'Los rostros que tengo', de Nélida Piñón: brasileña de alma gallega

Uno de los textos incluido en este libro se refiere al orgullo y felicidad con que recibió tal distinción. Orgullo de saberse nieta de gallegos inmigrantes. Su abuelo Daniel y su abuela Amada acompañan muchas de las reflexiones de este libro. No es ya que escriba: «Mi origen gallego define quien soy», sino que esa filiación, que la trajo varias veces a recorrer en Galicia sus raíces, es proclamada como una riqueza irrenunciable, escrita en lengua portuguesa.

ENSAYO

'Los rostros que tengo'

• Autora Nelida Piñón
• Editorial Alfaguara
• Año 2024
• Páginas 293
• Precio 21,90 euros

No sabía Nélida Piñón la actualidad que cobraría esa proclamación hoy, cuando latinoamericanos menos sabios y más interesados políticamente reniegan de sus orígenes asturianos, gallegos o vascos. Curiosamente las dos escritoras más traducidas y universales de la lengua portuguesa, ambas brasileñas, Nélida Piñón y su antecesora Clarice Lispector, que fueron amigas, son hijas de la inmigración, pues Lispector era judía de origen y niñez rusa.

Quizá sea eso lo que haga proclamar a Nélida Piñón en este libro «me dispongo a ser todos los linajes del mundo». No deja de citar a Homero, a Cervantes y a Shakespeare, con quienes sitúa a Dostoievski o Machado de Assis, su linaje brasileño más firme. Esa es la grandeza del arte: que no conoce fronteras. Una artista como ella es grande cuando nada humano le es ajeno. Tiene este libro autobiográfico la particularidad de no revelar casi nada de lo privado. Nada hay de vida amorosa, nada de anécdotas de viajes o estancias en Estados Unidos. Todo se concentra en definir su filiación artística y su sangre gallega.

¿Cómo pueden querer tanto los nietos de quienes en su día tuvieron que emigrar? En esa querencia hay generosidad y grandeza de espíritu. Tuve la suerte de compartir un par de días con Nélida Piñón, cuando inauguró en Murcia la Feria del Libro que yo coordinaba, y fui testigo de que lo que este libro proclama es cierto: su amor por España era una convicción que tenía también mucho de universal artístico por la literatura escrita en español, pues la vinculaba con la lengua de sus amigos Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.

No solo la lengua, también el espacio de la imaginación, que es uno, aunque la literatura lo vaya ganando en lenguas diferentes. También hay anotaciones musicales, como esa observación de que María Callas era la mejor porque concentraba en su timbre siglos de la tragedia griega. O la música de Wagner, cuya tetralogía la acompaño durante la pandemia. Hay también lección sobre lo que significa ser mujer y brasileña para poder ocupar un espacio difícil en la republica de las Letras, pero hay mayor lección en que lo diga sin que se note agravio o feroz pugna.

Lo hace con la misma serenidad con la que aborrece los males de lo políticamente correcto, sobre lo que también habla. No se preocupen: este libro es lo contrario a sermones sobre cada cosa. Es la naturalidad de una escritora grande, que no necesita otra causa que ser fiel a su vocación.