LO MODERNO
Zafarrancho en Alcalá
El español medio, con título o sin él, se sigue asomando fiel a los versos de Machado, despreciando cuanto ignora. ¡Y como hemos ignorado a nuestra Complutensis Universitas!
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Cambridge, Harvard, Trinity College, Coimbra, la Sorbona, Oxford. Nos vienen a los labios los nombres de estas viejas universidades europeas que la literatura, el cine y la decencia de los países que las levantaron se han encargado de mantener vivas. En España hay un lugar ... incomparable, porque supera en memoria a cualquiera de ellas: Alcalá de Henares, que cumplió el pasado año un cuarto de siglo siendo Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Pero el título, como tantas veces ha pasado en este país, es sólo un golpe seco en la tarjeta de visita y el español medio, con título o sin él, se sigue asomando fiel a los versos de Machado, despreciando cuanto ignora. ¡Y como hemos ignorado a nuestra Complutensis Universitas! Creada por el inigualable cardenal Cisneros (que merece columna aparte) por allí pasaron, resumido como en un plano secuencia de Sokúrov: el profesor Antonio de Nebrija, el santo Juan de la Cruz, los escritores Mateo Alemán, Lope de Vega, Tirso de Molina, Francisco de Quevedo o Calderón de la Barca, o los políticos Alejandro Farnesio, Antonio Pérez y Jovellanos.
También algún que otro hombre de poder, como el hijo bastardo de Carlos V, don Juan de Austria, o Fray Domingo de Soto, confesor de aquel; el príncipe Carlos, hijo del rey Felipe II o el médico de éste, el doctor Vallés de Covarrubias, sin olvidar al cardenal Mazarino, sucesor de Richelieu, aunque menos conocido porque Dumas no lo implicó en ninguna aventura folletinesca y por supuesto, María Isidra de Guzmán escritora, primera mujer doctora, académica de la Lengua y catedrática honoraria de Alcalá de Henares, conocida como «Doctora de Alcalá».
Nos queda la hermosura de la ciudad de Alcalá de Henares y su Universidad, que es nuestro Oxford y nuestro Cambridge todo junto
Ojalá, al menos, hubiésemos tenido un Tom Sharpe que, igual que hizo en su novela 'Zafarrancho en Cambridge', ridiculizase con similar humor punzante la inutilidad tradicional y corrupta de la casta del profesorado, para que la gente hubiese aprendido a reír con inteligencia, que es el camino más rápido al conocimiento. Pero ni eso.
Nos queda, eso sí, la hermosura de la ciudad de Alcalá de Henares y su Universidad, que es nuestro Oxford y nuestro Cambridge todo junto y que guarda como un cofre cerrado la memoria suculenta de lo mejor que fuimos. Atrévanse a abrirlo. La recompensa del conocimiento en este país es el olvido público, pero también, quizás, una parcela propia de eternidad
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