El Norte del Sur

Digna, que no es poco

Fue evidente desde el inicio de la Cabalgata que lo que teníamos ante nuestros ojos había salido de la cabeza de alguien que sabía qué estaba haciendo y cómo tenía que hacerlo

La Cabalgata de Reyes deja por fin la Estrella de Oriente bien alta en Córdoba

La Cabalgata estuvo bien. Digna, profesional, decente. Que no es poco. Quien se queje es que tiene poca memoria. ¿Mejorable? Claro, como todo en la vida. ¿Que faltaron caramelos? Puede ser. En otra ciudad ese error podría ser grave, pero en la ... que vivimos no puede pasar de un detalle. Estuve el día 5 de enero cerca del estadio de El Arcángel desde que las carrozas estaban formándose, poco después de la sobremesa. Iba con cierto temor: el temor aprendido por los muchos años de tardes vacías de la víspera de Reyes de verme en el periódico sin saber muy bien qué escribir, porque lo que había visto no había manera de contarlo de pura vergüenza o vacuidad. De verme con el papel en blanco y de enfrentarme al dilema de contar la verdad, la verdad que tantas veces hemos visto: la del cortejo que daba pena, que no daba la talla y cuyo relato le amargaba la amanecida a los niños que saben leer y a los adultos que conservan la costumbre. Pero el otro día comprendí pronto, antes de que Gaspar llegase al Puente de San Rafael, que la cosa estaba funcionando. Que no desilusionaba. Que en vez de tristeza aquello desprendía no digo ya que alegría pero sí que cierta compostura. Lo que fue evidente desde la misma plaza de Santa Teresa, donde empezó la fiesta de verdad, era que lo que teníamos ante nuestros ojos había salido de la cabeza de alguien que sabía qué estaba haciendo y cómo tenía que hacerlo. La vida se resume en detalles, así que yo me fijé en los disfraces de los superhéroes que iban justo detrás de la cabecera, que era una bailarina encaramada a un pájaro azul articulado. Lo escribí en la crónica del paseo de Melchor, Gaspar y Baltasar: que Superman y Spiderman parecían Superman y Spiderman por más que fueran cabezones y amorfos, y no se asemejaban como otras veces a secundarios de tercera vestidos con los retales de los disfraces del todo a cien de la esquina que está a punto de cerrar porque ni la gente del barrio entra ya. Se quejan el PSOE y Hacemos, que no sabemos muy bien qué hacen, y a Hurtado, que es un tipo listo además de hiperactivo, dan ganas de darle el teléfono de Ambrosio para que le cuente el episodio fallido de la Cabalgata en la que iba a llover y al final lució el sol. Que lo del otro día estuvo bien, hombre.

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