Elena Martín viaja al interior de la mujer con 'Creatura': «El abuso no puede ser un fuego artificial en el cine»
La directora y actriz charla sobre el proceso creativo –de la performance a la terapia– con el que concibió su último trabajo, que ganó el premio a mejor película europea de la Quincena de Cineastas de Cannes
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Iniciar sesiónAtrapar la vida, la luz, ese instante... Hacer cine, en definitiva, con la idea de que hay que dejar testamento del presente. A Elena Martín (Barcelona, 1992) le sobrevino esa ambición por conservar la conversación recurrente y sin fin que le llevaba rodeando los ... últimos seis años de su vida. Quería capturarla, domarla e introducirla en un guión. Un animal salvaje en forma de reflexiones colectivas que le embistió por primera vez haciendo 'performance' con unas compañeras de teatro. Y lo llamó 'Creatura'. «Estábamos investigando mucho alrededor del cuerpo y de la identidad, y fue ahí que empezaron a salir temas, a compartir experiencias de despertares remontándonos a la infancia incluso. Yo me quedé un poco allí, como atrapada en esa idea», reflexiona.
Comenzó así un proceso largo, de intensa búsqueda. Hubo mucha documentación al principio, luego se apoyó en una terapeuta, Berta Clavera, entrevistó después a hombres y mujeres, a padres y madres; y siguió leyendo. Mucho. Entre tanto acudió a conferencias sobre crianza, sobre educación sexual... Sí, esa idea, esa criatura nacida de la 'performance', le había atrapado. «Así que decidí que, bueno, que había que contar una ficción -recuerda ahora- pero tenía que hacer algo que fuera accesible, porque no estábamos haciendo una tesis doctoral». Ese fue, confiesa con la media sonrisa con la que también hipnotiza a la cámara, «el proceso más largo»: convertir todo ese material «en imágenes cinematográficas».
Porque Elena Martín además de directora es guionista y protagonista de este cuento en tres etapas por el que viaja de la infancia a la adolescencia y madurez de una joven que, ya adulta, se enfrenta a la pasión y al sexo con ansiedad, tanta que su piel reacciona con erupciones ardientes.
Esa dermis delatora de todos los fuegos y de todos los traumas sirve para hacer visible en pantalla lo que Elena Martín define como un «vacío». «Encontré una frase que repetí mucho cuando me pedían un 'tagline' [la idea central con la que se define una película a productores, distribuidores, televisiones...], y era que la película va sobre una mujer que siente que tiene un agujero, una mancha, una herida, y siente que hay algo terrible ahí dentro. Y a medida que mira, cuando se atreve a mirar al fin, lo único que encuentra es su deseo».
Trabajo colectivo
Para dar forma a la idea etérea que ya le había imbuido echó mano de Clara Roquet, guionista y ganadora del Goya a mejor directora novel en 2021 por 'Libertad', que también paseó por Cannes. «Yo iba generando material y un día le mandé un mail loco preguntándole si creía que ahí había una película», recuerda. Y se unieron -«dejando fluir las cosas, sin forzar la relación»- para hacer el guion de la mano.
«Cuando ves a una mujer que tiene una herida en torno al sexo, automáticamente piensas en el abuso»
Elena Martín
Directora de 'Creatura'
Así 'Creatura' se alinea con una especie de movimiento artístico, un colectivo sin hito fundacional ni sede ni siquiera nombre pero que de alguna forma une bajo un mismo lazo invisible a la última generación de cineastas españolas que han puesto el presente y a la mujer en el centro de la pantalla. Son -por destacar solo a alguna de las más reconocidas- Paula Ortiz, Carla Simón, la propia Clara Roquet, Alauda Ruiz de Azúa o Pilar Palomero, entre tantas otras.
Elena Martín tiene una particularidad entre todas ellas: es también la protagonista de sus historias. Aunque ahora dice, y el agobio que asoma por sus gigantes ojos parece corroborarlo, no cree que sea algo que vuelva a repetir. Una aventura que empezó con 'Julia Ist', su muy aplaudida 'opera prima' que tenía algo de generacional para los nacidos en torno a los años 90 y que veían cómo el futuro que les habían prometido, lejos de ser una utopía, era una quimera que jamás existió. Y así hizo una película perfectamente 'tradicional' en su forma pero radicalmente «punki» (y aquí el adjetivo es de la propia Martín) en su concepción y rodaje. Una historia nacida desde el riesgo y el desconocimiento de quien solo atesora talento y no medios. Y filmó el retrato de una joven que se hacía mayor de golpe nada más empezar a vivir la adultez, como esos bebés a los que lanzan al agua e instintivamente se ponen a nadar. «Había una cosa que, aunque luego todo es ficción, sí había un punto más de autobiográfico; en cambio 'Creatura' parte de un sitio más político, o sea, mi aproximación a la película ha sido muy distinta, y ha habido desde el principio una voluntad mucho más universal» -y descubre- «el personaje en 'Julia Ist' era mucho más inmaduro de lo que éramos nosotras cuando lo escribimos, y es algo que me daba rabia. Pero era más útil para ver su cambio, ver cómo crece; en 'Creatura' tenía clarísimo que esto no podía pasar, que teníamos que ir a buscar la complejidad en todo, todo el rato». Todo para subrayar el tópico que le imponen otros desde fuera: «Sí, esta segunda película es más madura». Y sonríe.
Así llega a lo central, a ese «político» que desliza con sutileza pero que, como ella define su 'creatura', «funciona como un juego de espejos». Así cuenta esa motivación que marca a la protagonista desde el guion y al punto de vista del narrador: «Cuando ves a una mujer que tiene una herida en torno al sexo, automáticamente piensas en el abuso. Y no estamos equivocados. El problema es que la ficción lo simplifica y lo concreta en un solo abuso. Nosotras decidimos no ir a buscar un trauma más explícito porque nos interesaba hablar de todas esas pequeñas cosas que van conformando la relación que tiene una con su cuerpo y con su deseo. Muchas veces la ficción usa el abuso y la violencia contra las mujeres como un giro de guión, pero esto es algo muy complejo, no un fuego artificial. Queríamos que se entendiera que la vida de uno no se puede contar con un solo evento, porque es cruel y victimizante. La vida se cuenta a través de muchas experiencias. Y la violencia sexual y todo lo que conlleva está desgraciadamente ligada a muchas cosas estructurales», sentencia, para rematar la tesis con contundencia: «La decisión importante no fue si había sufrido o no había sufrido abusos, sino en cómo contar todas las cosas que le marcan».
Y le funciona. Porque con ese «viajar al filo de las cosas», como Elena Martín define su película, ganó el premio a mejor película europea de la Quincena de Cineastas de Cannes. Una criatura nacida de la 'performance' y de una conversación infinita que, atrapada en un guion y en una pantalla, trasciende su propio cuerpo.
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