después 'naide'
Fin de curso
Toda mi paternidad se podría concentrar en ese momento en el que mi hija, cobijada por mi atención y mi mirada, emprende, decidida y orgullosa, su coreografía, la danza, la pandereta, la frase, no importa: lo que sea que esté haciendo y lo está haciendo tan bien...
Más artículos del autor
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónSe apagan las luces de patio de butacas del teatro del colegio que siempre huele a teatro de colegio. Por debajo del telón aparecen sesenta piececillos descalzos. Después, se levanta el telón y allí están los niños en su espectáculo de fin de curso, algunos ... temerosos y los otros decididos, resueltos a representar su papel. Cada uno de los padres busca a su hijo con una avidez animal, un poco como la gacela busca a su cría después de perderla en la histeria que provoca el ataque del león. No es fácil reconocerlos. Desde abajo parecen un poco distintos, más mayores, más altos, más chicos, más algo. Esa es la nuestra, Paloma, 7 años, su madre comenta que parece de 17. La vida de los niños pasa en un tiempo inalcanzable que siempre es escapa de uno. Después, la memoria del teléfono te demuestra que te pasó la vida sin que fueras consciente de su milagro. Entre el público del salón de actos sabes que estás viviendo un momento histórico que no olvidarás nunca y eres consciente de su dimensión como pocas veces, un poco como cuando cayeron las Torres Gemelas, pero a la inversa.
MÁS 'y después naide'
Somos la rana abrasada por el paso del tiempo, pero hoy no. Ahí está tu hija, tan bella, y aprovecha los giros para buscarte entre las tinieblas del público. Y tú ahí abajo, con la madre agarrándote la mano como en un aterrizaje forzoso. Levantas el brazo en un impulso irrefrenable con aspavientos. Si fuera por ti, te levantarías y gritarías: «¡Estamos aquí, hija!» porque sabes que siempre estarás ahí. Todas las cosas de la paternidad fueron diferentes a lo que te imaginaste, y sobre todo esta del espectáculo de fin de curso, de tu hijo buscándote entre la gente y de pronto te descubre, te hace un guiño, y sabes que te ha visto y se te va a salir el corazón por la boca.
Si todo lo que has sido en la vida y todo lo que serás se pudieran comprender en cinco minutos, ¡qué digo en cinco minutos!, si pudieras explicar quién eres con cinco de tus segundos, serían estos. Yo soy este aquí sentado en la fila ocho del salón de actos, un hombre desmadejado, un hombre desarbolado por un amor infinito e inquebrantable como nunca hubiera conocido otro, y en esa indefensión es donde ese hombre se reconoce a sí mismo. Soy este, mirándote así, queriéndote así, admirándote. Toda mi paternidad se podría concentrar en ese momento en el que mi hija, cobijada por mi atención y mi mirada, emprende, decidida y orgullosa, su coreografía, la danza, la pandereta, la frase, no importa: lo que sea que esté haciendo y lo está haciendo tan bien...
Este soy yo en el 'big bang' de ser padre. Sabes –sabéis– que siempre estaréis el uno para el otro y que podréis contar, vosotros con ella y ella con vosotros, para siempre, entendido el siempre como un futuro monolítico. Vendrá la vida con sus astas y su telaraña de babas, pero lo hará sobre esa revelación, el fogonazo bidireccional, simétrico, perfecto, en el que uno es tan padre y el otro tan hijo, al mismo tiempo.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete