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Eurocopa

Al Mundial con otra cara

Pese a la eliminación en semifinales, España se marcha de la Eurocopa con un buen sabor de boca y la sensación de que empieza a remontar el vuelo tras una década de fiascos

Dani Olmo, veinte remates sin premio y un penalti a las nubes

Una selección que no dejó de crecer, por Hughes

Luis Enrique aplaude tras el partido contra Italia EFE/ ATLAS
Javier Asprón

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España se detuvo en Wembley, destino final de esta Eurocopa, pero lo hace una parada antes de lo deseado, en las semifinales tras caer en los penaltis contra Italia . Fin de trayecto anticipado para una selección que, pese a todo, deja sensaciones positivas como para pensar en un futuro ilusionante. Acaba una aventura que se inició el 24 de mayo, al conocerse la lista de Luis Enrique, y que fue avanzando con dificultad tras una fase de grupos poco concluyente y unos cruces taquicárdicos. Con todo, España se abrió camino y llegó a la cita con Italia ya con poco que perder, pues casi todos los palos se habían recibido antes. Quedará esta Eurocopa pandémica como la del positivo de Busquets, la de los pitos a Morata o la del heroico Unai Simón en los penaltis ante Suiza, pero sobre todo se hablará de ella como la primera gran experiencia internacional de un buen puñado de jóvenes futbolistas , un grupo que ahora tiene un poco más claro qué hay que hacer para levantar un trofeo de este calibre y con el que mirar con otro espíritu al próximo Mundial. Se ha abierto el puzle y parece que están todas las piezas, pero aún falta encajarlas.

Será recordada también, cómo no, como la Eurocopa del estreno de Luis Enrique, un entrenador que se jugaba buena parte de su prestigio en el torneo y que ha conseguido salir airoso. Sus apuestas revolucionarias y su carácter desafiante le han granjeado mil y una polémicas. Pese a todo, él no se ha apartado ni un solo milímetro de la filosofía con la que llegó al cargo. Ha creído firmemente en su idea de tener el balón y atacar al rival durante el mayor tiempo posible, salieran o no los resultados, y la llevó a cabo apoyado en los jugadores que mejor creía que podían interpretarla, contaran o no con el beneplácito de la prensa o los aficionados. No ha rehuido el combate dialéctico ni una sola vez y su balance final es positivo, porque viniendo de donde venía España nadie puede decir que sea un mal dato acabar en semifinales. Se le juzgará de otra manera en Catar, el próximo año, donde ya no tendrá la excusa de la primera vez y contará, o eso se cree, con un grupo más curtido. De momento, tiene la confianza absoluta de la Federación, que sale fortalecida también en su férrea defensa del asturiano durante todo el campeonato.

De la España eliminada en octavos en el Mundial de Rusia a la que se despide ahora en Wembley hay bastante más que tres años de diferencia. De una selección aún en caída libre tras los éxitos de hace una década se ha pasado a otra que invita a pensar que se empieza a remontar el vuelo. Han cambiado la mayoría de nombres, incluso también casi todos con los que Luis Enrique inició su primera etapa en el banquillo, pero tras lo visto en la Eurocopa se podría pensar que esto no ha sido sino el inicio del camino.

De las conclusiones que deja la Eurocopa una de las más positivas es que España sale de ella con un portero consolidado. Pese a los errores, Unai Simón demostró ante Suiza que es capaz de recuperarse de ellos en un tiempo récord. En pocos meses ha pasado de ser la tercera opción a convertirse casi en imprescindible. Solo la amenaza Robert Sánchez, al que Luis Enrique tiene muchísimas ganas de ver en un partido oficial, parece poner en duda su titularidad en el futuro más cercano.

Jóvenes con galones

También salen reforzados jugadores como Pedri, Dani Olmo, Oyarzabal o Ferran, sangre joven para la selección con el desparpajo y la calidad necesarias para liderar al equipo en los próximos compromisos. Apreciable también la labor de gente más veterana como Busquets, al que si todo le va bien, le quedará un último servicio en Catar. El capitán, pese a su ausencia en los primeros días, ha sabido ejercer un liderazgo tranquilo. Igual de valiosas han resultado las aportaciones de Koke, Azpilicueta o Jordi Alba, que se vieron responsables de un equipo aún con poco cuajo.

Quedan por resolver los asuntos que más han preocupado durante el torneo, para los que Luis Enrique debe buscar soluciones inmediatas, pues a la vuelta de la esquina aparece la Final Four de la Nations League, otro título en juego. Seguirá hablándose de la defensa, de su falta de contundencia y de la ausencia de Sergio Ramos, sin que aún sea posible saber qué pasará con el andaluz y si volverá para aumentar ese tope de 180 partidos internacionales en los que se frenó de golpe. Y sigue faltando puntería , pues aunque España se marcha del torneo como una de las selecciones más goleadoras queda la sensación de que el acierto rematador aún está lejos de ser el ideal.

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