faenas históricas
Paquirri, el poderío y las facultades de una gran figura de época
El 28 de abril de 1981 salía por última vez a hombros por la Puerta del Príncipe
fernando carrasco
Las figuras del toreo se han diferenciado del resto de matadores de toros por no sólo triunfar en los momentos claves y en las plazas de importancia, sino por mantenerse, un año y otro también, en esa misma tónica.
Y una de ellas es, a ... qué dudarlo, el gaditano Francisco Rivera «Paquirri», un portento de facultades físicas a las que aunó el poderío de su toreo y esa constancia y tenacidad que lo encumbraron en las décadas de los años 70 y 80 del pasado siglo. Desgraciadamente, su muerte nos privó de seguir deleitándonos de esa competencia en los ruedos que hoy en día casi ni se estila. Pero también esa muerte sirvió para engrandecer aún más este arte tan denostado en la actualidad.
Paquirri protagonizó momentos memorables en el coso del Baratillo. Y uno de ellos aconteció en la Feria de Abril de 1981, cuando tras extraordinaria tarde cruzó el umbral de la Puerta del Príncipe en loor de multitudes, dando un aldabonazo más a su impoluta trayectoria.
Ya lo había hecho en anteriores ocasiones, pero el de Zahara de los Atunes era torero que se rebelaba contra todo y contra todos y, como escribimos, no se dejaba ganar la pelea por nadie.
Aquella Feria de Abril del 81 reaparecía el recordado Manolo Vázquez. Y se anunciaban toreros de la categoría de Curro Romero, Pepe Luis hijo, Dámaso González, José María Manzanares, Rafael de Paula, Emilio Muñoz, Espartaco...y el propio Paquirri.
El 28 de abril, en la cuarta de Feria, se anunciaba Francisco Rivera junto a Rafael de Paula y Pepe Luis Vázquez ante los toros de Manolo González.
Joaquín Caro Romero, en su crónica de ABCde Sevilla, comenzaba escribiendo:«Era una tarde climatológicamente antitaurina la de ayer en la Maestranza. Llovió mucho antes de la corrida. Se llegó a temer por la suspensión del festejo (...). Pero Francisco Rivera «Paquirri» hizo cambiar el signo de la jornada. Toreó al mal tiempo y devolvió el calor que le correspondía a la fiesta. Porque Paquirri hizo subir de tal modo la temperatura que despertó a la canícula en el redondel. A mal tiempo, buen torero. A buen torero, buen toro».
Y continuaba Caro Romero: «Pleno de facultades y poderío, realizó dos grandes faenas de muleta. Como era de esperar, recibió a los dos de su lote a portagayola, anduvo muy desenvuelto y entregado con la capa, bullidoramente sui generis con las banderillas. Pero su máxima verdad la dejó sentir con la flámula y el acero».
Y recuerda la crónica que la faena a su primero, al que le cortó una oreja, «fue colosal. Toreó donde quiso y como quiso (...). Qué veraneo de sol en la playa lisa de su muleta».
Para el cronista fue ésta faena más maciza y contundente que la segunda, donde cortó las dos orejas. Pero aquí «cobró un gallardo estoconazo que hizo doblar entre el delirio», que se marchó en volandas por la del Príncipe.
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