El Gobierno convierte el caso Talgo en el tren de la bruja

La Moncloa y Óscar Puente se han propuesto espantar a los húngaros de Magyar Vagon con alta dosis de gramática parda, para frenar a 'escobazos' su opa y sustituirla por una oferta de fusión extemporánea e inconcreta que incomoda a La Caixa y tiene en alerta a Bruselas

Se busca caballero blanco para Talgo. Razón: Gobierno de España S. L.

El ministro de Transportes, Óscar Puente reuters

Lo de retorcer las leyes se ha convertido en una preocupante costumbre del Gobierno de Pedro Sánchez para adecuar la realidad al relato convencido de que lo segundo es ahora lo primero. Enfurruñado por la decisión del grupo húngaro Magyar Vagon ... de lanzar una opa sobre la muy patria Talgo, el Gobierno del muro se ha propuesto levantar un ídem entre comprador y comprado para marcar territorio, como quien pone el bolso y el móvil sobre la única mesa libre del bar mientras se pone el último de la cola. «Agárrame el cubata que a estos los freno yo como me llamo Óscar». Así nos imaginamos al responsable de ferrocarriles cortando por las bravas lo que bien precisaría de diplomacia y profundo conocimiento técnico.

El caso es que el Ejecutivo ha sacado a pasear el escudo antiopas a ver si se achantaba la contraparte, aunque sólo precipitó los acontecimientos con una oferta económica que tiene salivando a los socios del 'Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol', Talgo para los amigos y demás grey de la EGB.

Con la opa sobre la mesa se le ha abierto una vía férrea al sanchismo, pues no abundan precisamente los socios industriales en España para seguirles el juego y menos aún para rascarse el bolsillo con una contraopa.

Criteria Caixa asume su parte, pero condiciona su apoyo a la entrada de un socio industrial que apoquine, y es entonces cuando se cae el castillo de naipes del Gobierno, porque lo más que ha encontrado ha sido una oferta de fusión por parte del fabricante checo Škoda Transportation –nada que ver ya con los automóviles de idéntica marca–, que pasaba por ahí y va a ver si pesca en aguas revueltas sin poner un euro. ¡Pues para poner euros está la checa por cierto!

La opa de los húngaros, ya presentada y aceptada por la CNMV, valora Talgo en más de 600 millones de euros, aproximadamente un 15 por ciento por encima del precio de la acción a día de hoy. El consejo de administración de Talgo, con el fondo Trilantic a la cabeza (40%), aprobó la opa, pero el titular de la cartera de la cuestión, Óscar Puente, siempre atento a las necesidades de quien le paga, se ha opuesto frontalmente apelando al carácter estratégico de la opada y esgrimiendo una normativa que viene de los tiempos del Covid y que no pasaría el corte de Bruselas a poco que el caso se judicialice, tratándose de empresas europeas.

Puente se ha metido en el papel de la bruja de la atracción y está a escobazo limpio con una compañía bandera húngara a la que reprochan estar controlada por un Gobierno amigo de Putin. Imaginamos que estos 'pequeños' aspectos no los ha tratado el ministro con sus socios de Sumar, Podemos y el Partido Comunista.

El traqueteo político va a más y ya empieza a incomodar a partes iguales a Criteria Caixa y a la CNMV, ahí es nada. La primera, porque no tiene la más mínima intención de tragarse ese sapo en solitario –de momento, supongo, están esperando a que los de Škoda expliquen de qué va la propuesta, si es que existe...– sin el liderazgo de un socio industrial que garantice el desarrollo y rentabilidad de la operación, como es lógico. La segunda, porque hasta Rodrigo Buenaventura, su presidente, sabe que una vez presentada una opa ya no hay proyectos de fusión que valgan: o contraopa de mayor valor o asunto zanjado. Pero ahí están, mareando la perdiz a ver si los húngaros terminan por hacerse los suecos y desisten voluntariamente. Por lo que yosé, intención de retirarse, escasa, por no decir cero.

Ya me dirán ustedes quién está velando aquí por el legítimo interés de los accionistas de Talgo y, a la espera de que el ministro Puente nos ilustre con mayor literatura ferroviaria, por qué una compañía europea no puede interesarse por otra radicada en un país miembro con arreglo al derecho comunitario.

El caso es que mientras Talgo sigue en vía muerta, este Gobierno «chucuchú» sigue a lo suyo, quemando vagones para que la locomotora siga en su huida hacia adelante. Ahora, mientras el Consejo de Ministros juega a los trenecitos con la imagen de España, desde La Moncloa se le enseña a los medios el caramelo de un plan –no sabemos si de acción o de reacción democrática, aunque más parece lo segundo– para premiar a los que mejor entonen la letra del BOE.

Yo tengo ya mi grupo candidato, a ganador y colocado. El mismo que nos da lecciones de sostenibilidad democrática mientras se relame pensando en un nuevo canal nacional de TV que surgirá en muy breve, para coger a la oposición y la opinión pública en bañador, aprovechando la reordenación del espectro.

Todo es en favor de la digitalización y para que la ciudadanía pueda ver emisiones en ultra alta definición, dirán. Ya saben quién va a ser el presidente/CEO y padre putativo de la nueva Sexta. El habitual. Luego ya vendrá el PP para ayudar a que esa licencia la compre algún grupo competidor. ¿Les suena? ¡Qué pereza! Estamos en la España del tren de San Fernando: un ratito a pie y otro andando. ¡Más madera!

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