Fútbol
Sánchez Arminio, lo que calla el capo del silbato
Presidente del Comité Técnico de Árbitros español entre 1993 y 2018
El cántabro guarda ahora el mismo silencio que ordenó a los colegiados durante su largo mandato, incluido el turbulento periodo del 'caso Negreira'
De Florentino a Villar: los sonoros silencios del caso Negreira
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Iniciar sesiónVictoriano Sánchez Arminio ha cumplido ya 81 años, pero sigue siendo un hombre de costumbres; entre ellas, mantiene la de no hablar con la prensa, un estilo calcado al de su jefe e íntimo amigo, Ángel María Villar, bajo cuya presidencia dirigió durante ... un cuarto de siglo el ya celebérrimo Comité Técnico de Árbitros (CTA). El 'Barcagate' se ha convertido en una pesadilla para este cántabro sencillo y reservado, «un buen pasiego» (en palabras de uno de sus colaboradores), espectador principal del escándalo que desde la semana pasada compromete la reputación del fútbol español. El miércoles, la pesadilla tomó cuerpo: la Fiscalía Anticorrupción pide su imputación por el presunto desvío de ocho millones de euros que la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) debía destinar al arbitraje. Del caso Negreira a la operación Soule.
Sánchez Arminio insiste (siempre 'off the record') en que jamás se enteró de la relación entre Enríquez Negreira y el FC Barcelona, y repite su disposición a colaborar con la Justicia si fuese necesario. Siente «dolor» y engaño por parte de Negreira, que curiosamente nunca fue un hombre 'suyo' (de hecho, el cántabro eligió inicialmente como vicepresidente a Ángel Franco Martínez, pero la Federación optó por el exárbitro catalán). «Si lo hubiese sabido, hubiese actuado tajantemente», le dice a sus allegados.
O no lo supo, o no actuó. En 2018, cuando dejó la presidencia del CTA, el clamor por la renovación del estamento arbitral español -a las puertas del VAR- era ensordecedor. Su cese fue la primera medida de Luis Rubiales tras acceder a la presidencia de la RFEF en 2018. Habían sido 25 años de poder y servicio ininterrumpidos; la modernización del fútbol exigía talento fresco, «abrir las ventanas», como dice un exdirectivo de la RFEF: «Aunque tampoco exageremos, no olvide que Rubiales formaba parte de la Junta Directiva de Villar, que apoyó siempre a Sánchez Arminio, y era presidente de AFE».
Las sospechas sobre arreglos arbitrales son muy habituales en el fútbol. Las quejas del Real Madrid durante su mandato fueron frecuentes, hasta el punto de que Florentino Pérez exigió a Villar en 2014 un cambio en la estructura arbitral (Villar sopesó no presentarse a la reelección ese año y dar paso a la generación siguiente, pero optó por resistir un último cuatrienio: una decisión que le costaría penosos sinsabores). «Con el Real Madrid tengo la misma relación que con cualquier otro club, exactamente lo mismo», declaró Sánchez Arminio en- 2017: «Nosotros no tenemos relación con los clubes, nuestra relación se resume en hacerlo lo mejor posible en el campo».
El presidente de los árbitros españoles dedicó media vida a defender a sus compañeros. En 2012, por ejemplo, tuvo que salir al paso de unas quejas del entonces presidente del Barça, Sandro Rosell, sobre presuntos perjuicios arbitrales para el equipo culé (era la etapa de José Mourinho en el Real Madrid). «Lo único que queremos es respeto y que nos dejen trabajar», respondió un Sánchez Arminio muy molesto. «¿Que nos confundimos? Pues claro… Como se confunden ellos también. Pero parece que en este país solo se confunden los árbitros». Un año después, ante unas críticas del Madrid, dijo en otra de sus escasas intervenciones mediáticas: «Es muy bonito ver el fútbol en televisión, a cámara lenta, pero arbitrar es muy difícil. Y más cuando hay jugadores que tampoco ayudan nada, sino todo lo contrario, porque te van a engañar».
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El drama para el hombre que comenzó trabajando en una zapatería y llegó a la cima del arbitraje es que media España piensa ahora que los impostores no son los jugadores, sino los colegiados. Sánchez Arminio era representante de la empresa alimenticia Kraft cuando debutó en Primera División, allá por 1976, décadas antes de que llegase a España la profesionalización de los árbitros. Se retiró 13 años después, en la final de la Copa del Rey de 1989, tras haber pitado 149 partidos y haber arbitrado en dos Mundiales y una final de la Copa de la UEFA.
Galardonado con el Silbato de Oro en 1981, perteneciente al Colegio Cántabro, era un hombre respetado por los clubes cuando en 1993 recibió una llamada de Villar para que reemplazase a Pedro Sánchez Sanz, a quien el presidente había destituido tras una tensa reunión. Sánchez Arminio accedió al cargo entre llamadas al diálogo; nadie podía imaginar que se quedaría en él 25 años, con un sueldo anual de aproximadamente 150.000 euros.
Llamado 'capo' del silbato y 'hombre fuerte' de Villar, participaba en la designación arbitral de cada domingo y los ascensos y descensos de cada temporada. Trabajadores de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas le recuerdan siempre «pegado a un móvil, resolviendo problemas (Sánchez Arminio residía en Santander, pero se desplazaba todas las semanas a Madrid por orden del presidente)». «Muy amigo de sus amigos, como suele decirse. Un perfil similar al de Ángel María [Villar]».
En 1994 prohibió internamente a los árbitros hacer declaraciones antes o después de los partidos, una decisión contestada por algunos de los mejores colegiados de la época en aras de la libertad de expresión.
Un importante cargo deportivo de esos años opina, bajo condición de anonimato, que «el problema con Victoriano es la falta de presunción de inocencia, alimentada por su silencio sospechoso… Hay una percepción popular negativa de los dirigentes del fútbol, una sensación permanente de fraude. Mi opinión es que el presidente del Barça no lo ha explicado bien. Es muy feo que un club contrate a un dirigente arbitral en activo, y no jubilado, como hacen todos los demás clubes… Aunque no tuviese capacidad de decisión alguna en las designaciones. Pero de ahí a que se comprasen favores arbitrales hay mucho trecho».
La Justicia y el tiempo dirán si el dolor actual del exdirigente cántabro aumenta o se desvanece. La mancha crece por ahora sin que nadie le ponga límites. Consultada por este periódico, una persona que trabajó a su lado 15 años afirma tajantemente que «Victoriano es el único responsable de lo de Enríquez Negreira… Ahora bien, me sorprendería que jamás se le encontrase algo irregular… Él no se ha llevado esos ocho millones. El problema es que la Federación llegó tarde al 'compliance'. Y si te sobran ocho millones, debes pedir permiso a la Liga para gastarlo en otra cosa, es una subvención finalista».
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«Todos los equipos son iguales y cuando nos confundimos, igual nos confundimos con el grande que con el pequeño», solía decir Sánchez Arminio; «exactamente lo mismo». Refugiado en su silencio desde hace diez días, muchos aficionados al fútbol en España ya no le creen.
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