UNA MIRADA ACADÉMICA
De palabras en desuso
Acaso el cada vez mayor predominio de la comunicación virtual frente al coloquio directo y cercano, está haciendo menos expresiva nuestra lengua
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José María Merino
¿Por qué dejamos de utilizar determinadas palabras? Ya he hablado de la sustitución de muchas por términos que vienen de otros idiomas, especialmente del inglés, pero a lo largo de mi larga vida he sentido desvanecerse demasiadas, y aunque las que no se usan ... no desaparecen materialmente, pues acaban pasando del Diccionario habitual al Histórico —aunque haya muchos que no lo saben—, no puedo entender que dejemos de conservar y pronunciar palabras expresivas y sonoras, aunque en muchos casos se trate de términos populares.
Los ejemplos son tantos que no puedo repasarlos todos, pero veamos algunos: ¿por qué mantenemos lontananza y abandonamos acercanza? ¿por qué dejamos de utilizar adefesio para describir «una persona o cosa ridícula, extravagante o muy fea»? ¿Por qué ya no llamamos a los trastos cachivaches o archiperres? Seguramente, el haber dejado de aprovechar telas viejas para conformar piezas textiles, uniendo los retales, ha hecho desaparecer almazuela, pero ¿por qué perder gallofero para aludir al holgazán que se dedica a la mendicidad, o vocablos tan expresivos y claros como tocayo o correveidile?
¿Es que ya no nos abotargamos? ¿qué es lo que celebramos ahora, en vez de cuchipandas? ¿por qué hemos sustituido por palabrotas córcholis y recórcholis para expresar nuestra «sorpresa, admiración o disgusto»? ¡Y ya ningún embuste es un embeleco, ni nada nos parece chipén!...
No puedo entender que dejemos de conservar y pronunciar palabras expresivas y sonoras
Antes, andar por las calles «cantando o alborotando» era jacarear; los aficionados a disfrutar de la noche, nocherniegos; fierabrás la «persona mala y perversa»; un vivalavirgen una «persona despreocupada e informal»; los «flojos y bobos», babiecas, como malandrines los «perversos y bellacos» o paparotes los papanatas, y camasquince el entrometido… ¿Es que han desaparecido tales especies?
Acaso el cada vez mayor predominio de la comunicación virtual frente al coloquio directo y cercano, está haciendo menos expresiva nuestra lengua, y sintetizando la tradicional elocuencia, incluso en el nivel del contacto ordinario y común. Pero, mientras tanto, el jugón se convierte en gamer, el enlace en link, el asesor en coach, el acechador en stalker, lo siniestro en creepy… Espeluznante, en efecto, pues en tanto dejamos de usar muchas palabras, repetiré lo dicho en más ocasiones: asumimos como propias esas otras extrañas, que ya quedan instaladas en nuestro espacio léxico, haciendo esfumarse las tradicionales con todos sus sinónimos… En este asunto, tanto las familias como el sistema educativo tienen mucho que hacer, y no digamos los medios de comunicación.
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