Toros en Estepona
Versión taurina de 'El turismo es un gran invento', con Talavante y Roca Rey
La terna se marchó a hombros de la plaza de toros de Estepona, repleta de turistas y colmada de salud para la fiesta nacional
Estepona (Málaga)
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Iniciar sesiónLa escena era un dignísimo homenaje a la emblemática película del desarrollismo económico español. Paco Martínez Soria y José Luis López Vázquez, reencarnados con el chispeante de dos figuras taurinas. Pongamos que hablamos de Alejandro Talavante y de Andrés Roca Rey, ... quienes a sólo dos días de escuchar el 'Chipirón' pamplonica se encontraron ante un histórico pelotazo (no piensen en lo urbanístico) en la villa de Estepona. Con una plaza de toros tan atestada como aquella piscina costasoleña del film y con un público tan cariñoso como las idílicas suecas que paseaban en biquini por su césped. A plaza llena ganamos todos, debió pensar el reparto de este remake.
Crean que este cronista no exagera cuando encuentra similitudes con la citada comedia. Hasta hubo una escena para el alcalde de turno, otrora protagonista, ahora telonero. Se trataba de José María García Urbano, primer edil de la localidad (PP), arengando en la previa a los asistentes, pies sobre el ruedo y micrófono en la mano: «Muchas gracias a todos por venir a apoyar la fiesta nacional. Y que viva España». «¡Vivaaaaa!», respondían entusiasmados dos veteranos aficionados, acompañados de dos jóvenes brasileñas con más trapío que toda la corrida que envió Joaquín Núñez del Cuvillo, que aprovechó la ocasión para limpiar y vaciar más de un cercado de remanentes.
Ingleses, alemanes, árabes, malagueños, madrileños y hasta peruanos colmaban los tendidos del embudo de Estepona –con una capacidad para 8.000 espectadores–. Fácilmente distinguibles, entre los que comían bocadillos y los que miraban cómo comían. Aquella mezcolanza crujió sincrónicamente al estallido del toreo, que más bien fue un sucedáneo. Por todo ello, y sin conocerlo de nada, vaya la particular felicitación para el empresario algecireño José Luis Lara, organizador del espectáculo. Aunque el resultado artístico terminase siendo cuestionable –ahora lo abordaremos–, el júbilo de los espectadores y la emoción de ver así una plaza de tanta capacidad compensan todo lo demás.
Feria de Estepona
- Plaza de Toros de Estepona. Domingo, 9 de julio de 2023. Lleno aparente en los tendidos. Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, de desigual presentación y cuestionable juego. 1º, feo y desrazado; 2º, con clase y alegría; 3º, apagado; 4º, manso; 5º, devuelto tras partirse un pitón; 5º (bis), sin entrega; 6º, morucho.
- Alejandro Talavante, de verde oliva y oro. Pinchazo y estocada haciendo guardia (silencio); estocada (dos orejas).
- David Galván, de blanco y plata. Estocada, aviso y dos descabellos (dos orejas); tres pinchazos (ovación).
- Roca Rey, de rosa y oro. Estocada y descabello (silencio); estocada (dos orejas y rabo).
El festejo debió ser inaugurado por Morante de la Puebla, que causó baja por estar aún convaleciente de su muñeca tras la voltereta del pasado domingo en Vila Franca de Xira (Portugal) y tratar de reservarse para su compromiso de mañana en los sanfermines. Lo suplió David Galván, que entró como sustituto y salió a hombros junto a las dos figuras. Al gaditano hay que reconocerle su esfuerzo para lograr el triunfo ante ambos toros, aunque su excesiva preocupación por la estética a veces le hagan olvidar la importancia de cuajar la faena. Afinitado en su perfilera colación, logró momentos de encaje ante el boyantón segundo, al que cerró por poncinas, un recurso tan cursi como efectivo. En el quinto, ¡por fin!, llegó la dignidad a los tendidos cuando se reclamó la devolución del de Cuvillo –mutilado tras su paso por el caballo–. Y salió el sobrero, menos feo que varios de los titulares. Con él se mostró bragado el torero, colocado entre un toro y una muleta que iban por caminos dispares. Lo más emocionante resultó el tercio de banderillas de Lipi, que expuso en exceso.
Al primero de la tarde, feo y alto como un caballo, lo toreó con brevedad Talavante. Animado desde su arranque –faroles inversos, lances templados, quite por gaoneras y brindis al público–, aunque con poca intensidad. Milimétrico con la zurda, libró el enganchón de los mil y un calamocheos. Con el cuarto, basto de tipo y manso de libro, estuvo a las tres cartas con el capote y con decisión en la muleta. Sacó empuje el de Cuvillo, al que ahora sí mató bien para que la plaza de tiñera de un cariñoso y abundante blanco.
La estrella del cartel también fue la máxima triunfadora, tras cortarle la cola al sexto de la tarde, ya noche. Roca estuvo apático con el desrazado tercero, sin lucidez y sin nada especial. Con el cierraplaza, basto de cuerpo y morucho de estilo, se empecinó en lograr el éxito. Que llegó por la zona en la que un par de horas antes se había posado el sol. Desafiando a los tendidos y meneando el flequillo –más en Diego Ventura que en Manuel Benítez–. En resumidas cuentas: qué gran invento el turismo…
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