Andalucía marca la diferencia en los Premios Nacionales de Artesanía con un galardonado y tres finalistas

La decimosexta edición del certamen reconoció el uso pionero de las cristalizaciones de cinc que lleva a cabo el ceramista ubetense novel Alfonso Góngora Cruz

El ceramista premiado Alfonso Góngora ABC

Andalucía volvió a sobresalir en los Premios Nacionales de Artesanía, demostrando que es uno de los referentes de España en ese oficio que vincula la tradición con la vanguardia a través del diseño.

Los galardones, que convoca anualmente el Ministerio de Industria, Energía y ... Turismo, reflejan lo mejor de la producción de pequeñas y medianas empresas de todo el territorio nacional a través de cuatro categorías: la general, que reconoce trayectorias consolidadas; la de Producto, focalizado en colecciones concretas; la de Emprendimiento, que busca dar empuje a artesanos noveles; y la de Promoción, con la que se da su sitio a entidades públicas o privadas que velan de manera activa por el desarrollo y la consolidación de la artesanía. Andalucía ha estado presente en tres de ellas, con opciones finalistas e incluso un centro de producción premiado.

No es ninguna casualidad. Basta con echar la vista atrás a lo largo de las quince ediciones previas de estos Premios de la Fundación EOI para entender el peso que tiene la tierra en estas labores. Ya en el estreno de 2006 la balanza se inclinó hacia el sur, con el Primer Premio Nacional de Artesanía otorgado al alfarero ubetense Juan Martínez Villacañanas 'Tito', y el palmarés autonómico no ha hecho más que agrandarse año tras año.

Como muestra, el fallo favorable hacia los artesonados mudéjares de Paco Luis Martos (artesano del mismo rincón de Jaén) en la categoría principal del año anterior (2022); el triunfo del artesano del cuero José Luis Bazán, desde su taller de Grazalema, en el mismo rango en la edición precedente; o el de AyF Tejedores, que posicionaron sus creaciones textiles hechas en el corazón de Cazorla (en Orcera) con el Premio Producto 2020.

De esta forma, el jurado volvió a sublimar lo que había dado de sí el último año para Andalucía. Por una parte, con una nominación para el Museo Hornos de la Cal de Morón (de la Frontera) y otra para el proyecto ADA (Artesanía + Diseño + Arte) de la Universidad de Granada, en esa doble vertiente que recoge el Premio Promociona.

Ninguna de estas dos entidades son desconocidas para el certamen, en tanto que ya han sido finalistas de ediciones anteriores por su incansable labor de puesta en valor de la artesanía y su constante pulso por dar visibilidad al sector «en un entorno favorable y de prestigio», como se recoge en las bases del concurso. En el primer caso, por ser el primer paso de una red más amplia de centros basados en saberes asociados a la cal tradicional, con el beneficio cultural e incluso medioambiental (destaca su absorción de CO₂) que ofrece la creación de este producto tradicional. En el segundo, por vincular la artesanía a la economía circular, la sociología, la ingeniería de materiales, la robótica, el arte y el diseño, la educación, la ingeniería de computación o el marketing digital, fruto del acuerdo de colaboración entre la UGR y el Centro Albayzín de Artesanía.

Asimismo, en la categoría de Producto se consideró como una de las tres mejores opciones la de El Arte del Olivo, una pequeña empresa de Torreperogil que elabora utensilios a partir de la poda del olivar, si bien el premio recayó finalmente en el cestero pontevedrés Álvaro Martínez Leiro. Galicia suele ser otro de los focos de producción artesana que marcan la diferencia en estos galardones.

Cristalizaciones de cinc

Es evidente que Jaén, y más concretamente la Comarca de la Loma, tiene mucho que decir en lo que buena perspectiva artesana se refiere. Y no hay mejor ejemplo que el de Alfonso Góngora Cruz, que acaba de recibir el Premio Emprendimiento de 2023 por su cerámica realizada a altas temperaturas.

Su caso es el de la sexta generación de una familia de alfareros de Úbeda en el que, con un prisma más innovador, se ha virado hacia otras formas de trabajar los materiales. «En la alfarería tradicional se utiliza el barro normal, que se cuece en torno a 1.000 grados. En mi caso utilizo gres o porcelana y lo someto a 1.300º, lo que da como resultado acabados y efectos totalmente distintos y además piezas mucho más duras», explica Góngora, que además crea sus propios esmaltes. Uno de esos procedimientos es la cristalización de cinc, que se realiza de manera muy puntual en España por la dificultad de la técnica, y que produce «macrocristales muy espectaculares, que no se habían hecho antes en la provincia a pesar de la gran tradición alfarera que hay por aquí».

Su catálogo pasa por piezas que tienen un encaje muy efectivo en la restauración pero también por obras más creativas, con las que reivindica el peso y calidad de Jaén. «Aunque estamos en 'la periferia de España', somos punteros en artesanía, porque tenemos mucha y muy buena», explica Góngora. De hecho, su propuesta le ha garantizado el aval de la Diputación de Jáen (la inscripción en el certamen no es a través de una autocandidatura, sino que debe mediar una entidad o empresa que acredite que la producción en cuestión es digna de optar al galardón), una institución que no ceja en el empeño de apoyar la artesanía provincial con esta y otras medidas como el aplaudido 'Proyecto Craft in Progress'.

En cualquier caso, Alfonso Góngora reconoce que «tras muchos años yendo a ferias, a hacer demostraciones, educando en artesanía pero sin ver frutos», el tiempo le ha dado la razón no sólo porque «la artesanía está de moda», sino también por un premio que le sitúa a la cabeza por la conjunción magistral entre tradición, diseño, funcionalidad y visión de futuro. La suya, la de Jaén, y la de Andalucía.

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