Septiembre también puede ser cruel. María Tinaut lo tiene claro

Una de las piezas más significativas y destacadas de este proyecto es 'Brazos, abrazos, (inamoviblemente)'. De nuevo, el título nos lanza algunas pistas, algunas ondas de complicidad, que buscan ubicarnos en un territorio de afectos, e incluso de deseos atenuados pero ciertos. La base de esta obra es un amplio conjunto de correspondencia epistolar a lo largo de cerca de 50 años entre la escritora Carmen Conde y Amanda Junquera, recientemente publicada y que translucen sutilmente la relación amorosa entre estas dos mujeres, en un momento como el franquismo en el que este tipo de vivencias afectivas homoeróticas estaban totalmente vedadas en la sociedad española, más aún si cabe en el propio ámbito femenino.

La narrativa formal se centra en las despedidas como un epítome que encerrase toda la esencia de cada carta, en una suerte de velada confesión inconfesa, en la que el deseo aparece encriptado en una amistad que deviene también una pulsión signada por lo erótico. La composición juega de una manera adecuada con lo vacío y lo lleno, la ausencia y la presencia, el silencio y la voz.

'Tu imaginación, tu corazón, las lagunas' es una obra que deriva de la anterior y que alcanza una mayor formalización visual por medio de puntos azules que generan una especie de código, entre binario y braille, que traduce gráficamente los períodos de mayor correspondencia epistolar con otros en los que el contacto entre ambas mujeres sería más físico, más corpóreo.

Otros de los trabajos propuestos inciden en un grado de representación más material y objetual. Es el caso de 'Y cuento contigo para el amanecer', que surge a partir del teñido de fundas de colchones cosidas. Las huellas de las suturas parecen indicarnos la aceptación final de una dulce lucha que finalmente nos llevase al distanciamiento y la pérdida.

O quizás también 'Untitled (blue again) I, II y III', tres platos cerámicos reconstruidos con fragmentos, una plástica metonimia del inútil combate por rehacer y revivir lo que ya está irremediablemente fragmentado.