Hamilton recupera su sitio

No cabe duda que la Fórmula 1 actual, como probablemente la de antes y la del pleistoceno, es un deporte de ingenieros antes que de pilotos. Mandan los coches, las ideas y los trazos de los aeronáuticos y los conductores aportan un plus. Habían transcurrido siete vueltas del Gran Premio de China y la carrera estaba ordenada por fábricas: dos coches Mercedes en cabezas, y a continuación dos Ferraris, dos Williams, dos Lotus y así sucesivamente hasta las profundidades del pozo.

Los pilotos marcan luego la diferencia respecto a su compañero de equipo. Hamilton, mejor que Rosberg, Vettel, mejor que Raikkonen, Bottas mejor que Massa y así hasta el final.

Hamilton cruzó el coche en su casilla de salida para tapar las ilusiones de Rosberg, quien parece sin chispa en este comienzo de curso. Hamilton salió primero y por ahí empezó a dar carpetazo al resultado. Durante algunas vueltas, el Ferrari de Vettel inquietó de alguna manera a Rosberg, pero el diagrama se mantuvo sin muchos cambios. Hubo más luchas en la parte de atrás que en la discusión por el triunfo.

Por ese flanco peleó Fernando Alonso. Como ha partido de un agujero, todo lo que puede hacer es mejorar. Como peor no puede ir, cualquier noticia es buena. El McLaren volvió a dar síntomas de progreso, disputando con otros coches de la parrilla, como el Lotus o el Force India. No fue la imagen lastimosa del McLaren fundido de las primeras dos carreras. Y fue bonito el pulso de Button con Maldonado.

Carlos Sainz no pudo continuar la línea de las dos primeras citas. Un error suyo, al realizar un trompo que lo llevó a la última posición, y las limitaciones del motor Renault en su Toro Rosso lo transportaron fuera de los puntos.