Paco de Lucía: el tormento de revolucionar el flamenco
En una nueva biografía del guitarrista, César Suárez ahonda en la arrolladora y sufridora personalidad del genio
«Paco de Lucía era un tormento silencioso cuando componía»
Madrid
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Lo reconocía Paco de Lucía en una entrevista para TVE en 2002. No era la primera vez ni la última que hablaba de ello, del sufrimiento que había padecido durante sus más de cuarenta años de carrera, la mayoría de ellos en la cumbre del flamenco. Un año después, en la víspera de la ceremonia en la que recogió el premio Príncipe de Asturias de las Artes, el guitarrista resumió así ese sentimiento que experimentó desde niño: «Soy un enfermo del perfeccionismo y siempre he pensado que no valgo; no me gustó nada, creo que lo hago todo mal y jamás oigo mis discos».
Estas y otras mil anécdotas son las que recoge César Suárez en 'El enigma de Paco de Lucía' (Lumen, 2024) para intentar explicar «esa dualidad del hombre al que todos consideran un genio, pero que él vive de una manera atormentada», explica el autor a ABC. «Intentó explicar de dónde viene eso y cómo funciona su cabeza. Me llamaba mucho la atención esa personalidad compleja de alguien que consiguió expresarse como nadie lo había hecho con una guitarra, que rompió las costuras del flamenco como ningún otro músico, y que a la vez no estaba satisfecho y se quitaba continuamente importancia para continuar esa búsqueda continua», añade.
Para ello Suárez se remonta a los días de La Bajadilla, el humilde barrio de Algeciras en el que el hijo de Luzía la Portuguesa dio sus primeros compases con apenas siete años, donde «muchas casas no tenían luz eléctrica» y los «payos y gitanos vivían sin el menor problema de convivencia». A la época en la que empezó a tocar la guitarra diez horas diarias mientras el resto de niños jugaban, siempre bajo la estricta vigilancia de su padre, el también guitarrista Antonio Sánchez Pecino, que trazó un plan maestro para convertir a su Paquito en una figura del flamenco y no cejó en su empeño hasta conseguirlo.
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Israel VianaTras las mil revoluciones impulsadas por la sonanta en el último siglo, en especial con Paco de Lucía, cuatro de los principales tocaores jóvenes se preguntan si podrá haber en el futuro nuevas rupturas y cuál es el camino que deben coger
Pero aquello se le fue de las manos. Primero, con su histórico dúo con Camarón, y después, con su cuarto disco en solitario, 'Fuente y caudal' (Fonogram, 1973), que incluía la rumba improvisada 'Entre dos aguas' que le hizo mundialmente famoso, sin estar preparado para ello: «Paco, yo creo que es el momento de llevar la guitarra flamenca a todos los públicos, que suene en las radios y en las discotecas», le animó el periodista Jesús Quintero, su mánager en aquel momento, cuando el álbum apenas había vendido trescientas e iba a ser descatalogado.
El éxito
Su respuesta fue muy breve: «No sé si me veo, Jesús, lo mío es otra cosa, el flamenco siempre ha sido minoritario». Pero con él dejó de serlo. Tras una breve aparición a finales de 1974 en el programa '¡Señoras y señores!', dirigido por Valerio Lazarov, la famosa rumba despachó más de 300.000 copias y se mantuvo 27 semanas en los primeros puestos de los sencillos más vendidos. Este éxito arrastró al público a buscar sus discos anteriores y, de la noche a la mañana, Paco de Lucía se convirtió en un ídolo a su pesar. «No estaba preparado y tuve un conflicto interior bastante importante por ser conocido, incluso, más que Camarón. De pronto me hago famoso en España, me sacan en las revistas. Aquello fue muy fuerte para lo que yo tenía previsto que iba a ser mi vida», reconoció más tarde.
'El enigma de Paco de Lucía'
- Autor: César Suárez
- Editorial: Lumen
- Páginas: 334
- Precio: 18,91 euros
«Tenía esa relación de amor odio con la guitarra y, en muchas ocasiones, mostró su rechazo al éxito. Por eso sufrió mucho el síndrome del impostor, la sensación de que cuando le halagaban, le están engañando. Había aprendido de una forma tan natural, que le parecía que no podía ser tan bueno como decían. Todo ello, a pesar de que con 12 años tocaba perfectamente todas las falsetas del Niño Ricardo y que Sabicas alucinó con él la primera vez que le vio tocar en Nueva York a esa misma edad», recuerda Suárez.
Un éxito a gran escala como el suyo era un asunto inédito para la mayoría de los guitarristas, cantaores y bailaores, acostumbrados a ganar para ir tirando. Así lo cantaba por soleares el maestro Manuel Torre a principios del siglo XX: «Pérdidas que aguantas ganancias / son caudales 'redoblaos' / estoy tan hecho a perder / que cuando gano me 'enfao'». Pero a medida que aumentaba su fama, su autoexigencia crecía hasta unos niveles que rayaban los insano. Se pasó la vida retándose a sí mismo y sospechó siempre de los halagos.
El poeta Félix Grande, una de las personas que mejor profundizó intelectualmente en él, lo definió como «pura angustia». «Era un tormento silencioso. No molestaba a nadie, pero se lo notabas. Subía del estudio y la comida le sentaba mal por los nervios», reconocía a ABC Cultural, hace un año su viuda, Gabriela Canseco. Suárez rescata una anécdota que explica muy bien la falta de interés que le provocaban sus composiciones. Iba conduciendo su coche y en la radio empezó a sonar una guitarra por alegrías. «Qué bien suena eso», pensó. Cuando el locutor pronunció su nombre, empezó a gustarle menos. No se había reconocido. Siguió escuchando y empezó a sacar defectos. Cada vez más asqueado, al final apagó la radio.
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SuscribeteAntes de llegar a ABC, me licencié en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y trabajé como arqueólogo durante ocho años en multitud de yacimientos, hasta que el periodismo entró en mi vida. En 2007 decidí cursar el Máster de ABC y fui contratado por el diario para poner en marcha la sección de Historia y la hemeroteca digital a la que sigo vinculado en la actualidad. Ya saben: mirar al pasado para explicar los errores de hoy… aunque se sigan repitiendo. Siempre vinculado a la sección de Cultura, también escribo sobre música, mi otra gran pasión. Soy coautor de ‘Historia de la Guerra Civil sin mitos ni tópicos’ e ‘Historia de la Segunda Guerra Mundial sin mitos ni tópicos’, publicados por Penguin. He colaborado con las revistas ‘Muy Historia’, ‘Muy Interesante’, 'Historia Hoy' y ‘El Salto’.
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