Paco de Lucía rompe su silencio por alegrías
El gran guitarrista flamenco regresa con su último trabajo, «Cositas buenas», después de cinco añossin presentar nuevas composiciones
TOLEDO. No se ha prodigado mucho Paco de Lucía en los últimos tiempos. Hacía cinco años que no presentaba un nuevo disco de estudio, y había que remontarse otros ocho más atrás para encontrar el anterior. Pero cuando todo el mundo espera una nueva entrega ... del gran maestro de la guitarra, resulta complicado lanzarse a la aventura: «Mientras estás subiendo tienes más estímulos. No te da tiempo a sentir miedo, tienes tantas ganas de que te reconozcan, de ganar dinero..., y cuentas con la propia energía de la juventud. El hambre te da mucha fuerza. Pero una vez arriba, te da miedo vivir de las rentas sin darte cuenta, y sentir que ya no estás vigente. A veces cuesta encontrar una razón por la que encerrarte diez horas cada día durante dos años, como en este disco, y estando el mar enfrente, ya que podría estar en una hamaca tomando un daiquirí, y decir «pero qué hago yo aquí volviéndome loquito»».
El próximo día 26 aparece «Cosas bonitas», el nuevo disco de este músico universal nacido en Algeciras. Algo que siempre es un acontecimiento que trasciende el mundo del flamenco, porque cada acorde suyo contiene toda una lección, como las que imparte de palabra en cualquier ocasión que se le presente: «Me gusta mirar al pasado. Pienso que en la música siempre hay que tener en cuenta lo que se hizo antes para entender dónde estamos y porqué estamos aquí. Es una cadena».
Por supuesto, habla un hombre que, con seis cuerdas, ha revolucionado varias veces el mundo del flamenco: «La evolución del flamenco está en una guitarra y en una voz. No por el hecho de que se meta un acordeón, una flauta o una batería es lo moderno. Eso es como vestir a la mona de seda. Lo que vale es la esencia. La evolución está en dentro del propio instrumento, en los matices». Es decir, el truco que emplea para este nuevo álbum y para todos los que ha grabado a lo largo de su vida: «Huir de los lugares comunes, ahondar más adentro de la mina a ver si encuentro un mineral que nadie antes ha encontrado. Tratar de ir para adelante pero sin olvidar lo que había detrás. Que suene a viejo, pero que sea nuevo».
A Paco de Lucía le sale el flamenco por todos los poros, porque sabe que entra «por la onda del corazón, y eso son palabras mayores. ¿Cuál es la técnica para escribir un libro que emocione? No hay forma de explicarlo». Sabe lo que tiene entre manos: «Cada vez que hago un disco lo paso muy mal. Caes en el tópico de que si no es a base de sufrimiento, no consigues nada. Y éste ha sido el álbum más perro de todos».
Pero ya han pasado los malos ratos.Ante la prensa se presentó muy sonriente y relajado, de forma similar a la idiosincracia de sus ocho nuevas canciones, llenas de alegría, de fiestas por bulerías, tangos, rumbas, tientos... «De pronto me apetecía hacer algo así -explica-, con cantes y coros. El ritmo siempre me ha parecido algo fundamental en la música. Y en todo. Un chiste contado sin ritmo, por un desaborido, no tiene gracia, por bueno que sea. En todos los discos tengo un tema lento, pero quería huir de todo lo que he hecho antes».
En esta huida de lo ya conocido se ha rodeado de un nuevo grupo para los directos: «En ocho días tengo que estar encima de un escenario, y no sé todávía los temas que tengo que tocar. Tengo un grupo totalmente nuevo. con le anterior llevaba veinte años, y tocábamos con los ojos cerrados. Pero me daba un poco de vergüenza vivir del éxito de esa banda, exponer tan poco. Cuando estás en la cima con un cigarro te sientes un fenómeno, que tienes fuerza para todo, pero luego te das cuenta de que no es tan fácil hacer un grupo en una semana».
Durante la grabación se pasaron diversos amigos para dejar su impronta, como Alejandro Sanz, que, debido a una ronquera, sólo pudo contribuir con un instrumento cubano llamado tres. El Cigala también se vacía en unos tientos, mientras que Montse Cortés, Guadiana, la Tana y Piraña colaboran en casi todos los temas. Todos ellos contribuyen con sus voces, palmas y jaleos. Sin embargo, él reconoce que no está para muchos jolgorios: «Hace mucho que no me meto en fiestas. Sí pasé mucho tiempo de mi vida en ellas, y ahí se aprende mucho. Se pillan unos matices, unos detalles que nunca se pueden agarrar a través de un maestro o de un disco. Hay algo mágico en el aire que tienes que captar,sobre todo de jovencito». De todos modos, los tiempos han cambiado: «Yo viví la época del vino, que era más sana que las fiestas de coca de ahora, en las que está todo el mundo mordiéndose la boca y sin alegría. Con la coca nadie está contento, y con los porros nadie quiere coger la guitarra o cantar».
Se puede decir que con él se abre una nueva etapa en la vida de Paco de Lucía. En primer lugar, abandona su residencia de Yucatán, allí donde el mar y el daiquirí inquietaban su inspiración -«estaba en medio de la nada, en plena selva cerrada»-, y se ha trasladado a vivir a Toledo: «Es una ciudad que estimula el espíritu. No hay coches, no hay ruidos, y además está cerquita de Madrid». En segundo lugar, ha tomado una importante decisión: «La gira que voy a hacer los próximos días es la última de mi vida. Llevo desde los doce años y ya he hecho demasiadas. Estoy cansado de verdad. A partir de ahora haré conciertos puntuales en España, que hace mucho que no toco, en sitios que me apetezca y donde después de tocar pueda irme a mi casa».
Pero, mientras tanto, lo que le espera por delante no le hace precisamente muy feliz: «Estados Unidos es un país al que no me apetece nada ir. Me da mucha rabia llegar y que lo primero que te hacen es tomarte las huellas y hacerte una foto. Y levantarte a las siete de la mañana cuando tienes que viajar por allí dentro para que les dé tiempo a ellos a registrarte. Es una gira de seis semanas y treinta conciertos en ciudades diferentes. Algo espantoso».
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