Las anécdotas de la sesión de constitución del Congreso

Simpatizantes de Podemos iban recibiendo en la puerta de la Carrera de San Jerónimo a sus 69 diputados al grito de «¡Sí se puede!». La apoteosis llegó cuando apareció Pablo Iglesias y se fundió en un abrazo con Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero. Luego, llorando, Iglesias posó puño en alto y al grito de «¡Sí se puede!» en la escalinata de los leones con todo el grupo

Habituados a ver tonos negros, grises y azules en el ropero de los abrigos a la salida del hemiciclo, ujieres y asistentes de los grupos no salían ayer de su asombro por el cambio «colorista» que aportan los nuevos parlamentarios de Podemos. Aquello parecía la londinense Carnaby Street en sus buenos tiempos.

Juan Carlos Monedero intentó entrar en bicicleta al Congreso, aunque la Policía acabó rápido con su pretensión. Lo mismo que un diputado de Podemos de Zaragoza y tres de Equo, entre ellos su portavoz, Juantxo López de Uralde, ataviado con un chaleco con el lema «There is no planet b» («No hay planeta b»).

Joan Baldoví y el resto de los diputados valencianos de Compromis llegaron acompañados de una banda de música juvenil hasta la puerta del Congreso.

Un dirigente popular se tomaba con cierta guasa la situación dentro del hemiciclo, donde los nuevos políticos de Podemos marcaban territorio: «Los que somos de artillería, sabemos bien cuándo han tomado la playa».

Para evitar que en la tribuna del público se «colaran» pancartas o camisetas reivindicativas, los portavoces de Podemos en el Ayuntamiento y en la Asamblea de Madrid, Rita Maestre y José Manuel López, fueron cacheados por la Policía. Pablo Iglesias pidió explicaciones al ministro Jorge Fernández, que defendió la actuación: «Se hace siempre».