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Real Madrid

Marcelo, la zozobra que echa en falta el Real Madrid

El brasileño, que ha cumplido once años como madridista, está muy lejos de su nivel habitual y el equipo paga su debilidad defensiva y escasez ofensiva

Marcelo, durante el entrenamiento de ayer EFE
Rubén Cañizares

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En la historia del Real Madrid, los laterales siempre han sido examinados por lo que suman en ataque y no por lo que restan en defensa. Unos pocos ejemplos de la centenaria historia merengue bastan para entender esta filosofía. Marquitos, Chendo, Quique Sánchez Flores o Salgado, en el lado diestro. Sanchís (padre), Gordillo, Camacho o Roberto Carlos , en el flanco izquierdo. En la época actual, Carvajal y Marcelo representan a la perfección este innegociable estilo que tanto ha dado al Real Madrid, pero para que la ecuación salga bien, el nivel de los carrileros no permite despistes ni valles. Y eso es precisamente lo que ocurre esta temporada con el puesto de lateral izquierdo del Real Madrid.

Echando un vistazo a los números, fríos como la ola gélida que recorre nuestro país, pero elocuentes, al Madrid le han salido carámbanos en una de sus zonas de mayor vértigo. Seis de los 16 goles encajados en la presente Liga han venido desde el lado siniestro, un cuarenta por ciento, y en todos ellos era Marcelo el ocupante de esa zona. Y arriba, el brasileño no compensa la balanza. Solo un gol y una asistencia en catorce partidos. Extraño. Muy extraño.

Si hay un futbolista de la plantilla del Real Madrid que genera zozobra, desequilibrio, y (bendita) improvisación, ese es Marcelo. El brasileño no es un simple miembro de una defensa de cuatro. Es otro centrocampista más, que ayuda al equipo a crear numerosas superioridades numéricas de tres cuartos de campo hacia adelante, además de llegar incansablemente a línea de fondo desde el minuto uno al noventa, con todo el daño colateral contra el equipo rival que ambas situaciones conllevan. Ese Marcelo es el que se ha visto en los últimos años y de él, a día de hoy, no hay demasiado rastro.

El 7 de enero de 2007, hace ya once años, Marcelo vistió por primera vez la camiseta del Real Madrid , en un choque de Liga ante el Deportivo en Riazor. Vino de soslayo, en el denostado mercado invernal, más propio entonces de parches que de luces, y llegó con la tarea de sustituir a Roberto Carlos, para muchos el mejor lateral izquierdo de la historia del club. Retos adultos para un joven de 18 años que acaba de cruzar el charco y debía poner a prueba su mayoría de edad con el peso de la camiseta del Real Madrid. Poca broma. Pero tardó poco en mostrar sus decenas de virtudes y su aplomo.

Entrando y saliendo del once de manera intermitente, Marcelo fue haciéndose poco a poco un hueco en el equipo y ganándose el corazón de los aficionados. En su debe, sus lagunas defensivas, unidas a una peligrosa tendencia a coger algún que otro kilo de más que le provocaban ciertas lesiones musculares, pero en su haber registraba un importante número de asistencias, goles y jugadas con marcada influencia en su desenlace positivo. Decisiva fue su entrada en la segunda parte de la final de Lisboa , la de la Décima, que tanta gloria le ha dado a la etapa moderna del Real Madrid, por recordar solo una muestra de lo mucho y bueno que ha dado Marcelo al club blanco. Por eso la exigente crítica de estos últimos días, en la que el brasileño está siendo el centro de la diana, tras su pobre partido en Vigo, uno más de una temporada muy discreta.

Su ruleta en campo propio, en el minuto 83 y con el Madrid sufriendo ante un Celta desmadrado, sumada a su desidia tras perder la pelota por innecesaria frivolidad, ha colmado el vaso de un sector del madridismo que no reconoce en su segundo capitán al que durante los dos últimos años ha sido el mejor «tres» del planeta.

Sus palabras tras el encuentro, enredan un poco más el asunto: «No podemos hacer nada más. Intentamos correr, hacer un buen fútbol, goles y circular el balón, pero no sale». En poco o nada se parece su reflexión a su actitud en los dos goles encajado por el Madrid en Balaídos. Como en Wembley , en Champions ante el Tottenham, donde perdió 29 balones. y acabó embarrándose en Twitter con un usuario que se lo echó en cara. Y con razón. El brasileño es el futbolista blanco que más pelotas ha perdido esta temporada (357). Todavía está a tiempo de encontrarse. El Madrid le necesita más que nunca.

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