El primer texto teatral en castellano sube a escena

José Carlos Plaza se refiere al «Auto de los Reyes Magos» como « un cuento preciosísimo , que sirve de bálsamo a las penurias, a las tragedias. Esta función sanadora hace que lo tuviéramos que situar donde hicieran falta la esperanza y la ilusión, y ese lugar, hoy en día, son los campos de refugiados ». Y en uno de ellos, indeterminado, ha situado José Carlos Plaza, esta función, que tiene un alto porcentaje de creación contemporánea. «La ilusión es fugaz -sigue el director-; pensamos en esos niños fascinados por la cabalgata de la noche de Reyes. ¿Qué pasa veinticuatro horas después?» Y ese es el punto de partida para lo que Plaza define como « un cuento gótico, negro, y también un cuento moral . ¿Qué está pasando en nuestra sociedad -dice en un tono tan airado como contenido-. Intentamos hablar, en la función, de la falta de moral, del impudor en que nos movemos. Y ahí está la clave del espectáculo, que quiere a través del “Auto de los Reyes Magos” introducir un poco de esperanza ». Y se hace, también, mediante una fórmula que es una suerte de homenaje personal: la del teatro dentro del teatro.

El «Auto de los Reyes Magos» -fue Ramón Menéndez Pidal quien lo tituló así- está fechado aproximadamente hacia 1180. Está escrio en un romance castellano trufado de aspectos mozárabes, visigodos y gascones, como corresponde a un idioma y un arte -el teatro- en formación. Se halló en Toledo, en un códice de la Biblioteca del Cabildo catedralicio -el descubrimiento lo realizó el canónigo Felipe Fernández Vallejo -, y el original se encuentra ahora en la Biblioteca Nacional. Cuenta Pedro Víllora que «surge en el contexto de los dramas litúrgicos y tropos de Pascua de los siglos XI y XII (originados a su vez en los responsorios de los siglos VIII y IX), con las escenificaciones en latín de las tres Marías visitando el sepulcro de Cristo ( Visitatio sepulchri ), encontrando allí a un ángel que les pregunta “¿A quién buscáis?” ( Quem queritis ). El repertorio se iría ampliando con los cantos de la Sibila, las Natividades, las Adoraciones (tanto de Pastores, Officium Pastorum , como de Reyes Magos, Ordo Stellae ) y el contacto con los dramas escolares al estilo de los Carmina Burana».

Refugiados, voluntarios y miembros de onegés, educadores, médicos, políticos, habitan este espectáculo, que Plaza y Víllora insisten en que no es «teatro documento » -el director argumenta que no se puede hacer este tipo de teatro sobre un problema tan doloroso-; este singular campo, explica el dramaturgo, «es un lugar donde hay educadores que utilizan romances y autos para acercar a las víctimas a la cultura de España, el país que los acoge, y que durante tanto tiempo fue habitado por judíos, musulmanes y cristianos que concibieron leyendas conjuntas. Y también los usan para hablarles de los vicios y las virtudes, del sentido de la culpa, de las miserias del género humano, de las flaquezas del alma , de la locura individual y colectiva, de la lucha por el poder, de las fuerzas y elementos que se dividen el mundo, del albedrío y las opciones de elegir, del hombre y del destino...»

Componen el reparto Fernando Sansegundo , Israel Frías, Pepa Gracia, Montse Peidro, Sonia Gómez Silva, Jorge Torres, Sergio Ramos, María Heredia, Javier Bermejo, Amanda Ríos, Álvaro Pérez, Eduardo Aguirre de Cárcer y Pablo Rodríguez .