su último libro es de hace apenas dos años y en 2019 recogió el premio Cervantes como reconocimiento a su trayectoria, que ha tenido que vencer ideas erróneas, como la de que la poesía tiene que ser narrativa: «Eso es un disparate». Y la lectura también, cuando uno es pequeño, «es un azar, sobre todo de pequeño, cuando hay que optar por los libros que hay en casa».

Después de la palabra de Ida Vitale la poesía tomó la forma de la música en la voz de Nacho Vegas. Se confesó abrumado por la responsabilidad: «Poco se puede hacer que quede a la altura, pero también es un honor actuar después de Ida Vitale». Y él, como músico, escogió un repertorio sobre la música popular, la poesía y la transmisión de los versos populares a través de los trovadores, que los llevaban de un lugar a otro.

A partir de ahí se propuso unir música y poesía, y él ya conoce por dentro Cosmopoética y admira su modelo, y trajo también su repertorio de canciones, las que le han forjado su voz propia. «Creo que Cosmopoética demuestra que la poesía también está en la música». Él mismo ha publicado algún libro, pero la trata con todo respeto. Desde ahora se hablará en versos por muchos rincons de la ciudad.