Felipe Reyes, la amenaza eterna del Barcelona

Es un día cualquiera en el «Valle de las Cañas», la casa deportiva del Real Madrid de baloncesto cuando no está de viaje. Tras una larga sesión de entrenamiento, solo queda un jugador en la sala de pesas, el mismo que suele apurar las horas sobre la camilla del fisioterapeuta para mantener su cuerpo a punto. «Es siempre de los últimos en acabar», apuntan desde el vestuario blanco. Un ejemplo para los más jóvenes y un modelo de pervivencia deportiva.

Los achaques de la edad, no perdonan, pero Felipe Reyes (Córdoba, 1980) se empeña en minimizarlos en el día a día para poder rendir sobre la cancha, en la que lleva casi diez años siendo un líder luciendo el escudo del Real Madrid. Hombre de costumbres, apenas ha cambiado su manera de vivir el baloncesto, aunque ahora se cuida más que nunca. El capitán ha vuelto a ser una pieza clave para Laso esta temporada en la que el técnico ha tenido que lidiar con muchas caras nuevas. Ante la irregularidad del equipo, ha encontrado en Reyes la fiabilidad de siempre. Un seguro bajo la canasta, sinónimo de victorias. Sus números esta temporada se han multiplicado hasta situarle entre los mejores de la Euroliga. A su lucha en el rebote –la especialidad de la casa–, Felipe ha añadido este año un acierto en el lanzamiento superior al 56 por ciento.

Obsesionado con la mejora continua, competitivo sin límites, Felipe aprovechó sus peores momentos en el Real Madrid para pulir sus defectos. Fue con Messina enseñándole la puerta de salida, cuando el capitán se empeñó en ampliar sus registros. Del rebote al lanzamiento de larga distancia, algo en lo que ya venía trabajando desde la época de Plaza. «Siempre sabe encontrar la lectura positiva. Tiene una cabeza privilegiada que le permite salir reforzado de los peores momentos», señala a ABC su hermano Alfonso , exjugador y actual presidente de la Asociación de Jugadores.

Pocos como él conocen el calvario por el que pasó Felipe con el italiano en el banquillo, lo que le llevó a estar con un pie y medio fuera del Real Madrid. «Cualquier otro, se habría rendido», apunta orgulloso. Tanto, como lo estaría su «padre, siempre presente para nosotros», relata Alfonso.

En una semana marcada en rojo por Felipe y su mujer –serán padres de su primera hija en las próximas horas–, el capitán del Real Madrid quiere lucir más que nunca. La visita del Barcelona siempre es una motivación extra para él, pero la más importante está en el mes de mayo. La Final Four que se disputará en Madrid y que encierra su obsesión profesional de los últimos años:la Euroliga.

Levantar la novena Copa de Europa del Real Madrid es su anhelo principal. El único gran título que no ha conseguido en una carrera plagada de éxitos y que se le escapó por muy poco ante el Olympiacos y el Maccabi en 2013 y 2014.

Para lograrlo, el duelo de esta noche ante el Barça es fundamental, pues un triunfo dejaría casi sentenciado el pase de los blancos a cuartos de final y complicaría, de paso, la clasificación de uno de sus rivales por el título. Un primer paso hacia la gloria, en el que el capitán quiere seguir siendo una amenaza infinita para el Barcelona.