España se luce rumbo a octavos de final (65-82)

La derrota inesperada ante Bélgica había sembrado ciertas dudas en el vestuario. Después de dos encuentros sólidos, el traspié del domingo y la juventud de la plantilla hicieron que la jornada del lunes fuera más tensa de lo habitual. Nervios que el propio Scariolo se encargó de calmar desde el primer momento. Confianza total del técnico que, no obstante, optó por revolucionar el cinco inicial para enfrentarse a Montenegro. Por primera vez en el campeonato, Pradilla aparecía en cancha desde el principio. Privilegio que se había ganado con creces el aragonés, que no decepcionó al técnico. Su derroche contagió al resto del equipo, que entró en el partido pensando aún en el pasado. Fueron apenas un par de minutos de melancolía, porque a partir de ahí la selección se lanzó a por la victoria con la misma ambición de los dos primeros encuentros. En ese ímpetu inicial, Pradilla fue el mejor. En realidad, lo está siendo durante todo el campeonato. Una irrupción inesperada y prometedora. Pilar sobre el que apoyar la España del futuro. Su primer cuarto fue un recital y a su espalda se subieron el resto de sus compañeros. Cuando se fue al banquillo, con un minuto y medio aún por jugar en el período inicial, España dominaba con holgura (13-25) y el acumulaba nueve puntos sin fallo en su casillero personal.

Su recital ofensivo encontró relevo en Darío Brizuela, otro de los nuevos, que por fin pudo exhibir su talento en una gran cita con España. Sus chispazos tuvieron esta vez continuidad en un segundo cuarto pleno de acierto. El vasco (16 puntos antes del descanso) lideró un parcial que puso a la selección en órbita (22-42, min. 15) y que allanó el camino hacia octavos de final.

Habían bastado dos cuartos para ver de nuevo a la mejor España. Un equipo solidario y certero, capaz de correr al contragolpe y de dominar el rebote. Aspecto este último fundamental, sobre el que pivota gran parte de la esencia del grupo. Willy, que ante Bélgica apenas capturó cuatro rebotes, sumó 13 ante Montenegro. Una muestra de la intensidad que mostró el equipo. Un gigante por momentos que borró de la pista a su rival. La única mala noticia, desvelada por Scariolo al final del choque, fue la lesión de Rudy Fernández, que sufrió un golpe en la rodilla y no pudo jugar más de ocho minutos. «No sé si podré contar con él para el partido ante Turquía. Me dirán algo al respecto el mismo día del partido», dijo el técnico, feliz por cómo había jugado su equipo.

Buena culpa de la exhibición la tuvo también Lorenzo Brown, que resultó clave a pesar de jugar con un hombro tocado. El americano dibujó líneas de pase para sus compañeros y atacó con acierto el aro rival. Un martillo pilón que, además, ayudó a secar a Perry. Sin sus puntos ni los de Dubljevic -apenas anotó 1 canasta el pívot del Valencia Basket-, Montenegro pareció menos. Un ogro que se hizo pequeño a medida que pasaban los minutos.

De hecho, solo los despistes de la selección, que perdió demasiados balones, daban algo de vida a un rival que bajó muy rápido los brazos. Eso permitió a Scariolo manejar con sabiduría la segunda mitad, repartiendo esfuerzos. Dos cuartos en los que España se relajó y empezó a pensar en Turquía, a la que se medirá mañana miércoles con el primer puesto del grupo en juego. Posición que no evitará un rival complicado en octavos, pues todos los del grupo B, con el que se cruza la selección, lo son, pero que ayudará a encarar esa eliminatoria con mayor confianza.