Laporta abre el melón de la privatización del Barça

De modo que cuando Laporta fue elegido presidente por segunda vez y quiso prescindir de los servicios de la empresa del amigo de Bartomeu, tuvo que indemnizarla en virtud de estos encargos. Laporta consideró innecesario el Observartori Blaugrana y se lo cargó. Hasta que el miércoles, sin anuncio previo y para sorpresa de todos, algunos socios recibieron otra vez una encuesta del tal Observatori, naturalmente bajo el sello de otra empresa encuestadora, de lo que es fácil deducir que lo que al presidente le pareció innecesario no era la herramienta creada por Bartomeu sino quién la cobraba. Y quién no.

El Observartori nació en 2015. Eran buenos tiempos, y las encuestas se anunciaban a bombo y platillo y eran presentadas en detalladas ruedas de prensa por el entonces portavoz del club, Josep Vives. El miércoles volvieron de tapadillo, como todo en la era Laporta, y preguntando lo que jamás el Barcelona había preguntado a sus socios, al considerarse un tema tabú: ¿quiere que el Barça se convierta en una sociedad anónima deportiva con accionistas? ¿O mejor un modelo mixto donde al menos el 51% es de los socios?.

Ni el club advirtió de que iba a preguntar sobre algo tan esencial, ni ha dado contexto a los socios para que puedan formarse su opinión. En realidad, es una pregunta sobre una decisión ya tomada, y todos los pasos que ha dado Laporta en su segunda presidencia condenan al Barça a un nuevo modelo de club que acabe con el engaño actual, porque nadie puede considerarse propietario de algo que no paga.

Quedó claro en la rueda de prensa de ayer, en la que supimos que una vez más Laporta ha engañado a los socios. Los 1.500 millones de deuda que los socios autorizaron en referendo para construir el Espai Barça, sólo servirán para pagar el Camp Nou: 1.071 de precio (serán muchos más), 179 de coste financiero y una reserva de 200 para contingencias. Según el vicepresidente económico, Eduard Romeu, el Palau Blaugrana ni está ni se le espera en este proyecto y «tenemos que empezar de cero».

Otra trampa fue la previsión de ingresos del estadio: 347 millones de euros anuales –con el mejor Messi, Xavi, Iniesta, etc, el Camp Nou no daba más de 120– de los que 100 van directamente a pagar la deuda con Goldman Sachs, 94 a los inversores y los restantes 147 –en el muy improbable caso de que finalmente se ingresen– quedarían para el club. En esta tesitura, no hace falta que Laporta pregunte a los socios del club por la sociedad anónima, porque es obvio que quienes van a controlar los gastos y los ingresos, los precios de los abonos y de la restauración, serán los 21 inversores, sin que los socios pinten nada. La primera decisión de esta nueva era ha sido drástica: Barça TV dejará de emitir el próximo 30 de junio.

Ni Barça ni Madrid tienen más remedio que disponer de la estructura y ser gestionados como las grandes empresas que son, y Laporta no es un traidor por transitar hacia el nuevo modelo. Pero como siempre, la falta de transparencia y el engaño forman parte de su estrategia, y hasta hoy sus palabras han negado la evidencia de sus hechos. Con esta encuesta abre por primera vez el debate. Pero es en verdad un debate muy poco interesante, porque no es sólo que la decisión ya esté tomada, sino que con el endeudamiento al que Laporta ha sometido a la institución –además de sus palancas– no hay otra solución posible.