«Sólo vimos lloriqueos, narcisismo y autobombo»: exárbitros claman contra «la romería» de Medina Cantalejo

Acompañado por el secretario general de la RFEF, Andreu Camps, y rodeado de todo el estamento arbitral, Medina calificó esa tarde el caso Negreira de «vergonzoso» y defendió al borde del llanto la honestidad de los colegiados españoles. Camps, por su parte, aprovechó la ocasión para señalar al único ausente, Estrada Fernández, por haber denunciado individualmente a Enríquez Negreira, exvicepresidente del CTA, que recibió (como mínimo) pagos del FC Barcelona por valor de casi seis millones y medio de euros entre 2001 y 2018.

«La Federación y Medina Cantalejo concertaron una romería a Las Rozas», afirma el exárbitro internacional Emilio Soriano Aladrén en conversación con este periódico; «quisieron mostrar exaltación y adhesión incondicional. Pero sólo vimos lloriqueos, narcisismo y autobombo. Nadie asumió autocríticas por la gestión, la falta de control o la inhibición de los miembros del CTA. Trataron de sacudirse el polvo del hombro con argumentos tan obvios como la neutralidad y la honradez de los árbitros… Ya sabemos que todo el mundo es bueno. ¿Son sólo algunos hilillos de chapapote del que era vicepresidente del Comité, nada más y nada menos, los que han hecho tanto daño a nuestro fútbol? El señor Medina Cantalejo lleva ya muchos años en la estructura arbitral; desde que finalizó su arbitraje activo. Formó parte del Comité con Sánchez Arminio y Enríquez Negreira. Explíquenos qué controles ejercían en el colectivo, empezando por ustedes mismos».

Otro conocido exárbitro que reclama confidencialidad porque a su edad (71 años) ya no quiere «problemas» se pregunta: «¿Pedir ahora 'leña al mono' y mandar un cuestionario a los árbitros vale como único argumento de lo sucedido, cuando el mal ya está hecho? Si se quisiera aclarar esta situación diabólica, ¿no hubiera sido interesante convocar a Sánchez Arminio y a los anteriores miembros del Comité frente a los medios y contestar a las preguntas sin respuesta que están en el ambiente? Tengo varios amigos que piensan lo mismo que yo, pero no quieren líos. Y es una pena».

Los árbitros jubilados detectan también miedo piramidal entre los árbitros que están hoy en activo. «Aplaudieron tanto en Las Rozas que casi se les irrita la piel», bromea Soriano. «Recordaban perfectamente lo que le pasó a [Arturo] Daudén Ibáñez [exárbitro] por mantenerse íntegro contra Ángel María Villar, y cómo Sánchez Arminio lo dejó completamente solo. Tonterías las justas, por favor, que los adosados y los coches molan mogollón y se podría repetir la historia [...] Tampoco entiendo la falta de preguntas concretas por parte de árbitros y periodistas. Para mí el debate es claro: los orígenes del problema y la gestión del arbitraje durante dos décadas. No nos han dado ninguna explicación. Medina Cantalejo estaba ya con Sánchez Arminio. ¿No se ha enterado de nada? ¿Cómo se ha llegado a esto?».

El famoso exárbitro Juan Andújar Oliver, dos veces Trofeo Guruceta, comentarista hoy en Onda Cero, también es crítico con la actuación de un colectivo del que dice seguir sintiéndose parte pese a haber colgado el silbato a comienzos de siglo. Enojadísimo, el excolegiado almeriense se muerde la lengua: «El mismo día que salieron los hechos tenían que haber salido todos juntos y denunciado todo el caso. Yo no pongo la mano en el fuego por nadie, pero creo en la honestidad de los árbitros; he visto cómo eran y son mis compañeros. Y no quiero ruedas de prensa, quiero que pongan denuncias. Sinceramente, no me vale que vayan de romería a una reunión a decir que estamos todo unidos... ¡Es tan grande el daño producido! Tampoco me vale que denuncie uno solo. Tiene que ir el colectivo unido… Están todos demasiado pendientes de la Federación, de lo que les digan. Y así quedan pringados todos, sin comerlo ni beberlo. Aquí se han llenado los bolsillos un exárbitro y posiblemente varios dirigentes de un club, no el arbitraje español. Pues que no se reúnan en la Federación, sino en los juzgados. Si ha habido un sinvergüenza, que reciba el castigo más severo posible. Porque si no, ¿quién levanta esto?».