Mientras los efectivos del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS) del Ayuntamiento de Córdoba se afanaban en controlar todo resquicio de llamas y estructuras, la oscuridad, el humo, el agua empleada en apagar el fuego y los primeros daños cobraban protagonismo.
Los arcos bicolor tan característicos de la Mezquita de Córdoba o el retablo de la propia capilla afectada ofrecían ya el primer impacto visual, en un ambiente asfixiante y aún más oscuro por la madera quemada.
La cubierta de la capilla de la Encarnación aparecía desplomada y la del almacén estaba enormemente dañada, las puertas de las capillas colindantes (Batipsterio y Espíritu Santo, de reciente restauración) abiertas y los propios bomberos refrescando cada rincón de la zona más afectada. Los primeros daños empezaban a evaluarse durante esta primera madrugada a la par que se comenzó la limpieza de esta parte, históricamente, más reciente, de la configuración del monumento declarado Patrimonio de la Humanidad y Bien Excepcional Universal por la Unesco.
Pese a este aspecto, la Mezquita-Catedral de Córdoba ha abierto sus puertas con normalidad este sábado para los miles de turistas que estos días la conocen, aunque la parte afectada por el incendio ha quedado acotada para seguir las labores de limpieza, análisis y cuidado.
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