Fútbol
La prueba de que Negreira hacía lo que quería con los árbitros
Un documento de 1996 demuestra que los jefes del CTA modificaban a su antojo las evaluaciones de los jueces. El arbitrario 'índice corrector' decidía ascensos y descensos de los colegiados
Lo llamábamos el índice corruptor
Decimales que afectaban al bolsillo de los árbitros

José María Enríquez Negreira fue nombrado vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA) en 1994. Empezó a cobrar servicios al FC Barcelona en 2001, aunque la Fiscalía Anticorrupción sospecha que los pagos comenzaron antes, en 1995. No se ha podido probar aún, pese a ... los abrumadores indicios, si compró o no árbitros durante su cuarto de siglo como vicepresidente del CTA. Lo que queda definitivamente claro, según muestra un documento obtenido por este periódico, es que podía hacer lo que quisiera con la trayectoria de los colegiados. Los dirigentes del CTA alteraban a su voluntad las calificaciones técnicas de la temporada: el examen que determinaba y justificaba el destino de los árbitros de Primera y Segunda División la temporada siguiente.
El documento que publica ABC es de 1996; refleja las puntuaciones obtenidas por los árbitros de Segunda División esa temporada. Es el borrador de la clasificación final, que se pasaba a limpio y sin tachaduras y con la cifra final. Lo manejaban entre los dirigentes del CTA. Recoge dos variables: la evaluación media de la actuación del colegiado durante la temporada (de 1 a 10) y la dificultad de los partidos dirigidos (de 0 a 2). Ambas cifras se sumaban (un máximo de 12 puntos) para establecer la puntuación del árbitro ese año (y, por tanto, su lugar en el escalafón, los ascensos a Primera División y eventuales designaciones internacionales).
La evaluación técnica viene hecha, domingo a domingo, por el grupo de informadores que asistían a cada partido (uno por encuentro, provenientes de colegios regionales distintos para mantener una apariencia de imparcialidad). La dificultad de los partidos –el segundo criterio– no venía predeterminada por la entidad o rivalidad de los equipos (por ejemplo, un Madrid-Barça o un derbi sevillano), sino por los sucesos acaecidos sobre el césped. «Si hubo juego limpio o no, si hubo penaltis, incidentes, tarjetas rojas, etc», como describe un conocido exárbitro.

El problema viene después: a la derecha de las dos cifras, y antes de la calificación definitiva (la mencionada suma de la evaluación y del índice de dificultad), aparece una tercera columna llamada «VAL. CTA (valoración del CTA)»: el índice corrector, según explican fuentes arbitrales. Una cifra de 0 a 2, sin justificar, que se suma a los dos conceptos iniciales y altera completamente el escalafón de los 22 árbitros de Segunda División ese año: por poner un ejemplo, Pérez Lasa (del Colegio Vasco) pasa de ser el 17º mejor colegiado del año al cuarto. El documento está firmado por Victoriano Sánchez Arminio, presidente del CTA, Negreira (vicepresidente) y una tercera persona (otro árbitro de la época) cuya identidad no ha podido ser asegurada.
Como curiosidad, el hoy presidente del CTA, Luis Medina Cantalejo, empeoró dos puestos ese año en la clasificación gracias al índice corrector: pasó de ser el quinto mejor árbitro de la División de Plata al séptimo. A Rodríguez Santiago le fue aún peor: había quedado segundo según los informadores, en posición de ascenso, y lo bajaron a la sexta plaza. Subió a Primera el fallecido Hernanz Angulo, empujado por la corrección inexplicada de Negreira y Sánchez Arminio: de sexto pasó a segundo. Más clamoroso fue el arreón del índice corrector para el catalán Llonch Andreu, que saltó del 12º lugar según los informes de campo a la tercera posición tras pasar por el lapicero del CTA. También ascendió a la máxima categoría.

Este tipo de calificaciones arbitrales eran práctica habitual, año a año, en Primera y Segunda División, como confirman varios excolegiados a este periódico. «Era el sistema», explica uno de los más conocidos: «Luego, lógicamente, limpiaban la hoja antes de transcribir, incluyendo ese índice corrector no tipificado y totalmente arbitrario [...] Sánchez Arminio nombró a Enríquez Negreira nada más asumir la presidencia de los árbitros. Y Negreira tuvo participación directísima en la suerte de los árbitros durante 25 años».
En efecto, Enríquez Negreira tenía una influencia decisiva en los ascensos y descensos de los árbitros a finales de temporada: en muchos casos, los comunicaba él mismo en persona después de una decisión sin transparencia alguna: ni en la puntuación obtenida por partido, ni en la clasificación, ni en el célebre índice corrector. Los descensos, cabe recordar, provocaban una inmediata mengua de la remuneración percibida por los árbitros y un obstáculo a veces insalvable para llegar a ser un árbitro de élite.
«Sabía que había unos baremos: las puntuaciones de los partidos y la dificultad», dice el exárbitro Alfonso Pérez Burrull (presente en esa lista de 1996). «Eran los mismos informes que la UEFA: me parece correcto que se incluya la dificultad del partido. Yo sabía que se aplicaba otra variable después al cómputo global, pero no conocía cuál. No sabemos en qué consiste... No sé si estaba justificado o es arbitrario. A veces el Comité entiende que debes estar en Segunda otro año para curtirte, dependiendo de la edad. Podría tener cierta lógica. Pero sinceramente no lo sé [...] Aunque no estuviese bien hecho, sí quiero dejarle claro que no estoy de acuerdo en relacionarlo con la parte de los ingresos económicos... El sistema es igual para todos».
El origen del caso
El Caso Negreira, que ha socavado la fe en la deportividad del fútbol español y provocado varias querellas judiciales por corrupción deportiva (además de una investigación de la UEFA que podría excluir al Barça de competiciones europeas), nació de irregularidades en la tributación del exárbitro José María Enríquez Negreira en los ejercicios fiscales de 2016, 2017 y 2018. Tras descubrirse numerosos pagos sospechosos del club culé a Negreira (en total, siete millones de euros entre 2001 y 2018) sin aumento visible de patrimonio, intervino la Fiscalía. El exvicepresidente del CTA, que extraía en efectivo de su cuenta bancaria 20.000 euros mensuales, ha afirmado ante el juez que el FC Barcelona le pagaba para asegurar arbitrajes «neutrales».
El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, repite que los servicios contratados a Negreira eran una práctica habitual en el fútbol español y que se restringían a análisis técnicos en formato vídeo sobre jugadores e informes técnicos relacionados con el arbitraje profesional. El club, ofendido, ha anunciado varias demandas contra periodistas y medios de comunicación por difamación y pedido a sus socios que ayuden a la caza de brujas.
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