Retos y fortalezas del nuevo PP de Juan Manuel Moreno

Imagen renovada. En un momento de claro desapego social con la clase política, el PP-A ha ofrecido una imagen de renovación que otorga crédito al partido. Los ciudadanos ven rostros nuevos que no vinculan con la denostada clase política tradicional y que generan cierta expectación.

Juventud, divino tesoro. La dirección popular no sólo es nueva, sino también joven. Emulando al PSOE andaluz, que dejó el partido en manos de una nueva generación, la quinta de Moreno Bonilla ha quitado de la primera línea a todo dirigente de más de 50 años.

Manos libres. El dedazo de Rajoy implica que Moreno Bonilla es el elegido y, como tal, tiene manos libres para definir su línea política. Moncloa le permitirá incluso ciertos desmarques estratégicos del Gobierno de Rajoy.

Full-time. Frente al liderazgo part-time de los dos últimos años, Moreno estará dedicado íntegramente a su cargo en el partido, lo que le permitirá recorrer toda la comunidad y darse a conocer.

Anti-Susana. Los populares han adaptado la nueva dirección al adversario, buscando la criptonita que anule el efecto Susana. Han optado por la emulación del modelo, incidiendo en la juventud y el origen modesto de Moreno Bonilla y su número dos, López Gabarro.

Estructura de poder. El PP andaluz nunca ha tenido tanto poder como ahora, gobernando en todas las capitales y en cinco diputaciones, además del Gobierno central. Moreno debe aprovechar esa sinergia.

Sin discurso. En el pasado congreso del partido se apreció que Moreno Bonilla no tiene aún definida una teoría de Andalucía, un proyecto político. Sus discursos no tuvieron calado programático. Tras vivir durante muchos años en Madrid, el nuevo presidente debe trabajar a contrarreloj para demostrar que tiene la comunidad en la cabeza.

Espacio ocupado. Susana Díaz ha aprovechado los largos meses en los que un diletante Rajoy deshojaba la margarita para meterse hasta la cocina no ya en el centro político, sino incluso en el porche de la derecha. La presidenta ha arrebatado a los populares el discurso sobre la unidad de España y otros conceptos. Ahora toca recuperar terreno.

Extraparlamentario. En esta tarea de mensajes, Moreno Bonilla tiene el hándicap de no contar con el altavoz de la Cámara andaluza. Tendrá que hacer ruido desde fuera.

Calendario. El PP ha perdido dos años de la legislatura, y ahora ya tiene el calendario en contra. Acaba de empezar desde cero una carrera en la que el PSOE le lleva ventaja y en la que la meta probablemente se adelantará, ya que en los cuarteles populares se da por hecho que la presidenta andaluza adelantará los comicios —probablemente a finales del próximo otoño— si tiene opciones de desalojar a IUCA de la Junta. Moreno Bonilla no puede perder ni un día de trabajo.

Desconocimiento. Moreno Bonilla es un perfecto desconocido para el electorado andaluz, un aspecto en el que Díaz también le ha tomado ventaja. Es una circunstancia con la que el PP no está acostumbrado a trabajar, ya que la popularidad ya estaba asegurada con Zoido, Arenas e incluso Teófila Martínez. Es la parte delicada de conjugar renovación y juventud.

Resquemor interno. Aunque el PP es un partido presidencialista, la convulsa elección del nuevo líder deja heridas que necesitan tiempo para cicatrizar. Los resquemores internos pueden pasar factura en algún momento.