vuelta a españa

Almeida le exige más a Vingegaard en el Angliru

Gran victoria del portugués en la montaña infernal después de marcar el ritmo en la subida y derrotar al danés en meta

El director de Israel: «He normalizado que me llamen asesino en la Vuelta»

Almeida se impone a Vingegaard en el Angliru afp

José Carlos Carabias

Angliru (Asturias)

Un reguero de ciclistas llegan al Angliru con la cara desencajada, se derrumban en el suelo, no hay fuerzas para permanecer en pie. Reclaman sin voz fanta de naranja o cocacola, algún reconstituyente después de franquear el puerto que atraviesa los pulmones, paraliza las piernas, ... la montaña que asusta. En el Angliru todos los corredores son protagonistas, pero más que nadie Joao Almeida. El portugués muestra una fuerza mental, consistencia y potencia física que no se le conocía. Es el emperador del infierno 2025. Una gran victoria y una demostración total de principio a fin, marcando el ritmo, sin dudar, descolgando a todos, exigiendo más a Vingegaard, el teórico favorito que no puede ni atacar ni derrotar al luso. Almeida presenta en el Angliru su candidatura a la Vuelta a España.La carrera avanza en tensión por las manifestaciones contra Israel y a favor de Palestina. El ciclismo siempre fue el deporte más expuesto a las injerencias externas que pueden alterar el resultado de las carreras. No sucedió en esta ocasión, pero acabará sucediendo. Para cualquiera es fácil sentarse en una carretera, desplegar una pancarta y esperar a los ciclistas. Tan sencillo como un perro suelto, que atado a una silla de plástico, estuvo a punto de tirar al pelotón en Turón.

El corte real se produjo durante medio minuto en las primeras rampas del Angliru, a unos once kilómetros de la meta. Iban escapados Jungels, Vinokourov y Cepeda, a la carretera salieron cuatro o cinco manifestantes y la prueba quedó interrumpida unos segundos hasta que las motos de la Guardia Civil en carrera desalojaron la protesta. También hubo un conato en Llanes (Asturias), aunque nada que ver con la invasión y los actos violentos que tuvieron lugar en la meta de Bilbao.

Sylvan Adams, el dueño del equipo Israel Premier Tech, declaró al sitio web israelí Sport5 que había hablado con Yann Le Moenner, el presidente de ASO (Amaury Sport Organization), la empresa propietaria del Tour de Francia y la Vuelta a España. «Me pidió retirar al equipo de la carrera, pero le dije que no lo haría. Si nos rendimos, no solo será el fin de nuestro equipo, sino de todos los demás. Mañana se manifestarán contra los equipos de Baréin, Emiratos Árabes Unidos y Astaná. Los boicots no tienen fin. Le dije que estaban equivocados y que teníamos derecho a quedarnos. También recibí un apoyo abrumador del presidente de la UCI, David Lappartient».

Israel sigue en la Vuelta y también la amenaza diaria a nuevos incidentes. Son dos carreras paralelas que confluyen en el foco del conflicto, el equipo que trata de ser invisible y ha retirado todas las referencias a Israel de sus maillots, autobuses y coches.

Superado el incidente en el inicio del Angliru, que no tuvo ninguna repercusión deportiva puesto que a los tres fugados los iban a capturar con total seguridad un par de kilómetros más adelante, comenzó el show del UAE (la escuadra de los Emiratos Árabes) y del portugués Almeida.

En los últimos siete kilómetros del Angliru los vehículos tienen dificultades para superar en segunda velocidad las curvas cerradísimas y empinadas. En bicicleta es la tortura sobre ruedas, un templo de peregrinación para los aficionados de todo el mundo que desafían a la gran montaña. Los mejores ciclistas profesionales, los que este viernes disputaron la etapa, ruedan a trece kilómetros por hora en máximo rendimiento de potencia. Los que se dejan ir o solo cumplen, van a 6 o 7 por hora.

«El Angliru es lo más duro del mundo –admite Almeida después de la etapa–. No hay nada igual».

Abel Balderstone

El portugués es un ciclista diésel, odia los cambios de ritmo, se ahoga en las aceleraciones y los parones. Y por eso impuso un paso consistente, denso, pertinaz... Una elocuente demostración de confianza y poderío que aligeró el peso de la decena de ciclistas que siguieron al convoy, y en el que solo resistió un español, Abel Balderstone (Caja Rural).

«He ido en el límite, no podía dar más de lo que dí», cuenta el luso. Vingegaard se grapó a su rueda, pero nunca lo rebasó, le dio un relevo o trató de alterar las posiciones. Fue Almeida y detrás una sombra roja durante los tramos más exigentes del Angliru, la recta de 500 metros de la Cueña Les Cabres o el Aviru (ambas por encima del 22 por ciento de desnivel).

«Almeida no me ha sorprendido, sabía que estaba muy fuerte –dijo Vingegaard–. Quería ganar e hice todo lo que pude». El portugués lo hizo de cine para anotarse el triunfo, dejar claro que hay un duelo en la Vuelta y que Vingegaard no se va a pasear.

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