después, 'naide'
'Morante, herria zurekin'
Él es el triunfo de una civilización y, si me apuras, de una especie. Si cabe José Antonio con su modo de ser en la plaza, su profundidad como de fosa de las Marianas y su ligerísima naturalidad, es que cabemos todos
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Iniciar sesiónDespués de dos meses retirado, se ha aparecido Morante de la Puebla en Santander con un vestido gris tristeza –gris Oteiza, gris humo de chimenea, gris plomo de bala, gris de blancazo con gota sudor frío–, que trae unos bordados en oro como de ... florecillas de la vera del camino de un poema de Juan Ramón. Sobre los hombros lleva unas rosas recrecidas y fértiles, de manera que se le andan peleando los ángeles y los demonios sobre el traje de torear.
Ha sonreído Morante yéndose por la puerta grande de Santander después de dos meses lidiando fantasmas, movidas mentales que gravitan entre una serie de astros sangrientos de los que uno no conoce ni el nombre. Yo sé que Morante lucha contra fuerzas contrarias a él mismo y por tanto a nosotros, demontres que pretenden que esté triste, y tenemos el deber de enfrentarlos. Ojalá pudiéramos guardarle los sueños en los que se le agazapan duendes, amenazas y aullidos, y hacer que durmiera tranquilo, que despertara en calma, que fuera feliz a salvo de las moscas de la desdicha y la desesperanza.
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Pocas veces hemos dependido tanto de la felicidad de uno solo, de la victoria de un hombre cuya derrota sería la de todos. Como del flequillo de aquella golfilla del arrollo de Chesterton, de la sonrisa de Morante depende el mundo entero en la medida que estaremos contentos si él está contento y viceversa. Porque Morante es el triunfo de una civilización y, si me apuras, de una especie. Si cabe José Antonio con su modo de ser en la plaza, su profundidad como de fosa de las Marianas y su ligerísima naturalidad, es que cabemos todos. Ah, Morante, Cristo de nuestros demonios, llora la sangre de nuestra vulgaridad, de nuestro infortunio y de las otras cosas mecánicas, de todo lo que se hace porque sí, el universo del 'disclaimer', los tontos por ciento y el algoritmo que de esto nada entiende.
El mundo, que parecía eterno, va ahora a poquitos, de tarde en tarde, y sabemos que el día 31 de julio, Morante hará el paseíllo en Azpeitia. Habrá cata de puros y procesión a San Ignacio, himno y misa de Coronación de Mozart en la basílica. Después, en los toros, tocarán el 'zortziko' a la sombra de los montes tan verdes que parecerá primavera. Vamos a Azpeitia a rezar por Morante, para que se ponga bueno y le pegue un trincherazo al infortunio. En Azpeitia, donde dicen 'Enrique Ponse', los pibes lo están esperando y, sabedores de su lucha, han agarrado un espray y se han puesto a hacer pintadas que dicen: 'Ánimo, Morante, Azpeitia, zurekin' (Ánimo, Morante, Azpeitia está contigo) y 'Morante, herria zurekin' (Morante, el pueblo está contigo), pues la sonrisa de José Antonio se ha convertido en un asunto de Estado que cruza mi Españita de parte a parte y sostienen el ánimo del torero hasta los grafiteros guipuzcoanos.
Vamos con él porque el toreo es eso: caminar dando vueltas alrededor de un pozo negro que es el toro, una oscuridad densa que nos envuelve y nos toma por la cintura en una danza mortal. Es lamerse la herida, es que te den todos los rayos, es hacer un viaje a la muerte que avanza entre los tendidos y volver de allí, sonrientes, a encendernos un puro.
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