Félix Grande...¿qué cabe en una balada?

Hace ya muchos años vivió un hombre que había nacido antes de que naciera el siglo veinte. Se llamaba Félix Grande Martínez . Y vive todavía . No de la manera en que pueda ser visto por alguna calle de Tomelloso. Pero vaya si vive. Porque esos seres con quienes contraemos una deuda de amor que no sólo no nos pesa sino que nos da bríos para andar por el mundo , la única deuda que nos hace ricos, esos seres privilegiados, digo, viven durante mucho tiempo después de dejar la vida ésta. O viven para siempre, que al infinito y sus misterios no les vamos a poner límite nosotros . Por eso, Félix Grande Martínez, apodado «Palancas» por una hazaña de tintes épicos que realizó siendo un mocetón de veinte años, y abuelo del poeta Félix Grande, es una presencia viva en el libro de su nieto.

¿Y qué libro es éste que ha escrito Félix Grande? Diré en primer lugar que sería reducir su alcance si entráramos a dirimir si es biografía, saga familiar o memoria novelada. Y esto por la sencilla razón de que La balada del abuelo Palancas es todo ello junto y tanto más. Un libro así nos sitúa de nuevo ante la evidencia de que el género literario puede ser definible pero nunca preceptivo. El drama no se circunscribe al espacio escénico ni la poesía al poema. Esto último lo saben los verdaderos poetas, y lo ponen en práctica cuando les viene en gana o, simplemente, cuando, incluso sin proponérselo, hacen poesía cuando narran. Con La balada del abuelo Palancas Félix Grande ha escrito una contundente obra poética, porque la poesía fluye por los poros de su lenguaje y, también, con toda su crudeza, amor, humor y antisentimentalismo, de la propia existencia de los seres que habitan las páginas del libro. Y de la sabiduría esencial de gente como Palancas. Pero además, me atrevo a decir, La balada del abuelo Palancas es música, y el poeta acierta de pleno al llamar al libro balada . En la balada de Félix Grande se acomodan sus recuerdos, la vida de su abuelo, la de su padre, la de las mujeres de ambos y la suya propia. Las baladas, con toda su música, cuentan una historia. Qué acierto el de Félix Grande en hacer de la vida del abuelo Palancas una balada . O quizá sería mejor decir qué acierto saber que la vida de un hombre de eso que llamamos el pueblo ha de encontrar su acomodo perfecto en la balada, en la melodía donde se mecen las historias de la gente.