España da una lección para alcanzar otra final

Fueron cinco minutos iniciales en blanco. La presión, a pesar de la veteranía del siete inicial (Pérez de Vargas, Entrerríos, Cañellas, Álex Dujshebaev, Ferrán Solé, Aitor Ariño y Julen Aginagalde), de un partido que significaba tanto, atenazó las primeras jugadas. Pero ante su némesis, ante su espejo, ante una selección de ingrato recuerdo porque dejó sin Juegos Olímpicos de Río 2016 y fue el último verdugo en un campeonato continental, España mostró lo que no se puede copiar: multitud de recursos, rotaciones, adaptabilidad y fondo de armario para medirse con quien sea, ante cualquier circunstancia y para solucionar cualquier atasco. Entrerríos, Guardiola y Solé firmaron las jugadas «made in Spain» que llevaron a los de Ribera a mandar en el marcador ya a los diez minutos: buena portería, recuperaciones, carreras y goles a la contra. No se puede copiar.

Es marca registrada y ayer funcionó a la perfección, elevados los números de la selección hasta los veinte goles y solo dos pérdidas en la primera mitad (20-15) para rebajar los humos eslovenos y subrayar la superioridad. Por si no había quedado claro quién era el maestro con jugadas, pases, defensa, coordinación y solidaridad, una última lección en forma de gol antes del descanso, preparado en tiempo muerto: jugada impecable con participación de todos que remató Entrerríos con un salto dentro del área a pase de Ángel Fernández. Sonrisa del capitán. España ofrecía su recital.

Intentó Ljubomi Vranjes, seleccionador esloveno, provocar algo de tensión en la defensa española apostando por Dean Bombac tanto en ataque como en la retaguardia. Pero Morros, Guardiola y Aleix Gómez se aliaron para robar y anotar. Otra daga en la moral.

Desprendía España calma, concentración y piernas, merced de una estrategia de rotaciones que ha repartido los minutos y la fatiga en un torneo alargado a dieciocho días. Mientras Eslovenia acumulaba activos con más de seis horas en los músculos, Maqueda, el que más, apenas superaba las cuatro. Frescura y confianza. Opciones y variedad. Fortaleza y energía.

Sin ser tan decisiva la actuación de Pérez de Vargas, la defensa fue lo suficientemente compacta como para mantener el control el resto del partido. Incluso al ralentí, después del desgaste inicial. Incluso con ese bajón que tanto daño supuso contra Croacia –único empate en el torneo– y que se superó con algún sufrimiento a falta de cinco minutos pero más gol . El de Álex Dujshebaev para aliviar tensiones y llevar a España a la final, a otra, la tercera consecutiva. Y con lecciones para quien aspire a copiar: 778 pases (por 541 de los eslovenos), con un 98 % de efectividad.

Consciente más que nadie de lo difícil de mantenerse en la élite, España se acerca al objetivo del que nadie habla, pero en el que todos piensan:un oro para revalidar corona y viajar directos a Tokio. El fin último de esta generación irrepetible.