Investigación
Detectives privados en Córdoba: de las alcobas a la vigilancia a directivos
TRABAJO DIARIO
En la ciudad operan cuatro agencias de investigadores que tienen por principales clientes a empresas y mutuas que sospechan de fraudes
El escaqueo en el teletrabajo dispara un 50% las consultas a detectives privados
Córdoba
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Iniciar sesiónUn hombre de setenta años se siente solo. Hace unos meses que ha enviudado. Vive en Granada. En los ratos sin compañía, con la casa vacía, echa de menos a su esposa fallecida y también a un amor fugaz que tuvo de joven.
Él ... era un chaval y le mandaron a hacer la mili en Córdoba, y en los paseos de permiso conoció a una chica. Se enamoraron. Él se licenció, volvió a su ciudad. Ella se quedó aquí. Hubo algunas cartas, quizás un par de llamadas telefónicas. Pero la vida les separó: cada uno hizo la suya. No volvieron a verse. Él se casó con otra mujer; ella, con otro hombre.
Y cincuenta años después del romance fugaz el viudo se planta en el despacho de detectives privados Abarán&Aranda, situado en la avenida de Guerrita, para que encuentren a la que fue su chica, que ya era una anciana. «Teníamos poca información: una dirección en una postal que él conservaba. No fue sencillo. Tuvimos que reunir más pistas. Pero la localizamos. Ambos tuvieron un encuentro, se vieron tantos años después. Nos llegó que ella, a diferencia de él, no había sido feliz en su matrimonio. No sabemos ya cuánto más dio de sí la historia», declara uno de los investigadores privados del citado bufete que opera en Córdoba, uno de los cuatro que están funcionando en la actualidad en la capital.
Los tres despachos con los que ABC ha contactado coinciden en que al menos el sesenta por ciento de los casos que llevan tienen que ver no con las infidelidades o los asuntos del corazón, con los que de un modo recurrente se relaciona al sector, sino con los fraudes a las empresas y a las mutuas y compañías de seguros.
«Trabajamos sobre todo para las compañías, públicas o privadas, que quieren obtener datos sobre sus empleados: hacemos informes prelaborales o sobre supuestas bajas fingidas, controlamos a comerciales y a directivos, así como el absentismo», suscribe en este punto Pedro M., de Pegama Detectives y con 25 años de experiencia.
«Una veces hay que ir con traje, otras en chándal o mono de almacén, y otras ser un mendigo»
Pedro M., Pegama
«Luego están los temas entre particulares, de los que el ochenta por ciento tiene que ver con la modificación de los convenios reguladores del divorcio en el juzgado, sobre todo si hay menores de por medio: atendemos asuntos relativos a las pensiones compensatorias, la custodia de los hijos en común y a los comportamientos dudosos del padre o de la madre con los niños», añade.
Pedro M. pone de ejemplo una pesquisa reciente. «Un pareja se separa y ella le exige a él una pensión compensatoria porque aseguraba que durante el tiempo que habían vivido en común no había trabajado fuera de casa y que tampoco lo hacía una vez que se separaron. El exmarido tenía constancia de que eso era falso, porque aseguraba que se dedicaba a limpiar casas y cobraba en manos sin que esas cantidades quedaran registradas en ningún sitio», relata.
«Nos pusimos en marcha y, siempre dentro de los márgenes de la legalidad, hicimos un seguimiento a esa mujer y los domicilios en los que trabajaba: comprobamos que el hombre estaba en lo cierto y que ella ingresaba en negro mil euros al mes, y aún así seguía pidiéndole la compensatoria», concluye el titular de Pegama.
Mentiras
La sospecha de una mentira está en la raíz de casi todas las consultas a las agencias de detectives. La duda se infiltró en la mente de la madre de una joven que hace unos años compatibilizaba sus estudios en Córdoba con un puesto de representación comercial en una empresa multinacional.
La mujer, que vivía en una ciudad cercana, se plantó en la sede de Abarán&Aranda con un encargo muy claro: que averiguaran todo lo posible sobre el novio que se había echado la chica, y al que conoció en un viaje a un país caribeño para asistir a un evento.
«La manera de hacer las indagaciones era pasar unos días en el sitio en el que la pareja se había conocido: me pasé allí diez días», comenta el investigador, que cruzó el Atlántico y se hizo amigo del chico que le había contado a su nueva novia, la hija de la cliente de Abarán&Aranda, que pertenecía a una familia pudiente, que su padre era directivo de una gran compañía, y que él no tenía compromiso sentimental alguno en el momento en el que iniciaron la relación.
«Hay mucho intrusismo: ahora con un móvil cualquiera se cree que es detective»,
Rafael Jiménez, Alter
«Me hice amigo de él y averigüé todo lo que pude de su vida, que no fue poco», completa el profesional, que al cabo de en torno a un mes le puso encima de la mesa de su despacho a la madre de la joven un pormenorizado dossier que daba cuenta de que el novio de la niña no era adinerado sino pobre, que no estaba soltero sino casado, que su padre no estaba encumbrado en ninguna corporación sino que vendía billetes de autobús en una pequeña ciudad. «La pareja rompió cuando la verdad trascendió, pero luego me llegó que habían vuelto», concluye.
Rafael Jiménez, de la firma Alter, es un veterano en la profesión, y está convencido de que las nuevas tecnologías han cambiado la forma de cumplir con su cometido. «Ahora casi cualquiera puede ser detective privado: con un móvil se pueden hacer muchas cosas; de ahí que haya tanto intrusismo en nuestra profesión a pesar de que España es uno de los países en los que hay una regulación más estricta sobre nuestra actividad», señala.
Jiménez coincide con sus colegas en que las empresas que quieren obtener información de algún miembro de su plantilla suman la mayoría de los clientes. «No es muy habitual, pero me ha tocado meterme a trabajar en una oficina como secretario porque la firma sospechaba que uno de sus empleados le pasaba información a la competencia: en estos casos el empresario necesita un argumento moral para despedir al trabajador en cuestión y recurre a nosotros para obtener pruebas. Y en el asunto en cuestión demostramos que el investigado era en efecto tóxico y no cumplía con sus obligaciones», resume el responsable de Alter.
«También me he tenido que meter durante un tiempo en un almacén como si fuera un mozo para saber quién se estaba llevando mercancía: estar dentro de un empresa es la mejor manera de sacar información», sostiene.
Camaleónicos
«Tenemos que ser camaleónicos: unas veces hay que ir con chaqueta y corbata, otras con chándal y zapatillas de deporte y otras con un mono de mantenimiento, o ser un mendigo», tercia Pedro M., que también ha recibido encargos de compañías relativos a su personal.
«Un hombre de 70 años, viudo y de fuera, nos contrató para que diéramos con su novia de la mili»
Abarán&Aranda
Uno reciente tuvo por escenario el norte de la provincia de Córdoba, «donde una firma importante con sede en Madrid tenía sospechas de que el directivo que la representaba en la zona no hacía lo que decía que estaba haciendo» y mentía sobre su desempeño, narra el titular de Pegama.
«Colocamos cámaras en el exterior de la oficina a la que él tenía que ir e hicimos seguimientos continuados, y la investigación concluyó con que este hombre estaba engañando a sus jefes, que acabaron por despedirlo», resume.
Estas indagaciones se prolongaron durante varias semanas, cuando otras se resuelven mucho más rápido. «Las infidelidades amorosas se descubren en dos o tres días: suele ser sencillo reunir pruebas porque la gente se relaja mucho cuando está en esas cosas», concluye Pedro M.
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