Josep Pons: «Cuando diriges una ópera como 'Parsifal', acabas habitando en ella»

El Liceo estrena la ópera de Wagner con un elenco de estrellas y una escenografía de Claus Guth

El Liceo afronta la temporada en que quedará libre de deudas

El director de orquesta Josep Pons, en una imagen promocional ABC

Pep Gorgori

Barcelona

El director musical del Liceo,Josep Pons, afronta unas semanas frenéticas. Nos atiende en la recta final de los ensayos del 'Parsifal' que se estrena este jueves en el Gran Teatro del Liceo, pero ya tiene la vista puesta en el debut ... de la Orquesta del teatro en la Ópera de París en junio con 'El castillo de Barbazul' de Bartók y en la visita que después harán al Palau de la Música para interpretar más Wagner. Eso, sin dejar de lado la recta final de su proyecto artístico para el teatro lírico de Barcelona. En 2026 dejará la dirección musical de la casa, que asumió en 2012, y para entonces prevé haber culminado una reestructuración que pasa por la mejora y estabilización de la plantilla, el trabajo de las dinámicas de equipo, hacer más grabaciones, la internacionalización e incluso una intervención en la acústica de una sala que no ayuda ni a cantantes ni a instrumentistas. No es de extrañar, pues, que como el propio 'Parsifal', la conversación sea extensa e intensa.

- ¿Cómo es convivir durante meses con un Wagner que dura más de cuatro horas y no da un respiro ni a los músicos ni al público?

- Es una música muy absorbente, de modo que cuando diriges una ópera como Parsifal, acabas habitando en ella. Pero en esta casa, Parsifal, me gusta vivir. Comentábamos una vez con Barenboim que hay que ir con cuidado con Wagner porque crea una adicción. Pasa como con los niños, cuando les gusta una canción y vas con ellos en coche, que te piden todo el rato que la vuelvas a poner.

- Aun así, sus partituras tienen que imponer.

- Imponen, y tanto que imponen. Una vez estuvimos cenando con John Eliot Gardiner y el editor Jaume Vallcorba, que había publicado en Acantilado su libro sobre Bach, 'Música en el castillo del cielo'. Gardiner me dijo que no había hecho nunca Wagner porque le daba miedo. Temía la influencia que podría tener sobre él, no sabía cómo saldría después de la experiencia. ¿Cómo haces Beethoven después de haber hecho Wagner?

- Y pese a ello, Wagner no se entiende sin Beethoven.

- Yo creo que Wagner notaba sobre todo dos alientos detrás de él: el de Shakespeare y el de Beethoven. Y después, está el sentido de la eternidad. Hay un sentido de eternidad que todos tenemos, aunque no todos lo desarrollamos. A quien lo ha experimentado, Wagner no se le hace largo porque habitas un lugar del que no quieres marcharte. Es lo mismo que pasa con los finales de las sinfonías de Bruckner.

- Si para el público las cuatro horas y media de 'Parsifal' son un esfuerzo, no me imagino lo que es para un director, por mucho que disponga de cantantes de la talla, como es el caso, de René Pape, Matthias Goerne y Elena Pankratova.

- Es complicado, pero no solamente por las dimensiones generales. Nietzsche decía de Wagner que era un miniaturista. Tenía más razón que un santo, y habiendo dirigido muchas de sus obras lo constato. No alarga una idea más de cuatro compases. O te introduce un elemento rítmico diferente, o te pasea un nuevo leitmotiv, o te saca otro color... Todo sumado crea un mural inmenso, pero siempre a base de pequeñas miniaturas, como un cuadro de El Bosco.

El Liceo estrena 'Parsifal'con escenografía de Claus Guth ANTONI BOFILL

- Cuando acaben 'Parsifal', se van usted y la orquesta a París, a hacer 'El castillo de Barbazul' de Bartók con Bryn Terfel e Iréne Theorin. Tampoco es una obra sencilla, precisamente, aunque sea más breve.

- Wagner influye a todos los compositores posteriores, sin excepción. Bartok bebe de la música popular para dar una respuesta a Wagner. Y no solo de las melodías, sino del propio lenguaje. El húngaro es una lengua muy rítmica, y lo aprovecha muy bien. Y luego, está su parte matemática, con el cálculo de compases, la proporción áurea, la serie de Fibonacci... Pero orquestalmente bebe de Wagner, y también dramatúrgicamente, ya que la partitura está al servicio de la escena, y de la psicología de los dos personajes.

- ¿Qué representa para la orquesta del Liceo este debut en la Ópera de París?

- Es un lujo podernos presentar ahí. Es parte del proyecto artístico. Desde el principio, formaba parte del proyecto hacer giras y grabaciones. Además, quien acuda podrá escuchar la orquesta en una acústica más normal. La acústica del Liceo es nuestro peor enemigo conocido. La falta de reverberación y todo ese terciopelo se traga los armónicos. Es como una radiografía del sonido, en la que ves el hueso pero le falta la carne. No ayuda. Ya estamos trabajando para solucionarlo.

- Hablando de su proyecto artístico, encara usted la recta final. ¿Hasta qué punto se ha cumplido?

- En efecto, yo acabo en 2026, ya hice constar que no quiero renovar, porque considero que ya he tenido tiempo para trabajar, estos tres años culminaremos el trabajo. Uno de los puntos clave era la internacionalización. Yo la veré empezar, pero espero que se acabe de desarrollar en el futuro, que la del Liceo sea una orquesta con presencia en festivales internacionales, y que haga más grabaciones. Los músicos son los primeros que quieren sacar el proyecto adelante y están entregados... Hay salud como conjunto, y creo que esto es muy importante y no es tan común.

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