CRÍTICA DE:
'Manía epistolar', de E. M. Cioran: las epístolas del aciago demiurgo
EPISTOLARIO
Se reúnen ciento sesenta cartas, muchas inéditas, que revelan la verdad más íntima del pensador rumano-francés
España, en un lugar especial del corazón de Emil Cioran
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Iniciar sesiónSe reúnen en este volumen ciento sesenta cartas de las miles que escribió Cioran. Muchas son inéditas. La mayor parte se perdieron, sobre todo las de juventud. Las de antes de haber llegado a Francia con veintiséis años. El autor rumano francés se queja ... amargamente de que una actriz muy amiga suya, en Bucarest, quemara un buen puñado de ellas.
El escritor de 'La tentación de existir' fue un gran amante del género epistolar. Él mismo lo justificó de la siguiente manera. Nunca tuvo oficio ni beneficio, pero convirtió esta labor en un empleo. Todos los días escribía varias y también recibía muchas.
EPISTOLARIO
'Manía epistolar. Cartas escogidas, 1930-1999'
- Autor E. M. Cioran
- Editorial Taurus
- Año 2025
- Páginas 240
- Precio 19,85 euros
Se consideraba un holgazán, pero viendo toda su bibliografía considero que era una pose. El hastío, el aburrimiento era más duro que cualquier trabajo. Él se inventó este. Y esta soledad y abandono la solucionó con este empeño epistolar. En realidad más que cartas son ensayos y no cortos. Fue como un apóstol que enviaba misivas a sus familiares, amigos, intelectuales, escritores, lectores y críticos favorables o no. Y lo hizo en tres lenguas: rumano, francés y alemán.
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Ya a mediados de su vida, Cioran (1911-1995) confesó que la carta era un género amenazado. Rinde homenaje a Madame du Deffand, «la más profunda de las epistológrafas, quien ya ciega seguía dictando sus misivas a Voltaire y Walpole». La correspondencia era para este pensador una conversación con un ausente. Esto mismo había comentado Cicerón, quizás su inventor. Cioran, un solitario empedernido, encontraba en esta disciplina, una de las pocas que acataba, un estado perfecto para evadirse de la soledad.
Llegó a considerar sus cartas más importantes que los libros. Lo cierto es que la verdad íntima de un autor se encuentra en su correspondencia, la obra por lo general es una máscara. Cioran prefiere la correspondencia de Nietzsche o la de Flaubert a sus obras. Por el contrario es un gran admirador de la novelística de Proust «una protesta contra la ignominia de envejecer»; frente a sus cartas a las que considera «ceremoniosas y que le servían para ocultar su mundanidad».
Escribió misivas desde los diecinueve años hasta los setenta y nueve. De entre las últimas descubrimos un montón de cartas 'galantes'
Lo importante no son los remitentes o destinatarios como, por ejemplo, Eliade, Beckett (uno de sus grandes amigos y compañero de largos paseos parisinos), Mauriac (que lo acogió de inmediato y él se lo agradece); o los españoles Zambrano y Savater; sino el contenido de las mismas. Aquí está el filósofo más íntimo, incluso más descarnado que en sus propios libros.
Pero su pensamiento es invariable escoja el género que escoja para expresarse. Cioran escribió cartas desde los diecinueve años hasta los setenta y nueve. De entre sus últimas misivas descubrimos un montón de cartas 'galantes' cartas de amor a una joven lectora. El autor confiesa que siempre se rio y vilipendió este sentimiento, y lo que le está sucediendo es una venganza del propio destino.
Un sentido a la vida
Las primeras cartas, las de los años treinta , expresan su inquietud por encontrarle un sentido a la vida. ¿Cómo sobreponerse a su indolencia? Lector constante buscó soluciones a través de autores como Baudelaire, Leibniz, Hume o Zenón. Este último lo sedujo contra el movimiento. Se fue de Rumanía, dejó la universidad, tuvo algunas becas para sobrevivir en París. La crisis profunda del autor de 'Breviario de podredumbre' coincide con la crisis general política y cultural de aquellos años previos a la Segunda Guerra Mundial.
Como maestro de la contradicción, muestra por un lado el amor por la lectura pero, sin embargo, en otra misiva comenta que «la erudición pervierte las disposiciones filosóficas del hombre». A Eliade le agradece su recomendación de leer el libro de Malraux, 'La condición humana'.
Sabemos que Cioran, como muchos de sus jóvenes amigos rumanos, estuvo cerca de los movimientos de extrema derecha. Hay aquí varias cartas, de las primeras, justificatorias. Pero también las que años después redactó arrepintiéndose de aquellas ideas y su antijudaísmo. En realidad, Cioran muy pronto abdicó de cualquier ideología.
Han, un filósofo de nuestro hogar
Federico de Montalvo JääskeläinenDespreció la política y también las religiones. Llega a considerarse un exiliado metafísico. No servirá a nada, incluso a la 'desesperación'. En el año 1946 en carta a Jeni Acterian, le describe la buhardilla en la que vive con Simone y que fue regalada por una adinerada lectora. A su compañera de siempre le tiene un «vergonzoso afecto». Intelectualmente no cumplió su promesa de esterilidad, pero sí familiarmente. A veces las confesiones de Cioran en estas misivas nos consternan, «mi terrible pobreza, mi horror al futuro».
Con Jünger intercambia opiniones e ideas sobre lo que ellos denominan como «inteligencias científicas». Jünger era más condescendiente con ellas que el autor de 'Del inconveniente de haber nacido'. En el año 1968 le escribe a su amigo Arsavir Acterian: «La esperanza, diga lo que diga Dante, solo se mantiene en el infierno; todos los paraísos (si puedo emplear este plural) están desmoralizados, porque en ellos ya no se espera nada. Tal es, más o menos, el drama de este mundo». Cuenta Seferis en sus magníficos 'Diarios' que un día alguien, por la calle lo paró y le dijo: «¿Es usted el poeta?» (ya era Premio Nobel). El respondió «sí». Y el viandante en francés le contestó: «Ah, vous, vous saurez bien mourir!». A eso nos ha venido ayudando E. M. Cioran, un hijo de la fortuna.
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