Otra de Almodóvar: entre Zipi, Zape y el Pelargón
Al tiempo que se inventa golpes de Estado y hambrunas, el manchego sigue haciendo películas. Dice que la próxima se llamará «Silencio», y no, no parece autobiográfica
HA vuelto. La patria de los perplejos venía echando de menos sus atinados y primorosos análisis sobre la realidad y las grandes exclusivas de lo que de verdad y de buena tinta ocurre en la escena política. Sin ir más lejos, el año pasado por ... marzo se cumplió una década de aquel notición del siglo con que sorprendió a media España y mandó a los albañiles a toda la profesión periodística, que no se enteró de nada: el PP intentó dar un golpe de Estado entre los atentados del 11-M (casi doscientos asesinados) y las elecciones del domingo siguiente... Y se quedó tan ancho.
Esta semana ha regresado. Y lo ha hecho para anunciar –otra exclusiva– el título de su próxima película. Se llamará «Silencio», y aún tiene que elegir el reparto. Pero, aprovechando la coyuntura y el micrófono, volvió a soltarse en la prensa anglosajona: «Nunca habría pensado que viviríamos una situación social como la que estamos viviendo en España, volvemos a escuchar problemas como el del hambre de los años cincuenta, cuando nací. Este Gobierno no quiere escuchar a la gente. Han sido tres años horribles, pero en las elecciones todo va a cambiar». Ya lo sabe usted: España está a punto de Pelargón y se muere de hambre, como en los años cincuenta, cuando nació Pedro Almodóvar. (Que en realidad nació en los cuarenta, pero cuando uno ya tiene edad de jubilación se le disculpa su acomodo en la coquetería).
Entre anunciar imaginarios golpes de Estado y hambrunas, el director de Calzada de Calatrava sigue haciendo películas. La última se llamó «Los amantes pasajeros» y no figuró entre las treinta más vistas de todas las estrenadas en 2013. En el apartado de «cine español», le batió claramente «Zipi y Zape y el club de la canica». La competencia fue feroz ese año y, visto con perspectiva, no fue tan desastroso caer ante una obra que narraba las peripecias de los hijos de Pantuflo Zapatilla y doña Jaimita. En realidad fue el tercero, porque una película titulada «Mamá» también sedujo más al público.
Pero no estuvo mal, sobre todo porque contuvo la hemorragia de espectadores que el realizador arrastra desde 2006. Si ese año con «Volver» consiguió sentar en la butaca a 1,9 millones personas, con «Los abrazos rotos», en 2010, la cosa no llegaba a 700.000. Para resarcirse y demostrar que el éxodo de seguidores solo respondía a una simple pájara, al año siguiente se deshizo de su inveterada pereza y filmó «La piel que habito», con la que –¡vaya por Dios!– no llegó a vender 400.000 entradas. Para encontrar la cima del tirón de taquilla del creador manchego hay que remontarse a 1988, cuando con «Mujeres al borde de un ataque de nervios» superó los 3,3 millones de espectadores, esto es, casi diez veces más que los que fueron a ver cómo Antonio Banderas intentaba sacar lustre a la piel de Almodóvar. Por tanto, hay que meterse en su pellejo y entender su irrupción en el comentario social y la política-ficción: sus últimas producciones son vapuleadas al amanecer, a mediodía y de noche, sin misericordia, por casi toda la critica especializada, y es mejor que se hable de esto y de aquelo antes que de los trastazos en la taquilla.
Vuelve Almodóvar, con exclusivas y con «Silencio», a medio camino entre Zipi, Zape y el Pelargón.
Otra de Almodóvar: entre Zipi, Zape y el Pelargón
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete