Don Juan Carlos, ante la tumba de su «hermano» Hasán II
RABAT. La cara de Su Majestad el Rey poco tenía que ver ayer con la que presentaba la última vez que pisó la capital marroquí. Era el 29 de julio de 1999, y junto con numerosas autoridades de todo el mundo acudió a dar el ... último adiós a Hasán II, padre del actual Rey. El jefe del Estado español lloró entonces hombro con hombro con Mohamed VI. Pocos días antes ambos habían tenido la última oportunidad de verse en vida con motivo de la celebración del cumpleaños del monarca alauí.
Eran tiempos felices para las relaciones bilaterales entre los dos países y mucho más entre las dos Casas Reales, que tradicionalmente se habían sentido muy unidas. El afecto mutuo que se tenían los dos reyes llevó incluso a que el joven monarca ascendido al trono en ese mes de julio de 1999 se refiriera en alguna ocasión al jefe del Estado español como su «tío».
Ahora, aprovechando la visita de tres días de los Reyes a Marruecos, donde se quiere escenificar el fin de una etapa oscura en las relaciones bilaterales, era casi obligado que se rindiera homenaje al anterior soberano, que tan importante papel desempeñó.
Por eso, la primera parada ayer de Sus Majestades los Reyes en Rabat fue precisamente el mausoleo donde están enterrados Mohamed V, primer rey de Marruecos y padre de la independencia en 1956, y su hijo Hasán II. Don Juan Carlos y Doña Sofía depositaron flores y guardaron unos segundos de respetuoso silencio. Más tarde el Monarca español se referiría a ellos durante su discurso en el Parlamento como «grandes figuras de la historia contemporánea».
A la salida del impresionante edificio de mármol blanco, levantado a partir de 1962 por más de cuatrocientos artesanos, Sus Majestades pudieron admirar también la torre Hasán, alminar almohade hermano de la Giralda de Sevilla y la Kutubía de Marraquech.
A la salida del Parlamento, la Reina hizo un hueco en la agenda para cumplir con uno de sus deseos en casi todas sus salidas al extranjero, que es visitar algún proyecto humanitario. En este caso, Doña Sofía, acompañada por la princesa Lala Meriem, hermana de Mohamed VI, se desplazó hasta el Observatorio Nacional de los Derechos del Niño. Allí siguió las explicaciones, en perfecto castellano, de varios menores marroquíes que le fueron informando de la difícil situación que pasan muchos de ellos en el país y de las iniciativas que se están llevando a cabo en este centro para resguardarlos.
Al salir, varias decenas de menores esperaban a Su Majestad con banderas de los dos países, vestidos con trajes tradicionales, e incluso las niñas maquilladas para la ocasión. La despedida fue con todos ellos gritando a coro: «¡Salam alekun, Malika!», «¡Adiós, Reina!».
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