EL NORTE DEL SUR
Crueles desgraciados
A ser violento se aprende. Y la primera escuela, para lo bueno y para lo malo, es la familia
Docentes 'desbordados' por el acoso escolar en Córdoba: más formación, protocolos más operativos, refuerzo en orientación
El llamado acoso escolar es la prueba de que los hombres de pequeña estatura moral tratan de vengarse de sus infortunios atacando a los demás. «Debes de ser muy desgraciado para mostrarte tan cruel», diagnosticó la gran poetisa victoriana Elizabeth Barrett Browning, de vida ... triste, aunque no airada. En los centros públicos cordobeses hay escolares que son un contradiós en formación, agresivos y dañinos como el presidente del Gobierno. Así debió de empezar su carrera política Pedro Sánchez, empujando contra la pared a sus compañeros de parvulario y zancadilleando a los de universidad, hasta que unos desaprensivos le hicieron la tesis doctoral por el acreditado procedimiento sanchista del plagio. Ahora, Sánchez empuja y zancadillea a millones de españoles, mientras plagia los peores sistemas gubernativos de la historia de la humanidad, porque hasta para ser ejemplar en el mal le faltan cualidades. Lo imita todo, menos el bien.
Sobre el acoso escolar en la escuela pública cordobesa viene informando regularmente el sindicato CSIF. Profesores y alumnos, sin más culpa que compartir aula con sus agresores, sufren la cólera de hoscos insatisfechos de sí mismos. Los profesores piden ayuda, pero reciben consejos, de manera que Córdoba se encamina hacia la autodidaxia, ya que los profesores acabarán considerando menos peligroso ingresar en los Geos, la unidad de élite de la Policía Nacional. Y a ver qué acosador se atreve con ellos. Según el CSIF cordobés, la situación de vulnerabilidad de profesores y alumnos ante las embestidas es alarmante. Quiere eso decir que unos pocos escolares, con la cabeza y el corazón infrautilizados, abusan de la inmensa mayoría, entre la que habrá, seguramente, ejemplares de la especie humana de un metro noventa, con dos manos grandes como jamones ibéricos. En un informe anterior, porque no hay nada nuevo bajo el sol de la indiferencia, el sindicato cordobés de enseñantes se queja también de la participación de algunos padres en la violencia contra los profesores. Hay niños, pues, que vienen enseñados de casa. Porque el niño es un ser de influencias, y lo que es, lo es porque lo ha aprendido. A ser violento se aprende.
Y la primera escuela, para lo bueno y para lo malo, es la familia. En ella aprende el niño a respetar a su prójimo, y de ella recibe las primeras normas y los primeros límites para que la convivencia sea armoniosa. Como los hijos no son un objeto de consumo emocional, y tenerlos, para amarlos y educarlos en el bien, va en contra de la propia comodidad, no estaría de más responsabilizar también a los padres de la irresponsabilidad de los hijos. Ni la palabra disciplina ni la palabra autoridad deben quedar excluidas de un sistema educativo blandito y tontorrón, fundamentado en que, para el legislador, educar es consentir. Sólo la educación puede impedir que los acosadores de hoy sean los gobernantes de mañana.
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