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Liudmila Ulítskaya: «Durante las guerras, la gente no lee sino que dispara o aguanta en las colas para comprar el pan»
La escritora rusa publica ahora en España 'Una carpa en el cielo', en Automática editorial
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Iniciar sesiónNació en el sur de los Montes Urales donde sus padres, moscovitas, se refugiaron durante la guerra contra la Alemania nazi. Después su familia regresó a Moscú, ciudad en la que Ulítskaya terminó la secundaria y estudió biología en la Universidad Lomonósov en los años ... 60. Su paso de las ciencias empíricas, más o menos exactas, a la 'imperfección' científica de la literatura por la que ahora la conococemos, ella lo explica así: «Me gustaba mucho mi profesión, trabajaba en un laboratorio genético muy bueno, entre colegas y amigos, y aquellos dos años fueron importantes e interesantes para mí. Pero nuestro laboratorio fue disuelto porque nos pillaron con »samizdat«, es decir, con los libros prohibidos en aquella época. Por supuesto, la lista de libros prohibidos sólo la tenían los órganos de seguridad del Estado. Pero a nosotros nos interesaba todo: los acontecimientos en el extranjero, y la vida política en el mundo libre, y los logros científicos. Cerraron el laboratorio. Y mi carrera biológica apenas empezaba y terminaba –no pude defender mi tesis, que estaba casi lista. No trabajé durante casi diez años, durante ese tiempo di a luz a mis dos hijos, crecieron un poco y se inició una nueva etapa en mi vida– entré en un teatro como responsable de repertorio y guionista, fue muy valiente por parte del director del teatro, pero aprendí el trabajo bastante rápido. Luego empecé a escribir obras de teatro y cuentos, salieron las primeras publicaciones, y mi primer libro se publicó en 1993 en París, en francés, y más tarde en Rusia».
–Del primer libro suyo al último, 'Una carpa bajo el cielo'. Un título con un toque poético para retratar un drama.
–Hay una explicación en el propio texto de la novela: uno de los personajes sueña con una enorme carpa en medio de un campo, y una multitud delante formando una cola. Se trata de una metáfora del Reino de los Cielos, que se concibe de forma diferente en las distintas mitologías y religiones, pero el significado es el mismo: es el lugar donde se resuelven las contradicciones y hay una reconciliación completa.
–Usted recorre la vida de tres disidentes a lo largo de cuatro décadas de la historia de la Unión Soviética, y vivimos otra vez tiempos de disidencia, ¿no aprendemos nunca de la historia? ¿Se repite una y otra vez? ¿Esa es nuestra condena?
«El mal es uno de los conceptos creados por el hombre; no existe en la naturaleza»
–La historia, por supuesto, se repite, pero cada giro de la historia tiene sus propias peculiaridades; estas peculiaridades son exploradas por eruditos científicos y gente de letras. Así es como como el ser humano asimila la historia. Rusia, por desgracia, atraviesa actualmente una espiral de este tipo, que recuerda mucho a los tiempos de las represiones.
–Su novela es una novela coral, al mejor estilo de los clásicos de la literatura rusa. ¿Se considera una heredera de esa tradición literaria?
–Me resulta difícil responder a esa pregunta. Pero es todo un halago que me la haga. Soy una persona muy humilde y nunca me pondría en la línea que usted menciona.
–¿Con el arte, con la cultura, se puede combatir la intransigencia?
–Creo que el arte y la cultura en general son las únicas herramientas que pueden reconciliar lo irreconciliable, vencer la intransigencia. No veo otras herramientas.
NOVELA
Una carpa bajo el cielo
- Autora Liudmila Ulítskaya
- Editorial Automática
- Año 2023
- Páginas 750
- Precio 32,00 euros
–Usted parte de la ciencia, la biología y la genética, y llega a la literatura. ¿Cómo fue ese proceso? ¿Qué encontró en la literatura que no halló en estas otras disciplinas para desentrañar las claves de la humanidad, del ser humano?
– El trabajo de un genetista y el de un escritor tienen algo en común: el interés principal es explorar la naturaleza humana, en un caso biológica, en el otro, su vida social y personal.
–Como experta en genética, ¿el ser humano lleva escrito en su código genético la maldad?
–Lo que se está escrito no es el «mal», sino la agresividad. La agresividad es, en diversos grados, propia de todos los seres vivos. No obstante, el hombre tiene la capacidad de dirigir su agresividad no sólo para protegerse a sí mismo y a su descendencia, sino también a otros que son completamente neutrales hacia él. El mal es uno de los conceptos creados por el hombre; no existe en la naturaleza. Cuando un león despedaza a un corzo, no está cometiendo el mal, simplemente vive según sus instintos.
–¿Una guerra en pleno siglo XXI como las de antes en el seno de Europa que tiene que decir al respecto? ¿El hombre es un lobo para el hombre, ahora y siempre?
–El hombre es mucho más diverso en su comportamiento que cualquier otro animal. La guerra actual me parece el resultado de la locura humana, propia de alguien que ha perdido completamente el contacto con la realidad. Se podría hablar de un error político, si no fuera un crimen.
«Tengo que admitir que siempre me ha gustado más el segundo puesto en cualquier competición que el primero»
–¿Cuál es su visión en este preciso momento de la guerra de Ucrania? ¿Vislumbra un fin? ¿Y cuál sería ese fin?
–Creo que Rusia perderá esta guerra. Me temo que terminará solo cuando Rusia haya agotado todos sus recursos militares y humanos.
–¿Qué piensa de que su nombre haya sido conocido, popularizado, en todo el mundo a raíz de una guerra y de que se haya convertido en la voz de la disidencia?
–No creo que la guerra haya aumentado la cantidad de mis editores y lectores. Durante las guerras, la gente no lee, sino que dispara o aguanta en las colas para comprar el pan. Nunca me he considerado una «disidente», hay mucha gente a mi alrededor con la que coincidimos bastante en nuestra valoración de lo que está pasando. Y nunca he tenido nada que ver con el poder.
–¿Qué escribe ahora Liudmila Ulítskaya? ¿Se puede escribir cuando el mundo parece que se desmorona a nuestro alrededor?
–Es muy difícil. Estoy intentando trabajar. Pero no estoy segura de poder escribir el libro que tengo en mente. Terminarlo, por así decirlo.
–¿Qué piensa de los premios que recibe por su obra y labor y de ser una eterna al Nobel?
–Así es. He recibido muchos premios diferentes, e incluso en los últimos meses. Para un autor esto es de agradecer. Mi premio favorito es el Premio Ciudad de Budapest, que recibí en los años en que aún se veían en las paredes huellas de proyectiles rusos. Este premio significaba entonces un triunfo total de la cultura sobre la política. En cuanto a mi nombre en la lista de candidatos al Premio Nobel, tengo que admitir que siempre me ha gustado más el segundo puesto en cualquier competición que el primero, por varias razones. Sinceramente, me halaga que mencionen mi nombre en relación con esa lista.
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