CINCO MINUTOS DE GLORIA

Quien tiene un lector tiene un tesoro

Los escritores tienen que hacer kilómetros, como los viajantes de antaño, y buscar lectores hasta debajo de las piedras

Otros textos de la autora

'Siberiana', Festival literario en Tamurejo

Hace años, escribí un artículo en el que relataba las vicisitudes viajeras de un escritor de nuestros días: de acá para allá y con la maleta siempre a cuestas. Como los vendedores de antaño. El asunto vino a cuento porque acompañé a Manuel Vilas ... a presentar 'Ordesa' en la Feria del Libro de Fuerteventura. Sobrevolamos mar y tierra para sentarnos en un escenario ante no más de quince espectadores. Yo le preguntaba sobre su novela y él me contestaba con el claro objetivo de vender unos ejemplares más, de cautivar a más lectores. Llegué a la conclusión, y así lo conté en estas mismas páginas, de que los escritores de ahora nada tienen ganado de antemano por mucha popularidad o premios que atesoren en sus alforjas. Tienen que hacer kilómetros y buscar lectores hasta debajo de las piedras, tienen que aguantar horas bajo el sol o a la sombra de una caseta ferial, les espere, o no, una cola de público al que firmar un ejemplar de su último título. Una realidad que les iguala a todos, y que no puede eludir ni el más superventas. Quien tiene un lector tiene un tesoro. Esa es la máxima.

Ser escritor tiene mérito y ver una plaza llena de público es una gloria que merece el esfuerzo

El otro día descubrí que existe en Extremadura un territorio denominado La Siberia. Un lugar perdido en las entrañas de Badajoz y que, por obra y empeño de la alcaldesa de uno de los pueblos que lo conforman (Tamurejo), está declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO. La zona se llama La Siberia porque así la bautizaron, a finales del siglo XIX y principios del XX, quienes allí acababan por razones de trabajo, para construir pantanos o carreteras. De tan lejos como estaba (y sigue estando, después de recorrer enrevesadas carreteras) le viene el topónimo, en clara referencia a la Siberia rusa.

En plena Siberia extremeña, en el ya citado pueblo de Tamurejo, se celebra un festival literario desde hace cinco años. Allí acuden los escritores invitados sin importarles viajar hasta, como dirían las abuelas del lugar, «donde Cristo perdió el sombrero». La vida del viajante, aún en tiempos de redes sociales. Ser escritor tiene mérito y ver una plaza llena de público es una gloria que merece el esfuerzo.

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