Almería, la huerta de Europa

La provincia más oriental de Andalucía supera ya en exportaciones a Murcia y Valencia. En la última década ha conseguido incrementar los envíos en un 11%, un crecimiento que se debe a la evolución y optimización de la superficie de cultivo, donde se han incorporado grandes avances tecnológicos para mejorar los rendimientos.

Almería cuenta con unas 33.000 hectáreas dedicadas a la agricultura intensiva, destaca El Ejido con 13.100 hectáreas y le sigue Níjar y Roquetas de Mar. Una superficie de invernaderos que se puede ver desde el espacio, así lo atestiguan varias imágenes que ha difundido la NASA.

El origen de la agricultura intensiva data de 1963, en este año se puso en marcha un ensayo de cultivo de hortalizas bajo plástico. Cuando comprobaron los excelentes resultados en la producción esta forma de cultivar frente al método tradicional hizo que se expandiera en los siguientes años el modelo hasta llegar a la actualidad. Un milagro económico que ha transformado las tierras yermas en un gran vergel bajo plástico.

El agua es un bien escaso y lo va a ser más debido al cambio climático, con periodos más prolongados de sequía. Los cultivos de invernadero hacen un uso sostenible de los recursos hídricos mediante una agricultura de precisión gracias a los métodos de enarenado, riego por goteo, fertirrigación, desalación y reutilización de aguas.

Todas estas técnicas permiten la optimización de los recursos hídricos y el aprovechamiento de cada gota de agua. Sirva de ejemplo que la huella hídrica (metro cúbico per cápita) de los productos hortícolas cultivados en los invernaderos almerienses es 19 veces menor que la del conjunto de la agricultura nacional española.

Con la expansión de la agricultura intensiva, Almería pasó de ser una provincia despoblada y deprimida a un polo de atracción para la economía y para el aumento de la población. Gracias a este sector en constante crecimiento e innovación, en la actualidad pueden vivir de él más de 14.500 familias, se generan 45.000 empleos directos (de los cuales un 60% son trabajadores inmigrantes) y más de 100.000 indirectos. Hoy en día, la agricultura bajo invernadero, la manipulación y comercialización de hortalizas, y la industria auxiliar de la agricultura, representan casi el 40% del PIB almeriense.

Las óptimas condiciones climatológicas que se dan en esta zona de España, unidas a un sistema de producción moderno, sostenible e innovador, han convertido a los invernaderos en uno de los puntales de la agricultura mundial con una clara capacidad productora y exportadora. No en vano, el éxito de este modelo ha sido copiado en otros países y en el año 2017, la ONU lo reconoció como el mejor ejemplo de sostenibilidad para dar de comer al mundo.

Las 14.500 explotaciones familiares propietarias de los invernaderos producen 4,5 millones de toneladas de frutas y hortalizas, principalmente, tomate, pimiento, pepino, berenjena, calabacín melón y sandía, las más consumidas por los europeos. El 75% de esta producción se exporta a países comunitarios y seis de cada diez hortalizas que se comen en Europa proceden de los invernaderos almerienses.

Alemania, con un 26% de la cuota de mercado, Francia (17%) y Reino Unido (12%) son los principales destinos de estos productos hortofrutícolas, siendo el pimiento, el pepino y el tomate las hortalizas con mayor cuota de exportación. Todos estos mercados, ávidos de productos frescos fuera de la temporada de verano y con poca producción propia debido, fundamentalmente, a su desfavorable y fría climatología, apuestan cada vez más por un abastecimiento estable, de calidad y seguro durante todo el año.

Aparte de las buenas condiciones climatológicas que se dan en la provincia, hay otro aspecto que durante los últimos años ha incrementado la penetración en otros mercados. Se trata del control biológico, un método que emplea insectos beneficiosos para combatir las plagas de manera respetuosa con el medio ambiente. Esta técnica de cultivo ha sido reconocida por las principales cadenas de distribución europeas y ha sido una circunstancia decisiva para preferir los productos hortofrutícolas de los invernaderos de Europa frente a orígenes terceros.

Asimismo, los altos estándares de calidad y seguridad exigidos por los clientes europeos han motivado que la gran mayoría de productores de cultivos de invernaderos cumplan con sistemas de certificación o normas de buenas prácticas agrícolas en el campo, lo que garantiza la trazabilidad y calidad de los alimentos en todas las etapas de producción, la sostenibilidad de la actividad y el trabajo en toda la cadena de valor.

El milagro almeriense, un éxito agrícola en el que los agricultores han jugado un papel clave. Aquí no hay grandes terratenientes sino explotaciones familiares que pasan de generación en generación, se incorporan nuevas tecnologías como sensores de humedad o temperatura, el objetivo optimizar todos los insumos al máximo.

La expansión de la agricultura intensiva en otras zonas productoras como Marruecos es la gran amenaza, compiten con precios más bajos y con menores costes. La especialización en los cultivos camina hacia nuevas variedades con mejores cualidades organolépticas, frutos adaptados a los consumidores actuales.

Así han surgido nuevas variedades como pepino 'snack', mini pimientos o más recientemente, el 'Zucchiolo', una especie de calabacín mezclado con pepino que ha recibido el premio a la innovación en la feria más importante de la agricultura en Europa. Almería seguirá cultivando y avanzando para proveer de hortalizas a millones de ciudadanos, y esto se hace con esfuerzo, evolución y aprovechando al máximo todos los recursos disponibles.