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ABC Cultural

EL BAR DEL TANATORIO

Nunca es la última

El bar del tanatorio funciona como una especie de Parlamento improvisado. En una mesa se arreglan herencias; en otra, se cierran negocios; y en otra se organizan cenas

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Alfonso J. Ussía

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-Aquí nunca falta gente —me dijo Andrés, dándole un sorbo a un café negro como un pozo petrolero.

—Normal —contesté—, es el único bar donde la clientela se renueva sola, y sin campañas de marketing.

El bar del tanatorio es un ecosistema único. ... Abierto veinticuatro horas, sin ‘hora feliz’ ni reservas, pero con la certeza absoluta de que, pase lo que pase, siempre tendrás compañía. No importa la hora: a las tres de la mañana encuentras al primo que vigila el turno nocturno; a las once, a la viuda rodeada de amigas que no dejan que se quede sola; y a mediodía, a los nietos que se han escapado de la sala de velatorio buscando una bolsa de patatas fritas. El camarero lo sabe todo. No tiene título de psicología, pero escucha mejor que un terapeuta. Te pone un vino, te palmea la espalda y, de paso, te da el nombre de un notario de confianza. Si en un bar normal el camarero es el máximo sacerdote, en el bar del tanatorio es el mismísimo Papa.

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