Coliseo San Andrés: la nueva vida del cine de verano más antiguo de España

Al día siguiente, los periódicos locales realizaban la crónica de la apertura del nuevo cine de verano que hoy día es uno de los más antiguos de España. Lleno absoluto, alabanzas para el ambigú y la belleza de las acomodadoras centraban unos elogios que hasta llegaba al «magnífico» lavabo de señoras y el «esmerado» de caballeros.

El Coliseo San Andrés lo abrió la empresa Cabrera, que durante décadas fue una de las que tuvo más peso en la exhibición cinematográfica en Córdoba. Se puso en marcha en un momento en que el séptimo arte se consolidaba como una de las formas de entretenimiento más populares.

En la capital, llegó a haber decenas de cines a cielo abierto. Pero, al avanzar el pasado siglo, fueron desapareciendo por la pérdida de público, debida a la generalización de los viajes vacacionales o al auge del vídeo. El Coliseo San Andrés fue uno de los que subsistió porque desde 1986 lo gestionaba el empresario y coleccionista cinematográfico Martín Cañuelo. Él fue clave para que sobrevivieran otros tres: Delicias, Olimpia y Fuenseca, que acabó comprando.

La trayectoria del Coliseo San Andrés estuvo recientemente a punto de truncarse, junto a la de los otros tres recintos culturales citados, pues Cañuelo moría en abril del 2023 de forma inesperada por un infarto a los 61 años.

Los cines de verano no abrieron el estío pasado -el recinto más veterano sólo tuvo otros dos fundidos a negro: 1937, por la Guerra Civil, y 2020, por el Covid- y su destino se complicó por cuestiones de herencia y por su antigüedad, que los hace más susceptibles de deterioro por falta de mantenimiento. Este año, los herederos de Cañuelo recuperaron la programación en Fuenseca y Delicias. Pero no en el más antiguo, el San Andrés. Finalmente abrió hace unas semanas en una nueva etapa, gracias a José María Casado, empresario baenense que tiene otro cine de verano en su pueblo natal, además de gestionar otros de invierno en varias ciudades de España.

El padre de Casado inauguró el cine de verano de Baena en 1962, y él nació en noviembre, sólo se perdió la primera temporada. «Yo me he criado en esto, he conocido la silla de anea y las máquinas de carbones, he pasado por taquilla, bar, portería, tengo el título de operador y hasta regaba el cine», ha recordado con respecto a su trayectoria en el local paterno, del que recuerda hasta la primera película que vio, 'Cimarrón', una del oeste protagonizada por Glen Ford. «Las películas eran de celuloide y venían hechas polvo, llenas de roturas por emitirse en otros sitios y se agarraban a la máquina, produciéndose muchos corte», ha recordado. «Además tenías que comprar las películas por lotes, así que te llevaba dos o tres buenas junto a diez o doce malas».

El empresario le ha confiado la gestión del Coliseo San Andrés a otros de los nombres más conocidos de los cines de verano de Córdoba, Javier Gómez, quien fue responsable del cine de verano de la plaza de toros desde el año 2000 hasta la pandemia. Precisamente su primer contacto con el cine de verano fue exactamente en el mismo que dirigiría desde principios del siglo XXI, pero cuando era gestionado por los Sánchez Ramade, familia que lo gestionó hasta 1984.

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Allí de niño fue el encargado de cambiar los carteles no para sacarse un dinerillo, sino para que precisamente le dejasen entrar gratis: «iba con un compañero y como éramos tan bajitos teníamos que subirnos a hombros», ha rememorado. Curiosamente su vida iba por otros derroteros, pues de adulto regentaba la peluquería familiar que fundó su abuelo en la calle Sevilla, pero el gusanillo se le había quedado. Cercano al mundo taurino, cuando tuvo oportunidad se quedó con el mismo cine de verano que de pequeño le embelesaba. Y ahora con el Coliseo San Andrés.

Cuando se hizo cargo del cine más antiguo de Córdoba indica que casi le entra una depresión. Los jaramagos acumulados en dos años llegaban al metro y medio. Las naranjas de los naranjos estaban en el suelo podridas. Todo parecía especialmente dañado. Sin embargo su equipo consiguió remozarlo y ya luce como siempreo mejor. La única parte irrecuperable, y que por ello está tapada, es un teatro aparte que tiene el propio cine y que ya estaba desde hace mucho impracticable. Gómez está buscando ahora carteles y entradas antiguas, porque en ese pequeño teatro hubo grandes actuaciones. De momento queda en un segundo plano.

Porque el primer plano, claro está, es para el cine. En la sala de proyección se puede ver la antigua máquina de proyección junto a la nueva digital. Es el territorio del proyeccionista, Rafa Gamero, que entró en la profesión poco a poco ocupándose de otras materias en el comentado cine de la plaza de toros. «Empecé con las películas de 35 mm., que tenían rollo, y unos cinco años antes del cierre por la pandemia nos pasamos al digital, lo que tiene una parte un poco melancólica, ya que te das cuenta de que es un oficio que se ha perdido».

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Ambos proyectores parecen simbolizar generaciones diferentes. Justo como las que se dan cita en el cine una noche cualquiera. Lourdes Gómez lleva por primera vez a su hijo, Pablo Soriano, a quien le han regalado un póster enorme de la película emitida. Está tan ilusionado que se puso en primera fila. «Quería que conociera el cine de verano, que de chica lo recuerdo cuando había muchísimos, y justo es éste al que yo solía ir más junto a otro que había en mi barrio, el Naranjo, se llamaba Macaji y dejó de funcionar a mediados de los 80».

¿Mantendrá el niño Pablo Soriano la afición que trata de inculcarle su madre? Si atendemos a la devoción que tiene otro de los espectadores, Domingo, de 81 años, sin duda hay cinéfilos de verano para rato. «Empecé a ir al Goya, que estaba en la Ribera, y recuerdo el Realejos, el Santa Isabel, San Cayetano, el Avenida, que estaba en Fleming, el Benavente, el Delicias...». Domingo hace un gesto que indica que había muchos, pero muchos más. Además le gusta disfrutar de este pequeño placer del cine de verano tranquilamente, en solitario, desde hace años.

El Coliseo San Andrés, además de antiguo y de tener un teatro anexo, tiene otra peculiaridad. Y es que cuenta con dos casas habitadas que dan hacia su interior. En una habita un vecino y en otra Ana Karina García Márquez y Paola Andrea Gómez junto a su tía, que las ha acogido. Proceden todas de Venezuela. «Vivir en un cine de verano es una experiencia fascinante, nos entretenemos bastante por las noches, bajamos y disfrutamos del aire», han explicado. Parece que el ruido no les molesta en absoluto, solamente algún reflejo de la pantalla que entra por la ventana en alguna habitación. Eso es vivir el cine y vivir en el cine.

Además de las 400 butacas, el Coliseo San Andrés cuenta en las filas de detrás con un apartado con mesas para reservas, por si alguien quiere disfrutar del ambigú tranquilamente sentado con sus amigos o familia. Para ello, cada persona recibe un bono de diez euros que debe ir gastando. La oferta se basa sobre todo en molletes variados y algunos productos cárnicos sencillos.

Los nuevos responsables empresariales y gestores se han arriesgado a alquilar este sitio por tan sólo un año, por lo que si no hubiese renovación, y dadas las obras de reforma que han sido necesarias, tendrían notables pérdidas con total seguridad, pero esperan sin duda volver el año que viene. De momento la acogida está siendo excelente dentro de una oferta que se decanta por el público familiar. De hecho el cine reabrió este año estrenando con otros puntos del país 'Padre no hay más que uno 4'. Luego han llegado 'Del revés 2' o 'Deadpool y Lobezno'.

«Don Antonio Cabrera Díaz nació para ser empresario de espectáculos y viene demostrando su vocación con acierto. Ahora ha inaugurado el Coliseo San Andrés y cuenta dos llenos en dos noches. Al frente de sus negocios es y será siempre un gran empresario el señor Cabrera, a quien felicitamos por sus éxitos» Son palabras del diario El Defensor de Córdoamba, el 21 de junio de 1935. Desde entonces, otros empresarios han mantenido viva la llama de un tipo de cine que aúna la cinematografía y las vivencias tradicionales de las familias, puesto que el cine de verano en Córdoba es mucho más que ver una película.

'Los crímenes del museo', 'La locura de Shangái', 'Un amor en España', 'Duvalles estafador', 'El difunto Tupinel', 'Calamidad con suerte' o 'Años en Sing-Sing' fueron las películas que sucedieron a 'Sor Angélica' en 1935, prácticamente se sucedían una distinta cada noche. El próximo año se cumplirán 90 años de aquellos días.